30

775 49 3
                                    

— Mierda, Lisa, eres... —se quedó en silencio cuando no pudo encontrar la palabra adecuada para describir cómo la hacía sentir Lisa, así que se rió entre dientes.

— ¿Qué? ¿Ha estado mal? —preguntó Lisa, sonriendo contra su oreja. Sabía que no había estado mal. Estaba bastante segura de sus habilidades para complacer a las mujeres pero la reacción de Jennie la había sorprendido.

— No, no... —rió. —Desde luego sabes cómo calmar a una chica. Eres tan increíble que ni siquiera tengo palabras para describirlo. Ojalá pudiera hacerte eso a ti también. No tengo tanta experiencia cuando se trata de sexo y...

Lisa la giró para ponerla frente a ella.

— Pero eso es exactamente lo que tú me haces, Jennie. Me vuelves loca. Me vuelas la cabeza cuando me tocas. Nunca nadie se ha acercado a cómo reacciona mi cuerpo cuando hacemos el amor.

— ¿En serio? —Jennie la miró mientras su boca dibujaba una sonrisa.

— Sí, en serio. ¿No te has dado cuenta? —La sonrisa de Jennie se hizo más grande y de repente se sintió un poco más segura. Sí, se había dado cuenta de la expresión de Lisa cuando habían hecho el amor, y había sentido su clímax como si hubiera sido el suyo pero oírselo decir era algo totalmente diferente. Decidiendo que ahora iba a estar ella al mando, puso una mano sobre el pecho de Lisa y las empujó hacia el sofá.

— Supongo que me he dado cuenta de que te gusta que te toque —dijo mientras le quitaba la camiseta a Lisa, maravillada por sus abdominales apretados.

Lisa cayó sobre los cojines y gimió cuando Jennie se echó sobre ella y le quitó el sujetador deportivo. En segundos, la boca de Jennie estaba sobre sus pechos, la lengua rodeándole sus pezones antes de chuparlos y morderlos suavemente. Lisa luchó contra el impulso de cerrar los ojos mientras la euforia la invadía, porque quería mirar a Jennie. La cola de caballo de Jennie se había soltado y mechones de pelo colgaban sobre su cara mientras su boca bajaba ahora por el estómago.

El tirante fino de su vestido de verano colgaba de su hombro bronceado y estaba impresionante mientras bajaba por el cuerpo de Lisa besándola, hasta que se arrodilló en el suelo y le bajó los pantalones de yoga y las bragas. Lisa tragó saliva. El brillo de excitación en los ojos verdes de Jennie le provocó más necesidad aún cuando le puso ambas manos sobre las rodillas, las separó y se acomodó entre sus piernas.

— ¿Qué estás... —Lisa jadeó cuando la lengua de Jennie trazó sus pliegues de una manera seductora, lenta y burlona y se acomodó en su clítoris. Tuvo que obligarse a no dejarse llevar todavía, porque el placer era casi más de lo que podía soportar y quería que durara.

— Joder, Jennie... —Pasó la mano por su pelo mientras su centro se ponía tenso. Gimiendo más fuerte, Lisa apretó sus caderas contra su boca mientras las endorfinas corrían por su flujo sanguíneo. Se sentía tan bien que no fue capaz de mantener los ojos abiertos por más tiempo, el dolor palpitante entre sus piernas rogando por liberarse.

Cerrándolos, echó la cabeza hacia atrás contra el reposabrazos y se mordió los nudillos, olas calientes apoderándose de ella.

Cuando se calmó de su clímax, la boca de Jennie todavía estaba en su centro, besándola. Lisa la miró y se echó a reír.

— Créeme, no tienes nada por lo que sentirte insegura. — Levantó la barbilla de Jennie para mirarla, sabiendo que nunca tendría suficiente de esos ojos verdes.

— Bien. —Jennie se arrastró y se sentó a horcajadas sobre ella, su vestido apenas aferrado a su cuerpo ahora. —Porque estás atrapada conmigo. —Le lanzó una sonrisa y la cogió de las manos. —Le conté a Tom lo nuestro.

Mar De Amor [Jenlisa]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora