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— Aquí estamos. —Jennie condujo el coche a través de las cancelas blancas y saludó a su cuidador, que las abrió para ellas. —Hola, Sid.

—Bienvenida de nuevo, Jennie. —Cuando Jennie salió del coche, Sid alargó la mano para estrechársela, pero le sorprendió dándole un abrazo en su lugar.

— Es estupendo verte de nuevo. —Lo soltó y se giró hacia Lisa. —Sid, esta es mi amiga Lisa. Lisa, este es Sid. Cuida de Casa Flamingo.

Jennie miró alrededor del gran jardín apaisado, donde un césped verde luminoso perfecto se extendía alrededor del edificio blanco de una planta, solo dividido por un estanque largo y bien cuidado. Sintió una punzada por un momento cuando los recuerdos de ella y Helena volvieron a inundarle, pero tomó un respiro profundo y dibujó una sonrisa.

— Has hecho un trabajo genial, Sid, el césped está fantástico.

— Gracias, Jennie. Creo que estarás satisfecha con el jardín trasero también. —Cogió el equipaje de Jennie y caminó hacia la casa.

— ¿Casa Flamingo? —Lisa le lanzó una mirada divertida.

— Sí, ya se llamaba Casa Flamingo cuando la compramos porque solían tener flamencos en el jardín delantero. —Jennie señaló la puerta. —Cuando los dueños anteriores se mudaron y se llevaron los flamencos, Helena y yo pintamos la puerta de un tono rosado- anaranjado para que por lo menos el nombre tuviera sentido.

— Ya. —Lisa sonrió al ver la puerta de colores brillantes en medio del edificio blanco. —Esto es precioso. Parece un oasis, tan privado...

— Por eso la compramos precisamente. —Jennie cogió la mano de Lisa. —Vamos, no puedo esperar a enseñarte el resto.

La puerta principal se abría a un pasillo simple y moderno. Lisa pensó que parecía una casa piloto, ya que no había zapatos ni abrigos, ni ningún tipo de desorden en el elegante espacio que daba a otro pasillo con tres puertas a su izquierda. Pero era precioso, con pinturas luminosas en las paredes y flores frescas en una vitrina debajo de un adornado espejo plateado.

— Todas mis cosas personales están en el trastero del sótano —le explicó Jennie cuando vio que Lisa buscaba cualquier señal que la atara a la casa mientras la seguía hasta el salón. —No quería que los inquilinos supieran que era mía, así que mantuve la decoración bastante minimalista.

La mandíbula de Lisa cayó cuando elevó la vista hacia el techo, donde un elegante candelabro de cristal cubría la mayor parte del espacio sobre la zona de asientos.

— ¿Acabamos de retroceder en el tiempo?

Jennie se unió a ella bajo la lámpara y sonrió. — Esta casa fue construida en mil novecientos sesenta y nueve. Helena logró encontrar suficientes muebles originales de esa época para decorar toda la casa. Era una de sus muchas pasiones.

— Es increíble.

Lisa caminó por la habitación, mirando hacia fuera a través de las paredes de cristal. A ambos lados de las ventanas que iban del suelo al techo, las cortinas de terciopelo estaban corridas, su color verde bosque combinaba con el sofá. Las ventanas ofrecían una vista impresionante sobre el desierto, las montañas a lo lejos y el centro de la ciudad de Palm Springs debajo. Se volvieron cuando oyeron la voz de Sid resonar por la habitación.

— ¿Dónde quieres que ponga tus maletas?

Jennie sacudió la cabeza y movió la mano.

— No te preocupes, Sid, nosotras nos encargamos de eso. Gracias por llamar a la florista por mí y tómate el resto del día libre, estaremos bien.

Mar De Amor [Jenlisa]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora