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Jennie había estado callada durante el trayecto a Palm Springs. Estaba dándole vueltas distraídamente a un mechón de su pelo con el dedo una y otra vez mientras apoyaba la cabeza sobre el brazo que tenía sobre la puerta del coche. Lisa le lanzaba miradas tranquilas mientras conducía, sabiendo que Jennie estaba nerviosa por ver a su madre de nuevo. No habían llamado antes, pero Jennie sabía con certeza que su madre estaría en casa porque todavía no era la hora del almuerzo.

Al parecer, Bernice Kim solo se aventuraba a salir si había bebidas de por medio. Después de que Raphael lograra averiguar dónde vivía, había intentado convencer a Jennie de que avisara a su madre de que iban a ir, pero Jennie no quería saber nada de eso. Quizás tenía la esperanza de encontrar a su madre con uno de sus jovencitos, dándole una excusa para irse otra vez si cambiaba de opinión.

— No creo que deba ir contigo —dijo Lisa, tomando la mano de Jennie. —Esto es entre tú y tu madre.

— Sí, tienes razón. —Jennie tragó saliva. —¿Estarás cerca, por si quiero irme? —Se sorprendió cuando vio que el GPS indicaba que ya casi estaban allí, porque ya estaban en el centro de la ciudad. Había esperado que su madre viviera en una gran villa en las colinas pero, en cambio, fueron guiadas hacia una modesta casa de pueblo, al lado de un restaurante retro.

— Esperaré allí, ¿vale? —Lisa aparcó el coche delante del elegante restaurante blanco al no haber sitio delante de la casa.

— Vale. —Jennie tomó aire profundamente y asintió. —No tardaré mucho.

— Tómate el tiempo que necesites.

Jennie llamó al timbre y se alisó el vestido de verano verde menta. Llevaba el pelo recogido en una trenza larga y llevaba puestos unos pendientes pequeños de perlas con un collar a juego. No estaba segura de por qué había sentido la necesidad de vestirse de manera tan conservadora. Quizás inconscientemente se estaba rebelando. Su madre siempre la había animado a vestirse según las últimas tendencias y esto estaba muy lejos de serlo. Echó un vistazo a las ventanas, notó que las cortinas estaban cerradas y comprobó la hora en su teléfono. 10 AM.

Llamó otra vez y esperó hasta que por fin la puerta se abrió.

— Jennie... —Bernice se limpió el sueño de los ojos y se cerró el albornoz. Parpadeó un par de veces como procesando lo que estaba sucediendo, entonces salió y envolvió a Jennie en un fuerte abrazo.

— Estás aquí. No me puedo creer que estés aquí. —Empezó a sollozar contra el hombro de Jennie, dejándola en una posición incómoda donde no tenía ni idea de qué hacer con sus brazos. Su madre nunca había sido física con ella y no podía recordar haber sido abrazada por ella. Lo sintió por ella, pero aún así la empujó un poco hacia atrás, necesitando algo de distancia.

— Hola.

Bernice intentó recomponerse mientras sonreía entre lágrimas.

— Hola. Entra. —Abrió más la puerta y siguió el camino a través de un pasillo estrecho hasta una oscura sala de estar. No era grande pero parecía acogedor, con fotos y cuadros en las paredes de color limón pálido. Las cortinas eran blancas con un estampado floral gris y en el suelo de baldosas había una acogedora alfombra blanquecina.

Jennie tuvo la sensación de que el interior había venido con la casa porque estaba lejos del estilo llamativo habitual de su madre. Contuvo el aliento cuando sus ojos se posaron en una foto grande enmarcada de ella y Helena en la pared detrás del sofá de color crema. Había sido tomada el día antes de que Helena se mudara a Nueva York, en su casa de Palm Springs. Jennie había organizado una fiesta de despedida para ella y a pesar de su oxidada relación con su madre, ella también había estado allí. ¿Había hecho su madre esta foto? Jennie no podía recordarlo.

Mar De Amor [Jenlisa]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora