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—Narra Jennie—

Arriba en su apartamento, Jennie se quitó las sandalias y se dirigió a su habitación. Abrió las puertas correderas que daban al jardín de la azotea, que rara vez había usado desde que se había mudado, y salió, inspeccionando la piscina y el área de alrededor llena de plantas grandes y tiestos de flores.

La noche era cálida y había brisa. La terraza estaba iluminada por la piscina e hileras de luces blancas que parpadeaban en las palmeras que la rodeaban. Dos cómodas tumbonas estaban colocadas bajo una gran sombrilla que protegía las fundas gruesas azul marino del sol y la lluvia. La piscina parecía acogedora y Jennie sumergió un dedo del pie en el agua, comprobando la temperatura. Era agradable y quería sumergirse, pero una repentina oleada de miedo la detuvo. Jadeó mientras mantenía el equilibrio en el borde, de repente aterrorizada.

"Joder."

Lentamente retrocedió dos pasos e intentó calmarse.

"No, no, no. Ahora no. Estoy bien, e incluso si me caigo, estaré bien. Sé nadar. No me ahogaré, viviré."

Se retiró a una de las tumbonas y se tumbó mientras intentaba estabilizar su respiración. "Estás bien, Jennie. Estarás bien."

Después de un rato pudo relajarse y abrió los ojos de nuevo. Se forzó a mirar al agua y se imaginó a Lisa en la piscina. Eso ayudó.

La visión de Lisa deslizándose por el agua transformó su miedo en algo mucho más placentero y la idea de ella en bikini alejó su mente de su repentino pánico. Su cuerpo tonificado, sus misteriosos ojos oscuros, su amplia sonrisa... Jennie se preguntó cómo se sentiría besándola y sintiendo ese cuerpo contra el suyo. Un suave gemido se escapó de su boca y se desabrochó los vaqueros antes de deslizar una mano dentro.

El sexo había sido lo último en su mente desde que la depresión había adormecido sus sentidos y habían pasado más de dos años desde que había hecho esto. Ni siquiera estaba segura de si todavía funcionaba ahí abajo hasta que sintió su propia humedad en la punta de sus dedos. "Dios."

Claramente, ver a Lisa otra vez había despertado su deseo. Jennie pensó en su sonrisa y en su cariñoso roce mientras trazaba su sexo arriba y abajo, estremeciéndose con su propio tocamiento.

Definitivamente todo sigue funcionando todavía. Cerró los ojos y movió sus dedos hacia su clítoris, rodeándolo rápidamente hasta que un calor cálido empezó a extenderse desde su centro. Lisa. Su cuerpo convulsionó cuando llegó al clímax, y se maravilló de la sensación física que la golpeó mucho más fuerte de lo esperado. Aunque recordaba cómo se había sentido antes, la relajación que se apoderó de todo su cuerpo fue una agradable sorpresa. Acostada allí, dejó escapar un profundo suspiro y sonrió, sabiendo que esta noche podría dormir.

—Narra Lisa—

— Buenos días, solete.

La cara de Lisa se iluminó con una sonrisa mientras descendía los escalones hacia la playa y vio a Jennie esperándola allí con pantalones cortos grises de algodón y una camiseta blanca, el pelo recogido en un moño informal. Parecía adormilada y estaba adorable.

— ¿Quieres preguntarle a tu chófer si quiere unirse a nosotras? ¿O le puedo traer un café?

Jennie se rió.

— He conducido yo; necesito irme directa al set de rodaje después de esto.

Miró a Lisa, que llevaba pantalones de yoga grises hasta la rodilla y una camiseta cortada gris e intentó no quedarse mirando a sus abdominales.

— Y ¿puedo aclararte algo, por si piensas que soy una completa imbécil? —Dio una patada a la arena que había delante de ella y levantó la vista hacia Lisa. —La compañía de limusinas con la que trabajo me manda un chófer diferente cada vez. Hay como cincuenta y no se les permite interactuar con sus clientes. Por eso es por lo que no le ofrecí nada anoche, podrían despedirle por eso. Probablemente no sabes estas cosas y no quiero que pienses que yo...

Mar De Amor [Jenlisa]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora