La vida continua tras fin de la Guerra del Santo Grial. Emiya Shirou ha perdido su fe en la humanidad, dejando sus armas y un sueño que solo le trajo dolor y sufrimiento atrás. Intentará vivir una vida normal, si es que alguna vez fue normal, pero...
¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.
Con su cabello ambarino agitándose con una clara tensión en el aire.
La chica de ojos violeta intentaba pellizcar los hombros indecisamente a la rubia delante suya que caminaba disparada hacia al frente como una bala sin detenerse saliendo de la boca del arma con ansiedad. Su larga falda de paneles coloridos se fruncía con su nervioso desplazamiento de un lado a otro como pétalos de flor, que exasperaban a la rubia que le miraba periféricamente por las esquinas de sus ojos verdes brillantes claros.
"¡¿Qué Irina?!" Asia giro sobre su posición dejando que su falda roja ondeara por el aire como pétalos de rosa ante Irina irritada incluso intimidándola un poco...Pero como si sus fuerzas se renovaran en la chica de las coletas, mientras comparaba el terror que le tenía a la Princesa Leia (Asia) o a su maligno padre; fue que Irina pudo responderle.
"Mmm... --As, As. No estoy segura si es buena idea irrumpir la habitación del Emperador solo así es bueno—quiero decir, debe estar haciendo cosas importantes ¿no? Y no lo digo porque le tengo miedo...Pero en verdad no es nada divertido incluso si eres mi amiga ir contra quien me paga" Contesto la chica de manera bromista a la rubia que solo dejo temblar su ojo izquierdo con irritación por su respuesta.
"....Yo sé que no es buena idea irrumpir su oficina; pero me siento traicionada que me haya ocultado esto y en cambio se lo haya dicho a Vali...un extraño con apenas dos semanas aquí." Se quejó la rubia dando un simple motivo del por qué se sentía con derecho de esto—
"...Bien, ¿quieres hablar ante un Lord Sith? Hazlo, pero dame tu blaster y más juguetes" Solicito Irina a la rubia cruzando sus brazos, pero dejando su palma abierta para recibir los armamentos de Asia.
"....¿Y si me atacan en mi camino a mi oficina?" Cuestiono la rubia ante la remota idea, que en su sendero a la habitación de su padre repentinamente se viera en la necesidad de alguna de sus armas bajo el ataque de una criatura misteriosa.
"....Bien, ve. Igual todas no cabrían en mis manos. Yo cuidare de Mordred y del dragón llorón" Irina, sin saber cómo responder a esa mínima posibilidad de eventos; al final decidió dejarle sus pertenencias en esa bóveda dimensional con la que Asia contaba para ocultar o, mejor dicho. Guardar sus herramientas para el momento y la ocasión que ameritara el uso de ellas.
"Estoy muy segura que todo hombre lloraría si amenazaran de esa manera tan despiadada como tú lo hiciste Irina" Protesto Asia en defensa; no de Vali. Sino de la situación en la que tuvo que decir las cosas... pero él se pudo haber ahorrado todo eso si tan solo hubiera hablado desde el principio.
"Yo no me ando con juegos Asia" Irina, jactada de como desenvolvía las cosas. No mostro aparentemente ni siquiera un gramo de vergüenza por la forma en que las cosas sucedían bajo su propia conciencia y control de los hechos.
"...Ja~ ¿Puedes enviar a Mordred al instituto? Se supone que tiene lección de tiro, pero está más retrasada en su lengua y escritura que en habilidades" Suspiro Asia dejando atrás sus malos aires y berrinches para recomponerse como debía estar actuando; no como un niño—ya paso por la pubertad y sus cambios de humor, por lo que ya perdió el tiempo en que se suponía debía de actuar rebelde...eso ahora le tocaba a Mordred.