Capitulo -5

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No supo que tan rápido caminó, pero al darse cuenta, ya estaban en la escuela de su hermana menor. Le explicaron que unos familiares llegaron a recoger a la pequeña con la excusa que debían partir pronto de la ciudad. ¿Cómo le entregaban una niña a una persona que pudo estar mintiendo?, ¿Que acaso no conocían que podían llevársela secuestradores? Airi atacó a acusaciones y reclamos a las autoridades del instituto escolar. Tenía razón, fueron descuidados en dejarla ir con cualquiera, aunque ella ya sabía que eso fue obra de sus tíos.

- Tranquilícese, señorita Airi - le pidió el director - Esto es solo un mal entendido. Le prometo que no volverá a suceder. No necesita demandar a la institución, a favor de que no pagará por el resto del año escolar - intentaba calmarla, ella había amenazado con demandas y divulgar la incompetencia de parte de la maestra que permitió todo eso.

- No, no necesita ofrecerme nada. Retiraré a mi hermana de este lugar - advirtió antes de azotar la puerta.

Caminaba a pasos alargados, pero le parecía lento. Decidió correr, con todas sus energías para llegar a casa de su tía y impedir que se llevara a su hermana lejos. Daishinkan lo había perdido de vista en cierto momento, no sabía precisamente en cuál, pero ya no estaba. Sentía que se le iba a salir el corazón del pecho, le latía a tal intensidad que hasta dolía. Era como si quisieran arrancarle un pedazo de alma, la mitad que sus padres le habían dado en forma de una hermanita. El camino se le hizo extremadamente largo, pero al fin había llegado a la casa.

Antes de tocar la puerta, pudo ver a través del cristal de esta, a su hermana menor en la sala jugando tranquilamente. Por un minuto se sintió aliviada. Se inclinó un poco para recomponerse de tal susto y devolver su respiración a él ritmo normal, al menos lo más que se podía. Tocó la puerta y su hermana salió corriendo a abrirle, reconoció la silueta de Airi a través del mismo cristal. Se arrojó a sus brazos como si tuviera mucho tiempo sin verla, allí la muchacha notó que la pequeña estaba llorando. Pudo sentir sus lágrimas mojando su blusa. La apartó un poco, levantó su cara desde su mentón y con gesto maternal acarició sus cabellos antes de preguntarle:

- ¿Que tienes?

- Nuestra tía dijo que tú te irías y le dejarías. Y que por eso debía ir con ella para que no me dejaras sola - le explicó entre lágrimas que corrían por sus mejillas como gotas de lluvia sobre el cristal de una ventana.

- Eso es...

- ¿Es cierto, Airi?, ¡¿Me vas a dejar sola?! - interrumpió abruptamente a la mayor. Airi quedó desconcertada, estaba más que enojada. Su tía había inculcado ideas erróneas en la pequeña e inocente mente de su hermana.

- Eso es mentira - murmuró ella mientras secaba con sus manos las lágrimas del rostro de su hermana - Jamás te dejaría sola. Mi tía... Creo que te hizo una broma pesada - le dijo para en cambio a la mujer, no dejarla mal ante una mente inocente como lo era la de la pequeña.

- No me gustan esas bromas - la niña le hizo un puchero tierno mirando como Airi se ponía de pie.

- A mi tampoco - dijo mirando hacia la puerta de la cosina, dónde debajo del umbral se encontraba su tía mirando la escena con total serenidad. Tal como si no hubiera hecho nada malo.

- Aliz, ¿Te quieres quedar está noche conmigo? - preguntó la mujer a su sobrina pequeña.

La niña dió un paso atrás y se aferró a la blusa de Airi, indicando así, que no le parecía grata la propuesta. Los niños cuando algo no les parece divertido o lindo a sus ojos, prefieren alejarse. Incluso cuando sienten amenaza, se alejan a dónde vean más confianza. No le gustó para nada lo que le había dicho respecto a Airi, le sonó a abandono, como si ella se fuera a ir para jamás volver, olvidándose de ella por completo.

Yo No Te LlaméDonde viven las historias. Descúbrelo ahora