Capitulo -22

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Venga conmigo. No se equivocó, eso le dijo Daishinkan. Absolutamente nada pasó por su mente en referente a esa frase; más bien, referente a esa petición. Se quedó en un silencio perplejo, miraba el humo que desprendía la taza entre sus manos, Daishinkan se mantenía serio esperando una respuesta, y si era no, debía buscar el modo de convencerla, ya que si o si debía cumplir con Zen Oh Sama.

-¿Me ha escuchado?, ¿Ha comprendido? -cuestionó Daishinkan al ver que de Airi no salía palabra alguna.

Airi lo miró de inmediato con los ojos llenos de calma y parpadeó rápido un par de veces para despertar de ese trance momentáneo.

-Si, Dai. Lo escuché -respondió en total calma.

Airi no entendió bien a qué se refería, ¿Qué quería con ella al llevársela a quien sabe dónde? No tuvo de ella misma una respuesta mala, pero tenía la leve sensación que podría obtener de ello algo malo. Una posibilidad neutra.

-¿Para qué?, ¿A dónde? -preguntó justo en el momento en que notó que Daishinkan iba a abrir la boca.

Daishinkan sonrió de una manera un tanto desconcertante para Airi; eso porque no supo como descifrar dicha sonrisa.

-El Rey del Todo me ha pedido que le llevase a alguien para entretenerse -contestó al colocar sus manos entrelazadas sobre la mesa y las miraba contemplado un pensamiento lejano.

-Supongo que quiere que vaya yo, ¿No? -cuestionó Airi.

-Si, eso quieren -respondió.

Airi no estaba en conocimiento de cómo era Zen Oh Sama, por lo que no entendía a qué se refería Daishinkan con "alguien para entretenerse". El Gran Sacerdote procedió a dar una breve pero relevante explicación, con la suficiente información para que comprendiera, por decirlo así, su condición. Airi se mantuvo sería pero atenta a las palabras de él; no entendió como un ser como ese estaba a cargo de toda la creación. No dijo nada respecto a eso al parecerle imprudente.

-Está bien... -contestó, pero Daishinkan pudo percibir un titubeo dudoso.

-Me alegra oír eso -sonrió- Y no se preocupe, si lo que le angustia es su bienestar, no permitiría que le sucediese algo en mi presencia -le dijo logrando en ella un sonrojo que supo disimular muy bien.

Antes de marcharse al mundo de Zen Oh Sama, Airi y Daishinkan caminaron por la acera de esa lluviosa calle, al amparo de un paraguas que Dai le dió. Las personas solo los vieron perderse bajo el manto de la lluvia, hasta que ese par de siluetas de hicieron tan borrosas que nadie más divisó más. En ese punto ya ninguno estaba en ese mundo.

Airi abrió los ojos, tenía su rostro escondido en el cuello de Daishinkan, ya que se mareó ligeramente durante el viaje. Lo primero que vió fueron unas esferas sobre piedras que se alzaban muy alto. No sabía que ese era su universo. Se apartó un poco de Daishinkan y se les quedó viendo atentamente a todas loa universos que en frente tenía, sin contar a los de sus espaldas.

-En total son doce -comentó Daishinkan al notar como miraba ella.

-¿Eh? -no entendió que quería decir.

-Son universos. En total hay doce. Ese es al que usted pertenece -miró hacia el que enfrente de ambos estaba.

Airi no dijo nada ante esa información. Su atención estaba netamente dirigida hacia todo lo que la rodeaba; nunca había visto un mundo así, le parecía surrealista, hasta fantasía para niños.

Daishinkan le indicó que la siguiera, y así acabaron en un pasillo oscuro con columnas flotantes y piso luminiscente. Eso acabó por impresionarla, ¿Cómo flotaban las columnas?, ¿Y qué sostenían? Parecían que iban a dar a más allá de donde su vista alcanzaba a ver. Bajó su mirada y se encontró con la espalda de Daishinkan, quien caminaba unos pasos adelante con las manos puestas allí.

Yo No Te LlaméDonde viven las historias. Descúbrelo ahora