Capitulo -16

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Daishinkan estuvo ocupado esos días desde la última vez que vió a Airi; el día que la acompañó a su trabajo para ser exactos. Para su suerte ella no lo había llamado, ¿Pero era bueno o malo? Por su parte si ella lo llamaba no podría acudir de a momento, más mirando la otra cara del asunto, eso era extraño, ella lo llamaba alrededor de cada dos días, y ya había pasado una semana.

Mentira no era que él observaba a los mundos inferiores, a los mortales en su cotidianidad. Para Daishinkan eran eso, seres inferiores que crecían, evolucionaban y eres destruidos a veces, ¿Con qué fin lo hacía? Solo él sabía con exactitud; se creería que por asegurarse que los dioses cumplieran su trabajo, o porque quería ver cómo evolucionaban los preciados universos de Zen Oh Sama. Tal vez eso era cierto, pero había algo más que lo hacía mirar abajo.

En esa ocasión su motivo era obvio. Tuvo un momento libre y quiso ver que hacía aquella joven la cual lo llamaba a veces.

Una esfera cristalina de color celeste hizo aparecer en sus manos. Solo pensó en quien quería ver y el orde se lo mostró. Su mirada se volvió levemente filosa, su entrecejo se frunció y su boca demostraba disgusto. No le gustó del todo lo que se le mostró.

-Veo que ha encontrado una nueva compañía -dijo a la esfera antes de desaparecer el objeto y llevar sus manos tras la espalda para perderse por los pasillos oscuros del templo.

Lo que Daishinkan vió fue a aquel sujeto de aquella ocasión, tomando las manos de Airi.

Una situación fuera de contexto.

No, Daishinkan no sintió celos, menos deseaba estar en el lugar de aquel joven humano. Era algo distinto. El verdadero motivo de su disgusto fue que ella se olvidara de él de la noche a la mañana. Le era muy grata su compañía, pero estaba entretenida con otra que parecía ser muy cercana. Quería él tener ese tipo de atención de parte de Airi, pero no como ese hombre, sino una que naciera de ella y dedicada exclusivamente para él de una manera única. Por eso no sentía celos, porque sabía que no eran seres iguales, además, no estaba en su raza debatirse por afecto, puesto que no era muy natural en ellos, al menos de una manera diferente se los demostraban entre ellos. 

-¿La sacaste? -preguntó Airi al abogado que se había vuelto un amigo un poco más cercano esos días.

-Si, no es nada -dijo al extraerle u a pequeña espina que se había clavado la joven al regar una de las plantas que eran rosas.

-No me pasa seguido. No creas que soy torpe -rió al quitar su mano de la del joven para mirarse donde quedó un pequeño punto rojo dónde antes había una espina.

-No creo eso. Eres de todo menos una persona torpe o tonta para mí -rió él.

Esos días Airi no había tenido tiempo de llamar a Daishinkan, ya que estaba muy ocupada con su trabajo, pues durante esos días la salida pasó a ser un poco más tarde ya que se venían las épocas dónde más vendían en el lugar. Además, también estuvo tratando mucho con el abogado respecto a la custodia de su hermana, porque ella no pensaba quedarse de brazos cruzados. Cuando Airi apenas tenía un tiempo libre, se lo dedicaba a la pequeña, ya que sí tenía permiso de verla en casa de su tía cuando quisiera. Aunque no le agradara la presencia y ir a la casa de esa mujer, lo hacía.

-Antes de venir a aquí, pensé en traerte flores, pero me reí de mi mismo. Tu no eres de las chicas que necesitan flores, es más, tienes muchas, hasta trabajas con ellas -dijo él extendiendo sus brazos para mostrarle que en varias de las ventanas de su casa tenía flores.

-Me gustan más plantadas que cortadas -le sonrió- Lo único que no me gusta de mi trabajo es tener que arrancarlas de su próspera vida.

-A mi me gusta otro tipo de flores. Por ejemplo los jazmines blancos -le sonrió él ganando que Airi se sonrojara.

Yo No Te LlaméDonde viven las historias. Descúbrelo ahora