No estaba, ella ya no estaba. Airi se había ido. La tenía entre sus brazos, parecía un ángel que dormía pacífica entre sus sueños, pero no, ella no estaba allí realmente. Daishinkan tomó la corona de flores que tenía ella entre sus manos y se la colocó en la cabeza. Se veía hermosa. Los últimos rayos del sol la envolvieron en un candor místico que la hacía parecer un rayos de luz más que bajo del cielo. La brisa mesía su cabello delicadamente; parecía que flotaba en el agua con ese efecto.
No sé contuvo más; la quería y mucho. Ver esa boca diminuta y esos labios color durazno tan callados, tan pacíficos. Solo quería un último beso. Acercó sus labios a los de Airi y tiernamente se lo dió; apenas un ligero toque con sus labios y lo estremeció de una manera espeluznante para él. Un cosquilleo que bajó vértebra por vértebra y lo hizo sucumbir ante la incertidumbre. Al fin se ocultó el sol y salió la luna, y con esta se vino un único pensamiento. Ella ya no estaba. De nuevo esas palabras resonaron en su mente, pero esa vez con la afirmación, la realidad que chocó contra su corazón e hizo que retumbara en su interior el sonido de un cristal destrozado en mil fragmentos por caer de manos del dolor.
Unos minutos más permaneció con ese cuerpo entre sus brazos como un inocente durmiente, hasta que decidió bajar y devolverle a dónde pertenecía y merecía estar; con sus cercanos por última vez.
Daishinkan descendió lento como si cargara algo verdaderamente pesado entre sus brazos, pero no, lo único pesado allí era ese sentimiento que lo carcomía por dentro.
Toan y Helen estaban sentados sobre la arena mirando la luna sobre el agua marina, uno junto al otro tapados por una manta sobre sus hombros. Mientras que la tía de Airi estaba sentada en el pórtico con la pequeña sobre su regazo casi dormida.
Lentamente Daishinkan se aproximó con lo que alguna vez fue Airi. Algo le dijo a Toan que debía voltear la mirada, y lo hizo, encontrándose con que Daishinkan venía con ella entre sus brazos. Sin dudarlo se levantó rápido y Helen hizo lo mismo sin saber porqué él lo hacía. Miró hacia donde él miraba y entendió. Algo estaba mal.
Se acercaron a Daishinkan y no una palabra salía de la boca de ninguno. Una pregunta le querían hacer al Gran Sacerdote, pero tenían obtener una respuesta que sospechaban.
Su tía se acercó y más atrás lo hizo la pequeña. ¿Para qué preguntar si la expresión de Daishinkan decía lo obvio?
-¿Está dormida? -preguntó la pequeña a un grupo de adultos que contenían un grito ahogado entre sus entrañas para no dañar gravemente a la niña.
-Si Corazón, tu hermana está dormida -su tía levantó a la pequeña entre sus brazos, mientras se mordía los labios para no quebrarse ante ella.
Toan recibió a Airi entre sus brazos y ese frío que desprendía ese cuerpo sin vida, lo estremeció con tal choque que le parecía que el tiempo se había vuelto más lento por un momento.
Era muy duro, ninguno de los humanos presentes pudo mantener la compostura más y simplemente se quebraron ante el dolor de esa perdida. Aliz preguntaba el motivo del llanto sin entender, pero solo le respondían que no se preocupara.
La tarde del día siguiente fue bastante gris. Parecía que el cielo se había puesto de acuerdo con la situación y tornarse nublado amenazando con llover. Posiblemente el cielo sabía que se había ido alguien inocente en una manera injusta.
Desde una distancia prudente y fuera del alcance de la vista de todos, Daishinkan presenciaba ese entierro con un temple sereno y algo frío. Mantenía su postura perenne de equilibrio emocional. Presenciar ese escenario era como ver un montón de sombras oscuras entorno a alguien a la cual alguna vez amó y seguiría amando. Eran como las sombras que se la llevaban al abismo, al tres metros bajo tierra mejor dicho; aunque sabía que solo era un cuerpo vacío, el objeto orgánico que su alma alguna vez habitó y utilizó para ser física. Las sombras solo eran personas con luto como vestimentas, llorando mares de lágrimas saladas. Había allí un grupo de personas que siempre la quisieron y estuvieron cuando lo necesitó; hasta el último momento.
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Yo No Te Llamé
Fiksi Penggemar¿Importa tanto lo que piensa la gente? Se una dama le dijeron muchas veces. Arreglate, maquíllate, vístete mejor... A ella no le importaba eso, media mujer funciona mejor. Ella lo llamó por accidente. Él se quiso quedar.