Capitulo -26

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¿Ir a su casa? Podía en ese momento ofrecerle lo que ella le pidiera, todo menos eso que quería. Simplemente no podía ya que Zen Oh Sama no la dejaría irse así de fácil.

-Sabe que eso no está en mi poder -le contestó Daishinkan.

-Haga algo, Dai. Quiero volver, quiero volver con mi hermana, quiero volver a mi vida... Por favor -ese por favor le sonó a una súplica. Él quería llevarla de vuelta a su hogar, pero su deber estaba por encima de todo.

Bien podía llevarla en ese preciso momento, pero cuando los Zen Oh Sama preguntaran por ella, se enfadarían al saber que se fué sin su permiso. Posiblemente en un berrinche la mandaría a destruir, o al planeta tierra, inclusive al universo siete entero.

Daishinkan soltó un largo suspiro, soltó además un chasquido y aparecieron en la habitación que ocupaba Airi en el templo.

-Por favor, le solicito yo. No me pida cosas que no están en mi poder -la miró tranquilo intentando hacerla comprender- Pero puedo hacer por usted cualquier cosa que me pida en este momento.

-Dai, por favor -pidió en un tono aún más suplicante. Se abrazó a él con gran fuerza, lo que lo hacía peor- Quiero volver.

-No puedo hacer eso... -murmuró.

Se dió cuenta que Airi tenía una temperatura superior a la habitual en un humano, eso significaba que tenía fiebre.

-Es usted un egoísta -le dijo y se apartó de él- Puedo asegurar que ni siquiera ha intentado interferir como dijo que lo haría.

La mirada que Airi le ofreció fue entre la decepción y el enojo. Ella tenía razón, ni siquiera había intentado interferir, decirle algo a Zen oh Sama para que la dejaran libre, ni nada. No era un acto egoísta, incluso atrevido era de parte de ella recriminarle algo, él era superior, él era un ángel, ella una mortal, ella una humana insignificante, pero... Estaba en todo su derecho, el derecho que le dió ante su ser. La respuesta era sí, se sentía ligeramente egoísta por tenerla allí, porque debía ser sincero, a ratos tenía el pensamiento que allí Airi era su propiedad. Ligeramente egoísta porque le molestaba que Zen Oh Sama acaparara su atención en lugar de él.

Si, Whis tenía razón. Le molestaba que Airi estuviera allí con Zen Oh Sama, le molestaba más de lo que gustaría admitir. Pero eso no era lo que verdaderamente lo hacía encenderse internamente como brasa incandescente, eso lo provocaba la idea de que un berrinche del rey del todo le arrebatara lo único que verdaderamente consideró suyo; el afecto de una mortal. Y para ello no había hecho nada. ¿Qué esperaba?, ¿El berrinche? No, en realidad nunca exigió algo para él a Zen Oh Sama. En realidad iba a pedir algo para la muchacha, pero era como indirectamente hacerlo para si mismo.

-Debería descansar. Tiene fiebre y...

-¿Y qué? Quiero volver por eso, no quiero estar aquí así -lo interrumpió de manera tajante.

-Ya le dije que por usted puedo concederle lo que sea -reiteró Daishinkan.

Airi guardó silencio durante un momento. Un silencio en que se notaba como su enojo una disminuyendo al compás del infinito tiempo.

-Se lo que intenta decirme siempre que dice "puedo hacer lo que me pida" -le dijo con total serenidad- No quiero eso Daishinkan.

¿Y qué era eso que indirectamente decía Daishinkan con esa frase? "Puedo curarla", Airi siempre entendió que eso quería decir, pero siempre se negaba internamente a eso. Se sentía tan insignificante en cuerpo, tan inútil físicamente como para no sanar sola, por eso se negaba a una ayuda divina. Era como un milagro, algo que la hacía sentir hipócrita. Muchas veces le dijo a su amiga la cual le obsequió el llamador de ángeles, que no creía en esas criaturas, que no creía en angeles, ¿y luego qué? Un ángel curó su enfermedad... ¡Era lo más hipócrita que podía hacer!

Yo No Te LlaméDonde viven las historias. Descúbrelo ahora