Capitulo -13

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Airi se apartó un poco para mirarlo a los ojos con una pizca de desconcierto. No fue la petición, sino que viniendo de él jamás lo esperó. Para Airi Daishinkan se le hacía un ser que no gustaba mucho del afecto o el contacto, aunque esos últimos días estuvo muy cerca.

-No malinterprete lo que he dicho -le dijo al notar como lo miraba- Se ve que esta noche va a estar algo... Sola. Y parece que no está en condiciones para ello -le sonrió- Solo tómelo como que le ofrezco mi compañía por una noche más.

Ella no había malinterpretardo las palabras de Daishinkan, solo se quedó pensando un momento en ese ofrecimiento tan particular. ¿Y qué tenía de extraño? La verdad nada siendo otra persona, pero ella lo sentía extraño a él. 

-Está bien, si no tiene deberes que atender, puede quedarse a mi lado esta noche -le respondió luego de apartarse de Daishinkan.

Daishinkan la sentía bastante triste, ¿Y como no? La joven acaba de perder la compañía del único familiar directo que tenía. Cualquiera en su lugar lo estaría. Sabía bien que Airi se dedicaba solamente a cuidar a su hermana, por lo que su ausencia le sería fatal a su rutina y haría estragos con todo su ser. No sería fácil habituarse los primeros días, por ello veía en su futuro que estaría más cercano a la muchacha de lo que imaginaba. Suspiró y apartó de sus pensamientos los dilemas de ella que en nada le correspondían a él.

Airi se pasó toda la noche despierta. No podía conciliar el sueño gracias al huracán de pensamientos y emociones que hacían estragos en su corazón y en su mente.

Siempre era un rompecabezas andante. Eso siempre se lo decía a si misma. ¿A qué se refería con eso? Pues siempre le faltaba algo, y no, no era como las personas superficiales que siempre les falta o dinero para ser felices, tener cierto puesto para ser felices, llegar a cierta edad para ser felices, casarse para ser felices, siempre al ser humano le faltaba algo, pero ese tipo de piezas no eran las que le faltaban a ella. A Airi lo que le faltaba para ser feliz siempre fue lo principal, Salud, familia, compañía. La primera le fallaba casi muy seguido, la segunda se le habían arrebatado la mitad hace años y la única persona que le quedaba esa tarde también se la quitaron aunque no por completo. La última; compañía, esa siempre tuvo un dilema con ella no dejándola respirar en paz. No, no dependía de compañía, afecto o que le demostraran cariño, pero nunca lo tuvo tan presente el amoroso como quisiera. Nunca fue lo más bonito que veían los chicos en su adolescencia, era aquella que estaba hasta detrás sumergida en sus asuntos, no era como las otras niñas que se las pasaban yendo en grupo al baño para verse al espejo, arreglarse hasta el mínimo detalle y esperando que las compañeras elogien lo bonitas que se ven; aunque solo era maquillaje e ilusión. Muñequitas perfectas en el molde perfecto. Una más idéntica a la anterior.

Y no es que fuera ajena a eso, Airi también hacia uso de esas cosas por gusto propio, pero no con las ideas que las demás tenían. Se olvidó luego de tantas cosas cuando murieron sus padres y las dejaron con al menos dos casas y una buena cantidad de dinero al que ella tuvo que acudir para los gastos médicos. Por eso se mataba trabajando sin parar, se sentía culpable de que la gran parte de ese dinero se fue en ella dejando a su hermana con poco, quería al menos darle lo que se merecía con el sudor de su frente para compensar ese gasto.

Daishinkan toda la noche permaneció sentado cerca de sus pies, en un borde de la cama. A ratos la miraba de reojo, pero la mayoría del tiempo solo miraba hacia la ventana que permaneció abierta durante toda la noche.

Hasta un gato negro logró ver qué se posó en el pequeño balcón, lo miró, movió sus bigotes y siguió su camino brincando a otro techo.

La joven a su lado solo daba vueltas en la cama, se cubría la cara con su almohada o con la sábana y volvía a dar otra vuelta. Daishinkan sabía bien que no podía dormir. 

Yo No Te LlaméDonde viven las historias. Descúbrelo ahora