Capitulo -27

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Estaba furioso con Daishinkan. Se había llevado a Airi sin dejar pista y estaba allí como si nada. Al menos eso creía. Quiso intentar colisionar su puño contra él, pero sin saber cómo solo golpeó el aire y casi cae si no es porque supo recomponer su equilibrio.

-¡Déjalo! -le gritó Airi al irse de inmediato hacia él para contenerlo.

-No debiste llevártela -le dijo Toan a Daishinkan intentando mantener la calma, aunque sus puños los mantenía apretados de la rabia.

Verdaderamente solo estaba desahogando la rabia contenida durante días, el temor de que Airi estuviera en peligro o incluso peor. Él quería descargarse en el sujeto que según pensaba era el culpable de su desaparición.

-Yo me fuí con él por mi propia voluntad -le dijo apretando al hombre de sus brazos con fuerza para que no se le acercara a Daishinkan, porque de algo si estaba conciente, no era debido intentar tal insolencia con el Gran Sacerdote- No intentes defenderme así, yo soy un adulto.

Toan miraba con rabia a Daishinkan, pero al oír a Airi bajó ligeramente la mirada hacia ella.

-La señorita Airi tiene razón -agregó Daishinkan- Ella es un adulto el cuál puede tomar sus decisiones de manera racional. Usted no debe porque tratarla como alguien incapaz -lo miró muy serio.

Toan ignoró las palabras de Daishinkan para prestarle atención de nuevo a Airi. Por ella no quería pelear, ambos tenían razón. En un intento por recobrar la calma, suspiró y abrió y cerró los puños un par de veces antes de relajarse.

-Si piensas alguna vez llevártela de nuevo, recuerda que ella tiene una vida aquí -le dedicó Toan a Daishinkan antes de pasar por su lado hacia la puerta de la casa de Airi.

Daishinkan solo alzó una ceja y lo miró con superioridad. Ese hombre humano quería defender a Airi como si fuese suya, que equivocado estaba.

-Usted debería recordar que la vida le pertenece a ella. Por ende puede vivirla como y donde se le plazca, no según lo que dicte usted o yo -añadió Daishinkan. Esas palabras desataron de nuevo el enojo de Toan.

Airi hubiera interferido con el arranque de ira de Toan y poner límites, pero de verdad estaba realmente mareada como para decir muchas palabras al respecto. Nunca hubiera dejado que otras personas discutieran por lo que era o no mejor para ella, por lo que ella decidiera o no, y por si era capaz de hacer o no hacer. Mucho menos casi a puños.

-Luego la veo, Airi. Debo marcharme -le dijo Daishinkan a la muchacha ignorando al joven enojado a su costado.

-Si, mejor vete -le dijo Toan a Daishinkan.

-Disculpe, pero no le he dedicado la despedida a usted -señaló el Gran Sacerdote al mirarlo con severidad- Hágame el favor y no se involucre en dónde no le corresponde.

Toan le dedicó una mirada bañada en rabia. Ese Daishinkan siempre tenía palabras para quedar mejor ante Airi. Y ese era uno de los motivos verdaderos de su enojo; celos. Sabía bien que la chaqueta blanca pertenecía a él, supo que con Dai fue con quién marchó, aunque ya había entendido que no fue por malas intenciones, por su propia voluntad dolía mucho. Saber que ella era capaz de huir con él le quemaba, le escocia por dentro. Le golpeaba el ego que otro "hombre" pudiera ganar su corazón, y con toda razón, el Gran Sacerdote tenía mejores puntos a su favor, según había apreciado. Y no, no sabía cómo la trataba, pero de seguro era mejor, porque Airi no se iría a los brazos de alguien que la trate mal; por eso supuso que le entregó su amor al que mejor le parecía. Lastima no pudo ser ese, lastima que no logró proveer mayor calidad en atención.

-Adiós, Dai -le sonrió cómo pudo- Luego lo veo.

Luego se eso se marchó, no estaba de ánimos para una controversia contra un mortal insignificante, después de todo ella era suya.

Yo No Te LlaméDonde viven las historias. Descúbrelo ahora