Capitulo -34

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Rápido pasaban los días. Todos acostumbraban a visitar a Airi casi todos los días. Ella se veía feliz, estaba feliz, vivía en una completa paz.

Daishinkan iba cada día sin falta,  incluso en ocasiones en las cuales ella no lo llamaba. Cada día, cada recuerdo suyo era ahora de él también.

Esa mañana estaba la hermana menor de Airi de visita allí. Estaba en la orilla de la playa, agachada recogiendo caracoles y demás; mientras Airi y Daishinkan solo estaban sentados en el pequeño muelle a unos metros de ella.

-Que linda está la mañana, ¿No cree? -comentó Daishinkan mirando el sol más allá del límite entre mar y cielo.

-Magnifica -contestó ella al apoyar su cabeza sobre el hombro de Daishinkan- Pero creo que hoy preferiré el atardecer -alzó su mirada a él y le ofreció una candida sonrisa.

Daishinkan solo cerró sus ojos lentamente como contemplando una y mil ideas atoradas que decidieron fugarse al mismo tiempo creando un huracán en su conciencia. Culpa no era, menos inocencia, era solo resignación y nada más. De pronto sintió que Airi se le escurrió de entre los brazos, pero lo que lo hizo abrir los ojos fue un salpique de agua en el rostro. Ella se había arrojado al agua.

-¿Quiere nadar a esta hora? -cuestionó Daishinkan mirando como esta estaba frente a él con todo y vestido. Era verde, parecía una de esas plantas flotantes en medio de esa agua cristalina- Hace frío.

-Tiene razón -le dijo.

Le extendió la mano para que Daishinkan la ayudara a salir, más solo era una trampa. Cuando tenía sujeta la mano de él, lo jaló para que también fuera al agua con ella. La fuerza del Gran Sacerdote era mayor, pero por ella se dejó tirar del muelle para terminar mojado por aguas saladas.

Airi solo reía de verlo todo empapado frente a ella; incluso tenía una expresión casi boba que era digna de fotografiar según ella. Parpadeó un par de veces antes de borrar esa expresión y cambiarla por otra. Le agradaba bastante ver a la muchacha reír de esa manera tan alegre.

¿Cuánto tiempo había pasado desde que Cus reparó el Llamado de Angeles? Tal vez tres meses, o incluso un poco más. No sabía a ciencia cierta, no contaba los días, para él era más importante los momentos, pues el sabía el límite de vida que le quedaba a ella. Pero prefería callar.

Ella se sumergió por debajo del muelle y un minuto después subió a la superficie con algo entre sus manos; un pequeño cofre de madera y metal el cuál el agua y la sal habían deteriorado. Lo colocó sobre el muelle y luego puso sus manos sobre la superficie de este para impulsarse y así salir del agua. Se sentó junto a ese pequeño cofre y lo colocó sobre sus piernas.

-Lo escondí allí abajo cuando era una niña -comentó mirando hacia el cofre.

Daishinkan repitió la acción de ella y salió del mar para sentarse a su lado.

Airi abrió el cofre y de allí sacó objetos cotidianos, pero que para ella parecían tener algún valor sentimental. Sacó un espejo que parecía ser de plata y pasó sus dedos sobre su superficie para quitar un poco las algas que se habían metido al cofre.

-Era de mi madre. Me lo dió cuando era pequeña. Me dijo que nunca lo perdiera, por eso lo guardé allí abajo -decía mientras miraba su reflejo por un pequeño tramo por dónde limpió con sus dedos- Esto me lo dió mi padre -dijo al sacar un collar con colgante en forma de concha marina- Me lo trajo de uno de sus viajes, dijo que era muy importante, y lo guardé allí porque también quería algo de él oculto del mundo.

Daishinkan no sabía porqué ella le decía esas cosas, ni siquiera se esperaba que sacara eso de debajo del agua. De pronto Airi llamó a su hermana, cuando ella volteó hacia ellos, le hizo una seña con la mano para que se acercará y lo hizo.

Yo No Te LlaméDonde viven las historias. Descúbrelo ahora