↣Capítulo veintisiete↢

1.6K 233 45
                                    


—¡Tú, idiota!— Jennie escuchó a alguien gritar mientras comía su ensalada durante el receso del almuerzo, sentada tranquilamente en una banca debajo de un gran árbol. —¡Voy a patearte el trasero hasta que estés lloriqueando y llamando a tu mamá! 

  El griterío se volvió más cercano, así que la castaña miró hacia arriba notando que una criatura desagradable llamada Chaeyoung se acercaba a ella. Vaya tono y palabras que poseía. 

—¿A un montón de arbustos, en serio?—Preguntó de manera histérica. Finalmente llegando a ella y empujándola hacia atrás con una de sus manos sobre el pecho de la contraria. —No la mereces. ¿Cómo pudiste? ¡Es tu maldita novia, no basura! 

  Claramente estaba echando humo y la expresión estoica de Jennie no estaba ayudando con su humor. 

—Lo sé. —Contestó demasiado tranquila para el gusto de Chaeyoung. Respuesta incorrecta, eso llevó a la rubia al límite. 

—¿A qué te refieres  con que sabes?—Prácticamente le gritó. — ¡No sabes nada, imbécil!

—Se lo compensaré, Chaeyoung. Lo prometo. —Dijo intentando mantener su temperamento, supuso que pasaría demasiado tiempo junto a la australiana dado a que era la mejor amiga de su novia. 

—Demasiado tarde, no dejaré que te acerques más a ella. —La amenaza en la declaración era innegable. 

—Por favor, mantente fuera de esto. —Le pidió de manera amable. —Además, no es de tu incumbencia. 

—Me parece que ahí te equivocas. —Negó haciendo un sonido con la lengua y acortando un poco la distancia, esperando que la mínima diferencia de altura hiciera un efecto en la mayor. —Es mi mejor amiga de la que estamos hablando, por supuesto que es de mi incumbencia. 

—No te interpondrás en mi camino. —Expresó como si fuese desde ya, un hecho. 

—Pruébame. — Susurró muy cerca de su rostro, su expresión tan salvaje como la de un depredador acechando a su presa. 

—No haré esto. —Jennie se dio por vencida dando un par de pasos hacia atrás mientras mantenía sus manos en el aire. —Te veo luego. 

—No, no lo harás. 

—Sí, si lo haré. Soy un tanto inevitable. —La expresión confundida de la rubia le dio hincapié a la castaña. —Aunque ya no quieras que seamos amigas, todavía estaré por aquí. No puedes alejarme de ella. 

  La surcoreana no se dio cuenta en qué momento su tono había cambiado, el momento en el que había comenzado a provocar a la otra con sus palabras. Asumió que se había puesto a la defensiva, el solo pensamiento de estar alejada de Lisa la sofocaba. 

—Lo diré de nuevo, pruébame. —Repitió burlona. —No me subestimes, Jennie. 

—Tsk, no lo hago. —Rechistó y confesó en un tono ciertamente molesto. —Pero tu tampoco deberías hacerlo conmigo. 

—Ya veo. —Elevó sus cejas, impresionada de que la castaña estaba peleando por la relación que tanto se esforzaba por negar en público. —Un placer verte de nuevo, gruñona. 

   Con la extraña y repentina aceptación, Chaeyoung se marchó. La castaña fue tomada por desprevenida con la acción, hasta el punto en el que realmente la asustaba. Si alguien tan explosiva como Chaeyoung se marchaba de una manera tan calma, debería tener una gran bomba entre sus manos a punto de estallar. 

  Jennie debía, ella necesitaba, hablar con su Lisa acerca de toda esta situación. Iban a resolver sus problemas a toda costa, sino se iban a convertir en algo más grande de lo que alguna de las dos podrían manejar, estaba casi completamente segura de aquello. Arreglarse con la tailandesa era la primer cosa que saltaba en su mente, pero se aseguraría de hablar de sus encuentros constantes con Chaeyoung también. 

  ¿Alguna vez sería capaz de dejarla fuera de sus asuntos? 

  Jennie entendía que era su mejor amiga pero no llegaba a lograr una absoluta compresión acerca de la relación que mantenían. Basándose en su pobre y escasa experiencia personal, estaba tan perdida como un elefante en medio de un océano. Ella nunca tuvo un amigo o amiga verdadero/a. 

  Ni siquiera estaba de que era lo que realmente la molestaba. Podría de haber sido la metiche  de Chaeyoung, quién siempre venía a ella para quejarse de una relación que ni siquiera era la suya. O también podría haber sido el  hecho de que su secreto más preciado y mejor guardado estaba  bailando en unos labios que no eran los propios o los de su amante. Estaba molesta, enojada acerca de un algo que no podía poner en palabras. Esa presión constante que sentía siempre que estaba al ojo público, en casa de sus padres o cada vez que Chaeyoung se acercaba a ella, no tenía en claro que era pero la enfurecía de sobre manera. 

  Mierda, incluso todavía debía arreglar su situación con su hermano. Pero el estaba siendo un completo mocoso y ardido con todo el asunto que era la culpa de ambos. Jennie estaba odiando la manera en la que estaba manejando su vida personal, todo iba cuesta abajo pero no podía hacer nada para evitarlo, incluso aunque lo intentara. Había perdido el fuerte agarre que tenía sobre ello. 

  Todos los pensamientos revolvían siempre acerca del mismo factor; Lisa. Todo siempre había comenzado con Lisa, desde todo bello como el deseo, el amor, la felicidad, la mínima libertad y un pensamiento revolucionario. Que lamentablemente había traído sus consecuencias como la opresión, la reprimenda, la inseguridad, la necesidad de tenerla cerca a tal punto de asemejarse a una dependencia. Jennie no entendía como algo tan maravilloso y simple como debía ser el amor, era algo tan complejo y oscuro cuando se trataba de su relación. 

  Entendía que gran parte de aquello se debía a su incapacidad de aceptar su sexualidad y repulsión interna hacia ese mismo deseo. Pero su falta de personalidad para hacerse cargo, no podía evitar intentar echarle la culpa de todos su errores a Lisa, o más específicamente a la relación y los sentimientos que mantenía con ella. 

  Entonces, comenzó a cuestionarse. ¿En verdad toda esa pelea valía la pena si todo lo que ella alguna vez luchó por tener estaba desmoronándose por ella?                                            

↣Homofobia↢ Jenlisa FanfictionDonde viven las historias. Descúbrelo ahora