↣Capítulo siete↢

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  Era un Domingo por la tarde, un día soleado y muy acogedor, Jennie caminaba por las orillas del río Han en busca de la paz y tranquilidad que tanto le habían hecho falta la última semana

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  Era un Domingo por la tarde, un día soleado y muy acogedor, Jennie caminaba por las orillas del río Han en busca de la paz y tranquilidad que tanto le habían hecho falta la última semana. Sus pies cubiertos por unas sandalias pisaban la hierba fresca que mojaba levemente la punta de sus dedos y sus ojos observaban curiosos el alrededor.

  El panorama cambiaba pero desde su punto de vista, siempre era el mismo. Lo único que cambiaba era la posición de los árboles y las personas pero todo se veía tan igual, familias reales, no como la suya, que querían pasar tiempo juntos, parejas siempre conformadas por un hombre y una mujer, como debía ser y adolescentes o personas mayores de edad, haciendo exactamente lo mismo que ella, buscando encajar en algún lugar del mundo.

  A medida que avanzaba y veía todas esas personas caer en los brazos del amor, Jennie se preguntó si alguna vez podría pasarle eso a ella. Los libros decían que sentías mariposas en el estómago, que tu cara ardía, tu corazón latía fuertemente dentro de tu pecho y que no podías dejar de pensar en un futuro junto a quién imaginabas a tu lado y aunque quizás era algo que no tenía planeado en un principio, todas esas emociones y pensamientos tenían nombre y apellido, Lalisa Manoban. Era una mujer y estaba mal pero ella no podía controlar todo lo que producía en su cuerpo cierta rubia que nunca había podido olvidar aunque ya pasaron más de dos semanas.

  Jennie había oído de la marcha del orgullo LGBTQ+ que hubo allí en Corea, en las fotos se mostraba a todo tipo de gente, todos llevando algún objeto color arcoíris y parecían sentirse a gusto en su propia piel, ¿cómo lo habían logrado si lo que ellos hacían era una abominación? Ella esperaba poder sentirse así algún día, orgullosa por ser quién era y de sus preferencias y gustos pero su más grande miedo también estaba presente entre todas las banderas y canciones. Ahí entre los transeúntes que seguían sus vidas normales, las miradas de asco y completo disgusto así como los comentarios denigrantes no habían faltado, proclamando la exclusión social y laboral de aquellos que estaban enfermos como para creer que la homosexualidad podía ser bien recibida, entonces Jennie nuevamente volvió a encerrar su mente y su corazón, todos escondidos en lo más profundo del closet.

  Llevaba caminando horas pero sus piernas no parecían sentir cansancio, su cabeza corría mil veces más rápido que sus pasos recorriendo la tierra y su alma que siempre permaneció enjaulada, parecía querer liberarse con cada minuto que pasaba. ¿Por qué estaba tan mal ser homosexual? No entendía muy bien porque sentía tanto asco de sí misma pero claro que lo hacía, sus padres la habían llamado enferma y bazofia más veces de las que le hubiese gustado escuchar sin tener la más mínima idea de que lo hacían pero Jennie también estaba segura de que no les importaría porque ella siempre fue el error de la familia.

  La morena se consideraba una persona infeliz porque a pesar de que estaba bien posicionada económicamente, toda su vida le había hecho falta algo esencial e importante en la vida de un ser humano, el amor. Jennie jamás se había sentido querida por sus hermanos o por sus padres. Para los primeros, ella era la primera a la que recurrirán si necesitaban un consejo pero luego hablaban blasfemias de los homosexuales y ella lo era, ¿la seguirían amando si se enteraran de su verdadero ser? No quería correr el riesgo. Para los segundos, ella había sido una sorpresa de la que decidieron hacerse cargo porque el aborto también era pecado, sólo servía para ser una linda foto en su billetera que mostraba a sus nuevos socios en las juntas de negocios. Lo más cerca a un amor realmente auténtico pudo percibirlo en sus días junto a Lisa, que la hacía sentir como una adolescente enamorada y justo en aquellas tardes en donde compartían tantas charlas y mantenían debates, pudo sentir de manera efímera lo que era la verdadera felicidad. Porque la rubia no sólo la hacía sentirse amada pero también aceptada en su totalidad, ella siempre había mostrado su apoyo a la comunidad a la que ambas pertenecían y Jennie nunca se había mostrado tan real y transparente como lo había sido con ella.

  El sonido del agua fluir seguía llenando sus oídos y se atrevió a levantar su vista que había recaído en el río, cansada de ver siempre la misma heterosexualidad que la hacía sentirse mareada y enferma. Muy a lo lejos, en la otra orilla, sus ojos pudieron percibir algo no tan común en Seúl y curiosa, siguió acercándose hasta quedar frente a dos figuras masculinas que no se percataron de su presencia. Estaban sumidos en su propio mundo, observando con detalle el rostro del contrario como si fuesen la cosa más maravillosa que hayan presenciado alguna vez, sonrisas que parecían mágicas plasmadas en sus rostros que se encontraban bastante cerca, sus cuerpos entrelazados sobre una manta a cuadros rojos y blancos, su aura irradiando amor por dónde quiera que se la viese. Cierta envidia creció dentro de ella al ver como los dos jóvenes parecían tan ajenos a su mirada y a la del resto, que tenían pintado el descontento en ellas, era como si no les importara que crean que tenían la enfermedad. Pero lo que más apreciaba y admiraba era que la pareja parecía feliz, sus manos juntas y sus labios moviéndose, diciendo palabras que no podía oír pero que provocaban un sonrojo por parte de ambos mientras que sus sonrisas se ensanchaban y de vez en cuando ocasionaban una carcajada.

  Jennie cerró los ojos e imaginó una escena parecida pero las protagonistas no eran nadie más que Lisa y ella, siendo felices juntas y queriéndose mutuamente, como hasta ahora lo habían hecho. Para cuando abrió sus orbes marrones, los chicos estaban besándose y cada movimiento denotaba el amor que existía entre ellos y que parecía prevalecer a pesar de las palabras grotescas que terceros les dedicaban.

  Jennie volvió a cada esa tarde con un sentimiento de esperanza florenciendo en su interior, quizás no todo era tan malo, el amor parecía ser un sentimiento muy poderoso y sanador, a lo mejor retenía un poder todavía más fuerte que el de todos los homófobos como ella. La idea de volver a buscar a Lisa no parecía tan mala después de todo y tampoco lo era la idea que tal vez algún día ella pueda encontrar esa felicidad que vio en la pareja de chicos en los brazos de la rubia.

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Ayer, 17 de Mayo del 2020, se cumplían 30 años desde que la OMS quitara la homosexualidad de la lista de enfermedades mentales, por lo tanto, ese día se conmemora el Día Internacional en contra de la Homofobia, Transfobia y Bifobia.

Espero que jamás tengan miedo de expresar sus preferencias ni tengan que ocultarlas, ni tampoco que teman a explorar su sexualidad como cualquier ser humano.

El amor es muy lindo para esconderlo dentro de un closet y espero que tengan una muy feliz vida sin que los juzguen, ya sean heterosexuales, homosexuales, bisexuales o cualquier tipo de orientación con la que más se sientan identificados💛

↣Homofobia↢ Jenlisa FanfictionDonde viven las historias. Descúbrelo ahora