↣Capítulo diecisiete↢

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  Jennie había mantenido su rutina y su vida como si nada hubiese pasado, como si Lisa jamás hubiese existido y como si las mariposas en su estómago estuviesen muertas. Hace más de seis meses que no había visto a su hermano Taehyung y por ende, tampoco había visto a la pelinaranja.

  Por más que actuara como si no le importase, Jennie siempre meditaba por la noche y se sentía tanto una cobarde como una horrible persona. Había huido una vez más pero esta vez no tenía intenciones de volver, Lisa parecía cada día un recuerdo distante, un presente ausente y su sonrisa poco a poco parecía desvanecerse de su mente. Con Taehyung sucedía lo mismo, ya no podía recordar con exactitud las facciones del rostro de su hermano o el tono de su voz y se odiaba por ello. A Jennie le hubiese gustado tener la valentía o haber nacido en otras circunstancias pero el asunto era demasiado para ella, no podía aceptarlo. No podía aceptarse, ignorarlo era más fácil.

  Hoy habría una gran cena familiar en el hogar de los Kim, de esas que hacen por lo menos una vez al mes, una tradición que a nadie le importaba pero debía mantenerse por las apariencias. Jennie no esperaba que fueran muchos, Jisoo y su prometido Jin, sus padres y ella. Por eso, se sorprendió cuando vio que habían colocado dos platos más en la mesa pero antes de que tuviera tiempo para cuestionarle a su madre, el timbre sonó en la residencia Kim. El matrimonio fue quién abrió y al escuchar los murmullos que provenían de la entrada, Jennie no pudo con su curiosidad y dejó las papas que estaba pelando para poder ir a espiar a los invitados.

  Lamentablemente, no tuvo éxito alguno. Sus padres bloqueaban la vista y parecían no tener intenciones de dejar de charlar muy pronto, así que decidió volver a su labor para no recibir un regaño, o peor, un reto por parte de la Señora Kim. De todos modos, podría ver a los a los intrusos durante la cena.

[...]

  Casi una hora más tarde, Jennie salió de la cocina secando el sudor de su frente, hacía demasiado calor ahí dentro con tanta estufa prendida, mientras intentaba airearse un poco con su mano, caminaba hacia la gran sala de estar, atravesando el comedor vacío. Se detuvo en la puerta cuando la vista de Taehyung sentado en el sofa junto con sus padres la recibió.
¿Acaso ellos habían cambiado? ¿O simplemente decidieron perdonar a su hermano porque era el más pequeño y el favorito?

—Tae—Dijo sorprendida, su boca abriendose levemente—. ¿Qué estás haciendo aquí?

—Vine a cenar Jennie—Sus labios tenían una sonrisa pero sus palabras salían duras, llenas de resentimiento—. ¿Qué no es obvio?

—Pero yo creí...—Intentó explicar mientras señalaba a sus padres y a él repetidas veces.

—Eso ya no importa Ruby—Ahora fue su madre quien habló, defendiendo, como no, a su hermano—, Tae esta muy arrepentido. ¿Verdad cariño?

  La señora Kim miró al menor con adoración en sus ojos, esa adoración que Jennie tanto deseaba y que la hacía sentirse enferma porque aunque ella haya hecho sus mejores esfuerzos y aunque jamás haya cometido un error como el de Taehyung, nunca la querrían tanto como a él.

—Cierto madre, he cambiado Jennie.

—¿Entonces ya no eres gay?—Cuestionó confundida.

—¡Ruby Jane, en esta casa no se dicen tales barbaridades!—Su padre la regaño furioso en un tono de voz grave, que hizo que la morena tuviese miedo de ellos y se encogiera en su lugar.

—¿A qué viniste Jennie?—Preguntó su madre más calmada.

  Y la surcoreana volvió a sentirse fuera de la pintura, como si no perteneciese a esa casa. Su madre la estaba echando sutilmente, por como había dicho sus palabras, sabía que quería que se largara de ahí lo más pronto posible.

—Uhm, nada. Ya metí toda la comida al horno, estaré en mi habitación, me avisan cuando esté—Dijo antes de marcharse y subir las escaleras hasta su cuarto.

  Las lágrimas se agolpaban sobre sus ojos cuando estrelló su cara contra la almohada, no importa cuando tiempo pasara, jamás lograría acostumbrarse a sentirse insignificante en su familia. Era un cero a la izquierda, la hacían sentirse pequeña y sobre todo la hacían sentirse idiota. Jennie anhelaba ser el orgullo de sus padres por más que estos la trataran como la basura misma y eso la hacía cuestionarse el poco amor propio que tenía. Se sentía tonta porque a pesar de todo, quería encajar dentro de la familia que siempre había soñado con tener y estaba tan sumida en ese deseo, que se sometía a cosas que no quería hacer y dejaba sus propios gustos de lado sólo para intentar complacerlos.

[...]

 

Jisoo había subido a avisarle a la morena que la comida ya estaba servida y ambas Kim bajaron juntas, dirigiéndose al comedor.


  Lo que Jennie jamás hubiese imaginado ni en un millón de años, fue que Lisa se encontrara sentada en su mesa, de la mano de su hermano. La surcoreana sabía que sus padres adoraban a la pelinaranja, era el prototipo de mujer perfecta según ellos, con una belleza exótica, personalidad humilde e inteligente a más no poder.

  La sorpresa en su cara debió haber sido muy evidente porque Taehyung carraspeó fuertemente, sacándola del shock inicial y devolviendola al planeta Tierra.

—¡Jennie!—La llamó con una sonrisa landina, sabiendo exactamente lo que hacía—. ¿Recuerdas a Lisa, cierto?

  La pregunta era un tanto sarcástica en los oídos de la morena, que ya había tomado asiento justo frente a la susodicha, quien estaba evadiendo su mirada en ese momento.

—Sí, claro que la recuerdo.

—Me alegra pero ahora quiero presentártela oficialmente—Había cierto brillo divertido en los ojos de Taehyung que enfurecía tanto a Jennie, lo estaba haciendo a propósito—. Te presento a Lalisa Manoban, mejor dicho Lisa, mi novia.

  La boca de la morena se abrió en una perfecta "o" de la sorpresa.

  ¿Desde cuando Taehyung era heterosexual?

  Y lo más importante de todo...

  ¿Lisa no era lesbiana?

↣Homofobia↢ Jenlisa FanfictionDonde viven las historias. Descúbrelo ahora