↣Capítulo tres↢

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No quiero ser pesada pero si votan y comentan me ayudan muchísimo, eso es todo, disfruten.

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—No quiero ser arquitecta—Les confesó Jennie un día a sus padres—, no es la carrera que me gusta ni lo que me apasiona.

  El matrimonio Kim jadeó de sorpresa y sus rostros rápidamente se pintaron de horror. Su madre, la más indignada e incrédula, llevó su mano a su pecho para intentar calmarse. La noticia no sólo los había agarrado desprevenidos pero también los había disgustado por completo.

—¿De qué estás hablando Jennie? —Preguntó su padre en un tono sombrío. El susto se había esfumado y ahora sólo había una seridad atemorizante dominando su semblante.

—No me gusta la arquitectura, nunca me gustó. Sólo lo tomé porque ustedes me amenazaron para hacerlo—Reveló.

  Jennie había estado acumulando la gran valentía que requería ir en contra de sus severos padres durante meses. Había tenido una larga conversación con Lisa hace mucho tiempo en donde finalmente la pelinaranja la convenció de confesarle al matrimonio Kim sus deseos. ¿Qué era lo peor que podría suceder de todos modos?

  Oh no tenía ni idea.

—Esto es inaceptable Ruby Jane—Contestó su madre—. Mira las tonterías que dices.

—No son tonterías madre, es la verdad.

  Las expresiones de sus padres comenzaron a volverse más oscuras y Jennie comenzaba a sentirse pequeña e indefensa. El cuarto parecía achicarse mientras ella retrocedía siendo acorralada por sus superiores que parecían lobos hambrientos, con las garras afiladas y a punto de arrancar su cuello de un tirón. Jamás había visto esta faceta de ellos y la asustaba, nunca creyó que en sus más de cincuenta años de edad, podrían ser tan tenebrosos.

  Jennie y Lalisa se habían hecho amigas cercanas con una muy evidente atracción que decidían ignorar pero sus ojos las delataban. La menor en su gran afán de que Jennie tomara las riendas de su vida, le propuso la idea de cambiar su carrera universitaria y la morena no pudo parar de pensar en aquello luego de que las palabras salieran de la boca de la rubia. Todos los días iba a una universidad costosa a estudiar una carrera tan extensa y pesada que no disfrutaba en lo más mínimo, no tenía sentido y finalmente, muchas semanas después decidió dar el gran paso. Jennie era una mujer adulta pero aún así a los veinticuatro años de edad, no dejaba de buscar esa aprobación que tanto necesitaba de sus figuras paternas y que ellos aceptaran el nuevo rumbo que quería tomar su vida, era de suma importancia y casi vital para ella.

—Nosotras nunca te hemos obligado a nada Jennie—Siguió la señora Kim esbozando una sonrisa maquiavélica—. Todo lo has hecho tu por gusto propio.

  La menor se detuvo en seco frente a sus padres y se plantó con una firmeza que duró poco, se esfumó en cuanto sintió cómo su padre la tomaba fuertemente del hombro y su madre del brazo.

—¿No es así cielo?—Preguntó el señor Kim y Jennie tragó duro antes de responder.

—No-auch—Exclamó cuando sintió como el hombre ejercía presión en el agarre—No es ci- ¡Ah!—Gritó del dolor que sintió cuando su madre clavó sus afiladas uñas de manicura cara en la parte superior de sus brazos. Ambos parecían apretar cada vez más fuerte creando un ardor demasiado molesto y en cualquier momento saldrían gotas de sangre de su brazo si es que no paraban.

   Jennie no entendía que demonios estaba pasando, sus padres nunca habían sido tan violentos pero parecía que no se detendrían hasta que cediera. Y comprendió en ese entonces que ella jamás conoció a sus padres ni a toda la malvadad que ellos contenían dentro de sí, nunca había desobedecido por lo tanto nunca fue merecedora de un castigo de su parte. Pero su memoria estaba tan fresca como si hubiese sido ayer, Jisoo no siempre había sido la hermana y mujer perfecta, ella también había tenido una etapa rebelde que no duró mucho tiempo y ahora entendía el porqué. A veces la veía cojeando y adolorida, no dejaban que vean su espalda y sus hombros siempre estaban cubiertos y había llegado al punto de usar maquillaje excesivo para tapar las marcas en su bronceada piel que de un día a otro, se tornó blanquecina.

  ¿Con qué clase de monstruos había estado conviviendo? ¿Qué podrían hacerle a ella si se enteraran de su enfermedad?

  Jennie sintió pánico por su futuro académico, económico, sentimental y físico. No se había dado cuenta de lo mucho que dependía de sus padres, ellos controlaban todo. Sus cuentas bancarias, el pago sus estudios y el alquiler de su apartamento y hasta elegían los productos que ingería meticulosamente, contando cada caloría de cada uno. Si ella abandonaba la carrera de arquitectura, quedaría en la calle y habría tirado a la basura todo por lo que alguna vez luchó, el orgullo de estos mismos. Además, si ellos se enteraran de lo sucia y pecadora que era por estar mirando a las mujeres pero más a una en específico, la molerían a golpes. La evidencia de Jisoo y sus brazos punzantes de dolor eran señal suficiente de no desobedecer o ir contra la corriente.

  Hay cosas que están predilectas a ser de cierta manera y Jennie comenzaba a pensar que toda su vida era una de ellas, no podía escapar de la autoridad y el poder que sus padres ejercieron en ella desde que tenía capacidad de recordar.

—Creo... Creo que tienen razón—Habló y el agarre aflojó—. Estaba sólo confundida, por supuesto que quiero ser arquitecta—Sonrío tan falsamente que pudo notar como un pedazo de su propia personalidad desaparecía.

—¡Ah cariño!—Dijo la madre de Jennie aliviada y alegre—. Sabía que entrarías en razón.

—Estamos muy orgullosos de ti Ruby—Completó su padre—. No nos vuelvas a fallar.

  Y abandonaron la habitación luego de sobarle los brazos a la pequeña y besar su frente. Jennie no podía sentirse feliz porque había logrado conseguir el orgullo de ellos porque sabía que no eran más que palabras vacías que sólo servían para ejercer presión y doblegarla. El cambio de humor en ellos había sido tan drástico que la frase "las apariencias engañan" tenía muchísimo más sentido ahora. El matrimonio Kim a simple vista parecía no poder matar ni a una mosca pero lo cierto es que podían matar a todo un zoológico entero tan discretamente que nadie se daría cuenta de ello.

  Subió a la habitación que aún conservaba en casa de sus padres y su labio inferior que había estado temblando durante el trayecto, paró de hacerlo cuando cerró la puerta y estalló en un silencioso llanto. Miró sus brazos, amoratados, rasguñados y ensangrentados, sintiendo como le dolía más su interior que las heridas externas. Sobre su escritorio yacían un par de revistas de moda y algunos de sus propios bosquejos que había diseñado no mucho tiempo atrás.

  Jennie se había decepcionado pero sabía que Lisa lo estaría aún más.

  Pero no pudo darse cuenta de lo más importante que era que comenzaba a perderse a sí misma.

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No sé si me duele más escribir esto o tener que releerlo para corregir todo.

Cuidense y lxs amo, gracias por leer y por su apoyo💛

 

↣Homofobia↢ Jenlisa FanfictionDonde viven las historias. Descúbrelo ahora