Jennie estaba de pie frente al amor de su vida, incapaz de iniciar una conversación con ella, asustada de producir sonido alguno. Ella tan sólo se quedó parada, observando los movimientos sutiles de su pareja acompañados de su mirada suplicante, como si estuviese esperando que una oración de su parte hiciera que todo el dolor se fuese. La castaña nunca supo como lidiar con la confrontación, ella sólo sabía huir sin mirar hacia atrás. Esto era una nueva experiencia para ella, como todo lo que tenía que ver su novia lo era.—¿Quién te dejó entrar?—La pregunta sonó grosera, incluso molesta. Pero la coreana sabía que era su mecanismo de autodefensa.
—Alguien. —Le contestó sin querer causar más problemas. —Pero no estoy aquí para discutir contigo.
—¿No?—Sonaba sorprendida. —¿Entonces qué haces aquí?
La morena casi hace una mueca ante la dureza y destitución en su voz.
—En un principio había venido a disculparme. —Lentamente, Jennie comenzó a hacer pasos pequeños para llegar a la pelinaranja. — Pero no es como las otras veces, esta vez no escapé de ti. Estoy aquí para quedarme, para amarte y escucharte cuando tú tengas ganas de hacerlo.
—Te tomó dos días volver a mí.
—Estaba intentando darte tu espacio, me dijiste que lo necesitabas. —Le retucó con confianza mientras los ojos de Lisa se suavizaban. —Pero apenas pude pegar un ojo intentando descifrar como compensarte toda esta situación.
Justo en ese tiempo, la morena se las había arreglado para alcanzar a la pelinaranja y posar sus brazos delicadamente alrededor del pequeño cuerpo, capturandola en un abrazo tan suave que era casi un agarre. Forzaba intimidad, ojos encasillados en los otros hasta que una de ellas se avergonzaba y apartaba la vista, sólo para volverla segundos después.
—La respuesta llegó a mí de las manera más inesperada. —Jennie jamás diría en voz alta que Jungkook se la otorgó. Lisa dejó que un mohín decorara sus labios, curiosidad sacando lo mejor de sí. —Entonces ahora, no he venido a disculparme, ni tampoco debería. No mereces un montón de palabras que ya has escuchado antes, mereces más de mi parte. Mis acciones, una demostración de todo lo que he dicho puesto en práctica.
La morena trazó el contorno de los labios de las menor, hablando de una manera pausada mientras borraba el mohín antes mencionado. Las dos estaban agradecidas de haber decidido tener la conversación en el cuarto de la pelinaranja. La intimidad del momento era fuerte y casi demasiado intensa. Envueltas en la más hermosa e única burbuja, ninguna de las dos tenía deseos de ser interrumpidas y forzadas a volver a la realidad, donde todas las dificultades parecían hacer camino directo a sus vidas.
—No te soltaré la mano de nuevo, a no ser que sea extremadamente necesario. Y prometo que te diré antes de hacerlo. —Sonrió a medias. —Me siento orgullosa de ti aunque no esté muy orgullosa de mí misma. Quiero salir contigo a lugares y disfrutar de tu compañía fuera de estas cuatro paredes. Ahora, no diré que será fácil para mí y tampoco podremos hacer más que ir de la mano y abrazarnos de manera ocasional. Pero son pasos, pasos de bebé que eventualmente se volverán hábito y que llevarán a pasos más grandes. Sólo persevera un poco más, no te rindas conmigo ahora, por favor.
Los ojos de la castaña estaban brillando con esperanza sincera, cada palabra la decía con intención. Tan similar a otras veces pero a la vez tan diferente. No había hecho excusas, no se había disculpado y tampoco había hecho promesas que sabía que no podía cumplir.
—Está bien. —Lisa aceptó, su sonrisa más grande que nunca. —Pero prometeme que nunca jamás pero de los JAMASES, me empujarás a un montón de arbustos de nuevo.
Jennie se río maravillada, felicidad recorriendo las vibraciones del sonido. Sus ojos mucho más pequeños mientras dejaba sus encías a la vista.
—Lo prometo. Mejor aún, lo juro. —La abrazó aún más fuerte, necesitando estar cerca.
—¿Podría tener eso por escrito?—Bromeó mientras se retorcía entre los insistentes brazos de Jennie, queriendl tan sólo liberar sus extremidades. —También quisiera una garantía. Algo así como, "si no cumplo esta promesa fundamental, le regalaré a Lisa la mitad de todas mis pertenencias. Comida siendo la más importante de estas."
Una vez más, la castaña río ante el tono exageradamente grave y diplomático de la pelinaranja, que probablemente hubiese ido en compañía de un gesto con su dedo si no hubiese estado atrapada. Dios, cómo amaba a esa mujer con pasión. No podía describir el sentimiento que inundaba su pecho al mirarla ser tan vívida y adorable. Su pecho se sentía inmenso como si estuviese inundado por orgullo pero al mismo tiempo su corazón se sentía extremadamente pequeño, se encogía en una positiva pero moderada manera dolorosa.
—Eres tan graciosa, Lisa. —Le dijo en un tono sarcástico pero sin necesariamente mentir.
—Lo soy, en realidad.
—¿Te gustaría conocer a mis amigos? — Jennie sorprendió a Lisa, e incluso a sí misma con la pregunta. La verdad ella no tenía demasiados amigos. —Estoy segura de que te amarán.
La pelinaranja se sintió ligeramente avergonzada, mejillas con un tierno color rosado y su boca apenas entreabierta del shock inicial. El sentimiento inmenso atacando de repente su pecho también.
—¿De veras?—Preguntó en una voz demasiado aguda, incapaz de esconder su entusiasmo. Jennie sólo asintió. —Me encantaría.
—Genial. Arreglaré una cena para el Martes por la noche. —Estableció. —¿Va bien contigo?
Lisa separó a Jennie de su cuerpo y se fue directo a su ropero mientras Jennie se sentó en su cama de dos plazas.
—Que fecha más extraña de pensar. —Murmuró al mismo tiempo que apuntaba con su dedo el objetivo en el calendario. —Pero funciona perfectamente bien, está hecho.
—Bueno, recuerdo que ese es el único día que Irene tiene libre durante la semana. —Explicó.
—Oh, ¿pero por qué no los fines de semana?—Cuestionó en un triste, empático tono de voz.
—Porque los fines de semana son todos míos. —Le respondió con un timbre atrevido y dedicándole una mirada seductora.
—Eres una puerca. —Lisa arrugó su nariz, luciendo cachetona y adorable.
—Hey, una mujer puede soñar. —Jennie levantó sus brazos en el aire y recostó adoptando esa posición.
—¡Estoy tan emocionada!—Lisa chilló, dejando caer su cuerpo al lado de la castaña. —No puedo esperar a conocerla.
Jennie sólo sonrió, saboreando cada mínimo momento de felicidad de su novia.
—¡Oh Dios mío!—Lisa golpeó su brazo, entusiasta de la idea que le había llegado. —Imagínate conociendo a mis amigos.
Y justo así, fue como la sonrisa desapareció. No tenía intenciones de conocer a esa insoportable ardilla de nuevo, y peor aún, tener que fingir que le agradaba por el bienestar de su novia.
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↣Homofobia↢ Jenlisa Fanfiction
Fanfiction↣No puedes odiar lo que eres... ¿Verdad?↢ ↣Contenido homosexual, si no les gusta, NO lean. ↣Actualizaciones frecuentes. ↣Historia original.