↣ Capítulo treinta y uno↢

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El pueblo ha sido leído y escuchado, por eso mismo decidí continuar la historia hasta el final. Gracias por motivarme a escribir y continuar con lo publicado. Realmente estuve un poco triste porque había escrito unos cuatro capítulos a mano pero lamentablemente se borró toda la tinta porque se me cayó agua del termo sobre las hojas. Sin embargo, aún tengo una leve idea de lo que escribí y voy a intentar replicarlo lo mejor posible. 

  Jennie esperaba nerviosa, apretujando sus manos delante de su regazo mientras ojeaba la puerta de madera que la separaba de su próximo gran paso para enmendar todos sus errores pasados y cambiar por completo su presente

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  Jennie esperaba nerviosa, apretujando sus manos delante de su regazo mientras ojeaba la puerta de madera que la separaba de su próximo gran paso para enmendar todos sus errores pasados y cambiar por completo su presente. 

Su clase había terminado hace aproximadamente una hora y con los nervios carcomiéndola por dentro, decidió quedarse a esperar a que Irene salga de su clase para almorzar juntas y hacerle la gran pregunta. Después de todo, había prometido que iba a intentar ser más abierta y expandir sus límites de a poco por Lisa.

Cada minuto que pasaba provocaba una nueva duda en la mente de la castaña, que comenzaba pensando en la ensalada que llevaba en su tupper para terminar en los límites de un mundo libre, dónde existieran los matrimonios legales entre personas de su mismo sexo y que, sobretodo, no existiese prejuicio alguno acerca del tema. Detestaba un mundo tan podrido que veía atrocidades en la felicidad ajena.

Entre tanto pensamiento, los minutos restantes pasaron volando y con la incertidumbre de cómo cambiaría su vida, Jennie decidió tomar el riesgo de querer un futuro mejor y de ser feliz a pesar del resto como aquellos muchachos que una vez cruzó en la orilla del río.

—¡Irene!—La llamó, alzando su voz para hacerse oír entre el murmullo de los estudiantes que desalojaban el salón.

La cabellera negra y sedosa de la mayor voló en el aire cuando se dio vuelta para observar quién la había llamado. Su rostro no ocultó su sorpresa, no era habitual que Jennie la esperara ese día.

—Jen, ¿qué sucede?

Jennie se relamió los labios, sintiendo que se partían en grietas casi al instante pese a no haber pronunciado más que su nombre aún.

—Uhm, me preguntaba si querías almorzar conmigo hoy. —Le confesó, levantando la bolsa de plástico que contenía todo lo que necesitaba. — Hay algo que quiero preguntarte y creo que es un buen momento.

—Oh, claro. No tengo problema. —La mayor abrió sus ojos con leve sorpresa pero no impidió que una sonrisa reconfortante llegara a sus labios. —Tengo que ir a buscar mi almuerzo a un par de cuadras, ¿quieres acompañarme o prefieres buscar un lugar para sentarnos a almorzar?

Jennie lo meditó durante un buen minuto, considerando todas las opciones que podrían presentarse. Si buscaba un lugar podría tener un poco más de tiempo para pensar con un poco más de claridad las palabras más adecuadas de invitarla a cenar para que conozca a su novia, sin embargo eso también podría implicar un problema porque al estar acostumbrada a ser la niña perfecta, tendía a sobre-pensar las cosas y ahogarse en algo tan pequeño como una gota de agua. Si acompañaba a Irene, la insistente pelinegra podría empezar a preguntar cosas de las que aún no estaba dispuesta a hablar, pero al menos no tendría que superar la ansiedad social de estar rodeada de grupos de personas cuchicheando mientras ella se encuentra sola y muy consciente de sí misma. 

↣Homofobia↢ Jenlisa FanfictionDonde viven las historias. Descúbrelo ahora