Taehyung siempre supo que no era cómo los demás niños, él no tenía un interés genuino por las cosas que debían hacer porque los haría ver más masculinos. Sin embargo, jamás dijo palabra alguna porque si algo había aprendido, era que lo que no se consideraba "normal" estaba mal. Un día uno de sus compañeros, Jimin, se negó a jugar fútbol con ellos en el recreo y decidió ir a saltar la cuerda con las demás niñas, en el momento nadie dijo nada pero después... Después comenzó el verdadero tormento del pequeño niño de cabellos rubios, que sufrió burlas, empujones y demás por ser demasiado "afeminado" y ni se te ocurra acercarte, que se te podía contagiar lo enfermo. Tae no comprendía porqué lo habían apartado, había optado por un pasatiempo distinto, nada más. Era pequeño, cuando nuestro cerebro está en desarrollo, las cosas que suceden a nuestro alrededor nos marcan y el pequeño Tae, aprendió a reprimir sus ganas de ir a jugar con las niñas si es que no quería terminar como el pobre Jimin.En casa, se escabullía a la habitación de su hermana mayor, Jennie, y juntos creaban los juegos más divertidos en donde no se le ponía límite a su imaginación. Jugaban a los piratas, a los médicos, a los cocineros y muchísimas cosas más. Les gustaba pasar las tardes en la cueva que creaban con las sábanas, llenando el pequeño espacio de juguetes, intercambiando roles y estallando en risas. Uno de esos días interminables y agotadores, su madre subió a la habitación de la morena, encontrándose a ambos de sus hijos jugando a las muñecas, la escena era tan inocente pero, ella lo miraba con sus ojos de adulto, que no entendía el accionar tan puro de sus hijos. Tomó bruscamente a Tae del cuello de su remera y arrastrando lo llevó a su propia habitación, lo obligó a jugar con armas y autitos que le habían obsequiado y no le gustaban para nada pero no debía hacer enfadar a su madre, podría ser peor. Más tarde, su padre vino a hablarle y a explicarle porque debía hacer ciertas cosas y aunque sólo creo dudas en su pequeña cabeza, no cuestionó ni replicó nada porque tenía muy en claro que no debía meterse con los estándares que le habían impuesto.
"Es de maricas Taehyung" Le dijo el hombre que le dio la vida.
Pasaron los años, él se convirtió en un adolescente, ya se había acostumbrado a las actividades que le tocaba hacer, como jugar al fútbol, a los videojuegos, a los autitos y demás. También vestía de colores oscuros, nada vibrantes, y siempre mantenía una cara seria que lo hacía ver cool. Se volvió uno de los niños más populares en su escuela, no sólo por su inmenso atractivo, sino también porque era amable y generoso con todos. Con la pubertad y los cambios, viene el exceso de hormonas y tanto sus compañeros como compañeras, empezaron a mirar con otros ojos a los demás. Muchas niñas se le acercaban a decirles que les parecía lindo y que les gustaba pero no causaba ni una pizca de emoción en el pelinegro.
"¿Por qué rechazaste a Sooyoung? Es la niña más bonita de la escuela" Le reprochaban todos sus amigos pero el sólo veía belleza física, y no es que Sooyoung haya sido una mala persona pero cada vez que ella lo tomaba de la mano, todo se encontraba vacío.
Pensó que era algo "normal", que sólo era porque no era la indicada, que algún día encontraría a una chica que le haga sentir las tan famosas y aclamadas mariposas en el estómago, y fue así, sólo que con un ligero cambio en los eventos. Iba caminando por los pasillos del secundario, era ya su segundo año ahí y de repente, del otro lado del corredor, sus ojos se topan con la figura de Yoongi, un senior. Era la primera vez que lo veía y era tan guapo que su corazón dio un extraño brinco que decidió ignorar. Se hicieron amigos con el tiempo y Tae no entendía porqué se ponía nervioso al tener al castaño tan cerca y porqué se ruborizaba cuando sus manos se rozaban accidentalmente.
"Chu, ¿cómo se siente cuando te gusta alguien?" Y su hermana mayor, Jisoo, lo aconsejó y le explicó. Taehyung entendió que le gustaba Yoongi.
No se lo dijo jamás a nadie, no podía confiar en sus amigos, ni en su familia. En la iglesia le habían enseñado que ser homosexual era un pecado y aunque él no se lo tomaba enserio, ni le generaba conflictos con su sexualidad, sabía que no debía decir palabra para no ser como el pequeño Jimin. Nunca retuvo sus sentimientos, sólo se dedicaba a contemplar la belleza de los demás chicos en silencio. Pasó toda su adolescencia dentro de un closet.
Creció y de repente estaba en la Universidad, era el segundo más inteligente de su clase, Lalisa Manoban era la primera y el tercero, era Jeon Jungkook. Su primer y único amor. Al principio había sido sólo un crush inocente pero tal como a Jennie le sucedió con Lisa, al ir conociendo más en profundidad al chico con apariencia de conejo, Taehyung comenzó a enamorarse de él. Se reunían a escondidas, en lugares como la biblioteca o sus casas cuando no había nadie, vivían un romance secreto de película y estaban satisfechos con aquello. Jungkook le enseñó lo que era el amor y las mariposas en el estómago, lo que era la felicidad y las sonrisas, lo que era amar y ser amado de vuelta. Estar acurrucados en la cama del mayor, viendo películas y robándose besos de vez en cuando era su hobbie favorito, que les hubiese gustado continuar por mucho tiempo si lo hubiesen tenido. Tan sumidos en su propio mundo, no escucharon los pasos subir por las escaleras y acercarse la puerta, no pudieron ocultar el hecho de que estaban besándose cuando la madre de Taehyung ingresó a la habitación y observó horrorizada la escena, con asco en sus ojos e indignación en su mirada.
Otro enfermo más.
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↣Homofobia↢ Jenlisa Fanfiction
Fanfiction↣No puedes odiar lo que eres... ¿Verdad?↢ ↣Contenido homosexual, si no les gusta, NO lean. ↣Actualizaciones frecuentes. ↣Historia original.