Capitulo 10

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Samantha...

Han pasado tres días desde que el italiano se fue, el día que partió estaba en la terraza de su hermosa casa leyendo una novela de época cuando pusieron un jugo de fruta a mi lado.

--Lucía!!! - Me levante y la estreche entre mis brazos.

--Señorita Samantha, me alegro volver a verla.

--Sammy... Llámame Sammy!..

--Usted va hacer la señora de la casa y...

--Y me seguirás llamando Sammy por que eso es lo que deseo. Ven siéntate.

--Señorita no puedo....

--Si puedes yo te lo estoy ordenando en cualquier caso que alguna otra le vaya con el chisme a Giulio.

--Supe algunas cosas Sammy... Se encuentra bien?

--Te diría que si pero no, luego de aquella horrible noche, las cosas no han ido para nada bien.

--Supe que la señora Simonetta esta internada, el señor prácticamente le destrozó las rodillas.

--Me estaba ayudando a huir, ella me llevó a la embajada de Estados Unidos pero Giulio me encontró allí, y no sé cómo lo supo pero al volver a casa me implantó tres rastreadores. Nunca seré libre Lucía.

--Sammy....

--No me veas con compasión o lástima, yo debí haber dicho que no ese día. Simplemente me deje llevar por mi deseo de libertad. Sin medir las consecuencias.

--El señor Mancini me ordenó expresamente que le ayudara con los preparativos de su boda Sammy. Y él no tardará en llegar.

Resoplo olvide por completo ese detalle.

--No quiero participar. No quiero elegir nada, jamás pensé en casarme, el día en que me propusieron ser una novia formal me aterre. Siempre me ha gustado ser libre, hacer las cosas por elección sin presión... Hasta hace unas semanas.

--Sé lo que siente, yo nunca he tenido elección Sammy. Siempre han decidido por mí. Y aunque mi padre este muerto sigo bajo las órdenes del Señor Mancini. Mi padre fue considerado un traidor y eso en la mafia trae deshonra a la familia. Más sin embargo el señor Mancini me dejó en mi puesto para atenderla a usted.

--Yo se lo pedí expresamente Lucía. Te quiero a mi lado.

--Como una vez le dije, usted puede lograr lo que ninguna mujer ha hecho con él señor.

--Eso no me sirvió de nada, terminé metida en su cama. Como su mujer en todo sentido.

La compañia de Lucía me ayuda mucho, estos tres días se me pasan volando, hablamos de casi todo. Le pido que desayune, almuerce y cene conmigo. Su compañía me reconforta. Estamos en la terraza cuando escuchamos tres autos parquear. Eso es seña de que Giulio volvió.

Lucía se pone de pie al observar como el italiano se acerca.

--Tranquila... Le diré que estábamos hablando de la boda.

Giulio se acerca y con sólo una mirada hacia Lucía ella se retira dejandome sola con él en la terraza.

No me pongo de pie, lo veo desde mi asiento, pero su mirada inmediatamente me reprende así que levantó y me posiciono frente a él.

Su mano va directo a mí cintura pegándome al torso musculado, levantando con otra mano mi barbilla.

--Como estas, Sol mío?.

--Estoy bien. - Le respondo fríamente.

Sus labios chocan con los míos en un beso lento, saborea mi labio inferior, mientras me aprieta más a su cuerpo que emana un calor que me inunda por completo. Su lengua recorre mi boca y se encuentra con la mía, nublando todo haciendo que mi razonamiento vuele lejos de mí, y solo disfrute de este momento como si lo hubiese estado anhelando.

Yo soy Giulio ManciniDonde viven las historias. Descúbrelo ahora