Capitulo 4

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Samantha....

Los ojos me arden al contener las lágrimas al ver el móvil de Giulio, veo a mi madre a través de la pantalla de celular, sentada en la cocina, tomando café y leyendo como de costumbre.

La presión en mi pecho es mucha, es verdad, fui yo quien decidió venir y darle mi libertad a este tipo. Sé que Naty hubiese hecho lo mismo. Y sé que tanto ella como Matt y Henry, no me dejarán mucho tiempo aquí.

Con disgusto tomo la bandeja con bocadillos que tengo al frente, mientras siento como mis tripas crujen, desde la cena de ayer no tengo nada en el estómago, ni tan siquiera agua. Las manos me tiemblan, mientras sostengo la bandeja y salgo respirando controlando la ira y la frustración que me carcomen por dentro.

Al salir puedo ver al maldito concentrado en una tablet, está sólo, no hay nadie más en el jet que los pilotos, el y yo. Quisiera tirarle la bandeja encima, pero estamos próximos a despegar y solo camino poniéndome a su lado.

Me escanea de abajo hacia arriba mientras me sostiene la mirada y sonríe, mostrándome su perfecta dentadura blanca. Yo solo deseo matarlo. Si estrangularlo, es un demonio disfrazado de hombre guapo con esos ojos que me miran llenos de lujuria.

--Señor Mancini, desea algún aperitivo. -Le digo respirando hondo y entre dientes.

--No gracias, pero puedes traerme una copa vino.

Me doy la vuelta y cuando me voy a ir por la maldita copa me detiene del brazo.

--Pensandolo bien, sí, deja la bandeja acá por si se me antoja algo. Cómo que ya hace hambre cierto.

Es un maldito infeliz, me está provocando pero no voy a perder los estribos, no le daré el placer de que me humille de nuevo o intenté hacer algo en contra de mi familia.

Solo sonrió y le dejó la bandeja en su mesa de enfrente dejándola caer a propósito mientras los bocadillos se esparcen por la misma.

--En breve le traigo su copa de vino, señor....

Me retiro y mis lágrimas bajan de nuevo, debo ser fuerte, no le voy a permitir que me doblegue, estás malditas botas me están incomodando los pies y apoyo mi peso de un pie a otro esperando que arranque el jet y me pueda sentar, necesito dormir, no aguanto el dolor de cabeza.

Preparo la maldita copa de vino, y se la doy, le pongo su servilleta al lado y me quedo de pie, viendo como degusta su copa.

--Puedes retirarte, ah, puedes abrir una botella de agua para el viaje, y aprovecha para descansar Sammy, llegando a Italia tengo muchos pendientes que hacer, y me vas acompañar. Así que puedes retirarte.

Le dedicó la última mirada y me voy a la parte delantera del Jet, en donde me siento y me quito las botas, aprovecho y me pongo la gabardina tratando de tapar mi cuerpo vestido de zorra encuerada por culpa de este sujeto. Si la gente viera lo que yo estoy viendo no creerían que el magnate dueño de uno de los mejores vinos del mundo, aparte de guapo, es soberbio y cruel.

Las horas de vuelo me sirven para dormir y recuperar energía, aún tengo mucha hambre, sé que se dejó la bandeja a propósito, pensando que la iba atacar en cuanto estuviera sola. El dolor de cabeza a mermado un poco, y veo las nubes a través de la ventana, pensando en que Matt y Naty están buscando una solución a esto. Matt, aún me duele su cara de desilusión cuando le dije que estábamos bien sin formalizar la relación, no es que no quisiera ser su novia de manera oficial, pero sentía que lo teníamos confianza en nosotros, tal vez por qué me oculto que es guardaespaldas de un mafioso por más de cuatro años. Y aparte de que me imagino cumple a cabalidad con su papel, matando si es necesario.

De Naty, no puedo decir nada, quizá sí fuese al revés y yo estuviese enamorada como lo está ella de Henry, hubiera quemado el mundo por él, sé que se ha portado como un patán con mi amiga, pero también sé que cruzó medio mundo cuando el padre de Naty murió, que no se despegó de ella ni un solo minuto en el atentado donde salió herida, que movió cielo y tierra cuando fue secuestrada, y que a pesar de sus diferencias en ambos puedo ver cuánto se aman. Por que desde un inicio supe que el la quería aunque mi amiga lo negara y fuera más terca que una mula.

Yo soy Giulio ManciniDonde viven las historias. Descúbrelo ahora