Encerrada y sancionada

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Capítulo 30

Elisa

Me despierto con un gran dolor de cabeza. No sé por qué me debería doler, aunque tampoco recuerdo haberme acostado. Abro los ojos y veo dónde estoy, a duras penas por la penumbra del lugar pero algo sí distingo. Estoy en un cuarto sin ventanas, con una puerta de la que proviene la única luz que pasa a través de un orificio rectangular. Observo mi cama. Es una colchoneta vieja con una manta gris, pegada a la pared izquierda de la sala. Miro también el resto de muebles. Hay algunos pupitres antiguos y sillas amontonado todo en la pared opuesta a mí. Y no hay más. La puerta está entre las dos únicas cosas del cuarto y en frente de ella, en el último muro, no hay nada.

¿Dónde estoy? ¿Qué hago en este lugar? Recuerdo la canción, mi negación a escoger, y aquellos chicos que me inmovilizaron y obligaron a oler ese pañuelo con cloroformo, el cual me hizo vulnerable y caí inconsciente. También recuerdo las voces de Fer y Carlos pero no qué decían. Forzando un poco la memoria me doy cuenta que esos chicos iban vestidos como aquel que me atacó, así que deben estar juntos. Y eso relaciona todo esto con Aurora. ¿Pero qué narices tiene Fer para arriesgarse tanto y encerrar a tu propia prima?

Me levanto de la cama y me acerco hasta la puerta. Miro por la pequeña ventanita, fuera hay una chica sentada en el suelo y apoyada en la puerta. No puedo verla bien. Es rubia y lleva una camiseta rosa y unos vaqueros. Podría ser cualquiera. Se entretiene con una pelota antiestrés azul, estrujándola y tirándola contra la pared. No hay nadie más en lo que parece ser un pasillo y sólo veo las paredes grisáceas que lo recubren. La chica no habla, será mejor que vuelva a la improvisada cama aunque sea a fingir dormir. Me doy la vuelta y algo metálico golpea mi pie. No es pesado por lo que el daño es ínfimo pero he llamado la atención de la rubia.

-Mira por donde, la princesita se ha despertado de su sueño.

Me giro y ahí está. La puerta está abierta y ella me mira de forma diavólica.

-¿Qué estoy haciendo aquí?

-Pagar por tus errores. No has cumplido, ahora pagarás las consecuencias.

-¡No! Por favor, dejadme remediarlo.

-Lo siento, es demasiado tarde.

-¿Para qué? Aurora desde el principio sólo quería a Fer. Sé que Carlos no le importa y lo de elegir tampoco. Iba a hacer lo que quisiera.

-¿Y sabes por qué?- pregunta pero yo callo- Ya sabía que no.

-Entonces dime, ¿qué le interesa tanto de él?

-No soy yo a quien le corresponde constestar esa pregunta y no lo haré.

Me fijo en su rostro. Ahora que puedo observarlo bien creo reconocer la cara.

-Yo te he visto antes, ¿no estabas entre las alumnas del exámen?

-Eres muy lista, qué lástima. Lo que has descubierto no te servirá de nada.

La chica sale y cierra la puerta.

-Si me disculpas, tengo que ir a hacerte la vida un poco más miserable- y terminando en risas se va por la derecha del pasillo.

Tiene que haber algo para poder escapar de aquí. Palpo las paredes pero no hay interruptor de la luz. Poso mis manos en la puerta y noto que no tiene picaporte, sólo cerradura. Puede que encuentre algo para abrirla. Contra lo que mi pie ha chocado no era sino una simple lata oxidada y no me sirve de mucho. Rebusco entre las sillas y pupitres pero nada, todo vacío. Me acerco de nuevo a la puerta y miro por la ventana. Fuera no se ve nada ni nadie.

Una sonata para tiDonde viven las historias. Descúbrelo ahora