Elisa
Tras la reunión (tan aburrida que no merece la pena ni contarla) Adriana y Raúl se quedaron dialogando mientras Fer y yo nos dirigíamos cada uno a su habitación. Sinceramente creo que los dos planean juntarnos a mí y a Fer, y no se si la idea me agrada del todo. Está bien, no tiene sentido mentirme a mí misma, adoro que nos intenten emparejar. No solo por la situación del programa, si no porque me daría una oportunidad para estar con Fer. No tiene tanto sentido ya decir que no le quiero, porque sé que no es así. Y me siento culpable por Carlos, él no se merece ésto. Debería estar con una chica que le quiera completamente y... ¡auch! Caigo al suelo, me he estampado contra algo. Mejor dicho, contra alguien. Contra Cris. Ay, ay, ay, ay, que peligro.
-¡Mira por donde vas! -me mira mosqueada e instintivamente coloco el brazo delante de la cara-. No hagas eso, que no te voy a dar lela -me tiende la mano para ayudarme a ponerme en pie. Qué extraño.
-Gracias Cris -me atrevo a mirarla a los ojos y veo en ellos un atisbo de burla.
-Aprende a mirar, que te tendre que comprar unas gafas a este paso -se gira y se dirige hacia un chico de cabellos oscuros con rizos. ¿Cristina tiene novio? ¿La Cristina borde que yo conozco? Aunque claro, viendo esa escena desde luego parece más tierna y adorable que Baymax.
Cuando llego a mi habitación veo que Bea ya está allí, esperándome, algo nerviosa, pero cuando me ve sonrie y puedo ver que tiene un poco de chocolate en la mejilla.
-Tengo un planazo para todos -me muestra un folleto de una excursión al Palacio de los Deportes en Madrid. Al parecer va a haber un recital de piano, una muestra de danza y más tarde habrá actividades para los más pequeños.
-Parece divertido, pero ¿está dentro de las actividades del curso?
-Sí, sí, no te preocupes, ya he avisado a Fer, Adri, Raúl, Carlos, Cris, Zaida e incluso a tu prima por WhatsApp.
A Fer... ya me han dado ganas de ir. Pero la idea de Aurora no me convence.
-Venga, cámbiate, nos vamos en media hora.
Rápidamente me cambio y me pongo unos vaqueros blancos, una sudadera azul marina con un corazón y una clave de sol y unas deportivas Converse celestes. Saco del cajón esa misteriosa pulsera y me la coloca en la muñeca. Por ser una ocasión medio especial me pinto la raya y salgo con Bea. En los jardines nos encontramos con Fer, quien me sonríe haciendo que me ponga colorada y nos dirigimos a la estación. Nos subimos al tren en los primeros vagones donde Fer y yo por falta de sitio tenemos que sentarnos en unos asientos separados del resto. A medida que nos movemos noto su mirada clavada en mi mano.
-¿Qué miras tanto?
-Tu pulsera, es preciosa.
-Gracias- digo agachando la cabeza.
-¿Dónde la has conseguido?
-E-es un regalo.
-Espera que adivine, de Carlos ¿verdad?- pregunta molesto pero al mirarle a los ojos noto que no llega a ellos.
-La verdad es que no sé de quién es, apareció en la cesta de picnic- digo pasando un mechón de pelo por mi oreja- Pero sí, es preciosa.
En los labios de Fer se dibuja una sonrisa. Oh cuanto me gustaría que volviesen a estar sobre los míos.
-¿Sabes una cosa?- dice acercándose a mi oído- Yo te la regalé.
Me sonrojo y sorprendo por sus palabras. ¿He estado llevando un regalo suyo sin saberlo? Bueno, la pulsera me encantó desde el principio y es muy de su estilo.
-Nunca dejaste de ser la pequeña niña a quien regalé mi primera sonata- dice alejándose de mi oreja para delicadamente cumplir mis pensamientos y, a salvo de la mirada de Carlos (que ya no me importa en absoluto) posar sus dulces labios sobre los míos.
Un beso tierno lleno de amor y promesas que yo le muestro siguiendo sus movimientos. De pronto el vagón se queda a oscuras y un pitido sordo inunda el lugar...
*tres días más tarde*
Narrador externo
La trágica noticia de un atentado bomba en un tren sacudió al todo el país. Cientos de personas viajaban en el: hombres, mujeres, jóvenes y niños. Apenas una quincena de personas salieron ilesas, las que viajaban en los últimos vagones donde la explosión no fue tan fuerte ya que la bomba estaba en la cabecera del tren. Las familias de los fallecidos podrán darles entierro en los próximos días y recoger sus pertenencias.
Un paisaje terrorífico lleno de chatarra de tren y escombros entre los cuales descansan los cuerpos sin vida de centenares de personas. Encontramos en ellos los de nueve jóvenes universitarios, nuestros chicos que sólo querían celebrar su primer día en la facultad. Se distinguen cuatro cuerpos más grandes, tres chicas y un chico, todos ellos en posición protectora ante otros tres más pequeños. Dos chicas y un chico que, a pesar de los esfuerzos de los mayores, acabaron alcanzados por la explosión. Apartados de estos siete sujetos dos jóvenes, un chico y una chica acurrucados por el miedo a la tragedia y cogidos por las manos.
Nueve vidas perdidas. Nueve historias que jamás podrán ser continuadas. Nueve chicos llenos de ilusiones y esperanzas que nunca saldrán a la luz. Nueve melodías que ya no volverán a cantarse.
FIN
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Una sonata para ti
Teen FictionElisa y Fernando son amigos desde que eran niños pero con el paso de los años Elisa no lo ve como tal sino como alguien con quien quiere compartir más que una amistad. Pero, ¿cómo conseguir algo así si incluso ser amigos ha pasado a un segundo plano...