Nota importante al final.
Capítulo 31
Carlos
Me despierto por la mañana, cansado después del sobresfuerzo que hice ayer por buscar a Elisa. Me doy una ducha rápida y miro el reloj. Aún son las siete así que me pongo un chandal y salgo a correr. No hay mucha gente del campus que le guste salir a estas horas a hacer ejercicio, normalmente suelen correr por la noche para poder llegar a tiempo por las mañanas a clase. Doy un par de vueltas a las residencias y después a los edificios principales. Sólo con eso ya es un buen recorrido puesto que la universidad es bastante extensa. Tras los bloques está el bosque donde el primer día Elisa preparó un picnic para los dos. Pensar en ella me entristece a la vez que me pone furioso por no encontrarla. Bea y Adriana me dijeron que si volvía al apartamento me llamarían pero no ha sido así lo que me enfurece más. La ira provoca que acelere el ritmo de mi carrera y acabe en un pequeño claro del bosque donde hay un edificio no muy grande con tejado de chapa y pareces de cemento. Parece abandonado, no creo que pase mucha gente por aquí. La puerta de aquel sitio se abre y sin saber muy bien por qué me escondo entre los árboles.
-Ahora que es de día será más fácil encontrarla- dice un chico alto de pelo moreno.
-No tendríamos que buscarla si no se te hubiera escapado- le regaña un segundo chico castaño y más bajo que el otro.
-Es que tuve un momento de debilidad, y ya has visto lo buena que está- le dice dándole pequeños codazos.
-Tío no sé por qué dicen las chicas lo contrario. Si fuera al menos un año más mayor, je, lo que tú has intentado lo hubiese hecho al minuto uno de estar yo vigilándola- y saltan los dos en carcajadas.
Veo que se acercan y perfiero huir de aquí antes que toparme con estos que claramente son mayores que yo. Voy andando cuando algo me hace tropezar y por poco caer al suelo. Un segundo, ¿eso es un pie? Avanzo la mirada para encontrar al dueño de aquello.-¡Elisa!- exclamo en bajo para no atraer a esos chicos.
Está dormida entre dos setos acurrucada y un poco temblorosa. Con cuidado la cojo con mis brazos y la estrecho contra mi pecho. Dios, estoy tan feliz de haberla encontrado. Escucho paso y cauteloso la llevo hasta los bloques. Por suerte aún son las ocho menos cuarto y al ser fin de semana los otros alumnos no han salido de sus apartamentos o ni siquiera están despiertos. Subo en el ascensor y entro en el ala femenina, tampoco hay gente ahí. Voy hasta el piso de Elisa y llamo como puedo al timbre. Un par de minutos después abre la puerta Bea. Está somnolienta, con muchas ojeras y aún lleva puesto el pijama.
-¿Quién llama a estas...? ¡Elisa!
Se lanza a ella de inmediato. Comprueba que esté bien y sostiene su cabeza entre las manos.
-Estaba tan preocupada por ella- susurra al borde de las lágrimas.
-Será mejor que vayamos dentro- le sugiero.
-Sí, claro.
Entramos en el apartamento y al llegar al salón veo una almohada con una manta. Bea ha debido dormir aquí.
-Déjala en el sofá.
Le hago caso, la coloco con suavidad sobre él y le echo la manta por encima.
-Voy a avisar a Adriana- dice subiendo las escaleras- Se quedó aquí a dormir anoche.
Asiento con la cabeza y ella sube. Cojo una de las sillas de la cocina y me siento al lado de Elisa. ¿Dónde habrás estado este tiempo? Y ¿por qué apareciste en el bosque? Por lo menos ya estás aquí, conmigo.
-¿Es cierto?- escucho la voz de Adriana- ¿Elisa está aquí?
Adriana baja corriendo las escaleras seguida de Bea ahora vestida y se acercan a Elisa.
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Una sonata para ti
Genç KurguElisa y Fernando son amigos desde que eran niños pero con el paso de los años Elisa no lo ve como tal sino como alguien con quien quiere compartir más que una amistad. Pero, ¿cómo conseguir algo así si incluso ser amigos ha pasado a un segundo plano...