¡Cambiemos papeles!

155 5 7
                                    

Capítulo 21

Fernando

Ya son dos años sin ver a Elisa, dos años sin disfrutar de su sonrisa o de sus preciosos ojos. Pensaba que la vería al venir de vacaciones pero siempre estaba fuera. A veces pienso que sólo me evitaba y otras que nosotros nunca tendríamos que haber estado juntos. Pero hay una cosa que me dolió y me sigue doliendo en el alma. Hace unos meses Zaida me contó que Elisa había comenzado a salir con un chico, no me acuerdo cómo se llamaba, y que los dos se veían muy felices. Aquel día rompí una guitarra del aula de música y la ventana de mi cuarto. Me pusieron puntos en varias partes de mi mano y tuve que pagar lo que destrocé. Fue tal mi dolor interno que no sentí nada al golpear el cristal ni durante el tiempo que me cosieron las grandes heridas que me causó. No era capaz de buscar a alguien más como lo hizo ella pues aún sigo enamorado profundamente. Hoy llego un poco justo de tiempo a la universidad y eso que es el primer día. Estuve aquí el verano pasado en un curso de quince días sobre la historia de la música. La Universidad Deyton es muy conocida entre alumnos y profesores de la Escuela de música y conseguir una beca es casi imposible. En el trabajo final del curso nos jugábamos aquella oportunidad de entrar en el proyecto "Cultura y Arte" por lo que tuve que recurrir a "Para Elisa" si quería conseguir la matrícula de honor que me diera esa tan apreciada beca. Preparé la obra con una pequeña extensión y la interpreté promoviendo conmoción en mi profesora que me felicitó por mi composición. Fue duro tocar aquella pieza pues ya para entonces me había contado mi hermana lo del noviazgo de Elisa. Aun así me concedieron la beca y aquí estoy. Todos los alumnos con los que me encuentro por los jardines van vestidos como en la Edad Media y no me sorprende pues ya me comunicaron el proyecto de este curso. Hace apenas media hora mis hermanas me llamaron, me han dicho que les ha tocado ser campesinas y que yo no espere ser otra cosa. En la recepción me dan mi horario y la llave del apartamento: habitación 51, tercera planta, bloque uno. Salgo de la recepción y me voy hasta las residencias entrando en el primer bloque. Subo al tercer piso donde varios chicos descansan en los grandes sillones de cuero del rellano mientras que otros deambulan por los pasillos de color celeste y decorados con dibujos de las diferentes artes que recoge el proyecto. Me paro frente la primera puerta azul rey con el número 51 en dorado. Abro la puerta y me encuentro con un amplio dúplex iluminado gracias a los grandes ventanales que dan a una terraza. Subo las escaleras de caracol hasta el segundo piso y encuentro dos puertas. Entro en la primera, pintada de verde pistacho, y me doy cuenta al instante que no es la mía pues hay una carta en la mesilla de la cama con el nombre de Carlos. Salgo de allí y entro en la segunda, esta vez la puerta es color marfil y al entrar veo mi habitación. Es espaciosa, en frente mía hay una gran cama con dosel blanco y un traje perla de príncipe. A la izquierda de la habitación hay un escritorio de madera y al fondo un balcón. Me quedo pensando y la habitación de mi compañero es mucho más modesta y austera. Su cama es muy simple y su escritorio es una sencilla mesa de madera con un taburete. Además el traje que hay encima de su cama es de campesino. Decido coger la carta que, al igual que en la otra habitación, hay encima de mi mesilla. En letra curva pone "Fernando". Rompo el sello de cera muy elaborado y saco la carta.

Alumno Fernando:

Ha sido usted seleccionado para ser el Príncipe del reinado masculino del bloque uno. Es muy afortunado. Gozará de buena comida y buen asiento en sus clases. Puede socializar con el resto de la nobleza pero nunca con el campesinado. Si se le ve con alguien de este rango social dentro del horario lectivo (a excepción de su compañero de apartamento) será sancionado. Si se repite será degradado a campesino sin posibilidad de recuperar su puesto.

Disfrute de su estancia en este curso majestad.

La dirección de Universidad Deyton

Una sonata para tiDonde viven las historias. Descúbrelo ahora