Capítulo 24
Elisa
Me encuentro desorientada, lo único que sé es que me siento tan débil que me cuesta moverme. Abro los ojos y veo que me encuentro en una habitación blanca con un pequeño escritorio del mismo color y varios armarios metálicos con puertas de cristal llenos de jeringuillas, pomadas, vendas y cajas de medicamentos. Deduzco que estoy en una enfermeria pero, ¿por qué? No lo sé. Lo último que recuerdo es el encuentro con mi prima... Nunca pensé que me pudiera hacer algo así. ¿Cómo elegiré a uno de los dos? Carlos es mi novio, me quiere y cuida como al objeto más preciado del mundo sin embargo Fer es mi primer amor, la persona que me hizo sonreír durante muchos años y debo admitir que aún sigo un poco enamorada de él.
"¿Sólo un poco? Estás enamorada hasta el fondo de Fer"
E-eso no es verdad.
"Lo es y lo mejor es que él está igual que tú"
No, sólo me añora.
"¿Estás segura? Mira tu mano"
Al conducir mi vista a las manos mi asombro hace que esté a punto de gritar, pero de alegría. Fer está sentado en una silla al lado de la camilla donde descanso. Su cabeza está apoyada en los brazos y su mano agarra la mía. Sonrío al poder volver a ver su tierno rostro de niño dulce al dormir, igual que en la casa de Aurora. Mierda, ¿por qué tiene que estar en todo? Noto cómo su pulgar atrapa el dije de clave de sol que tiene esa misteriosa pulsera. ¿Será que fue él quien la puso en la cesta? Podría ser y la verdad no me importaría que lo fuese. Ahora me doy cuenta de que no llevo el vestido de princesa sino que, en su lugar, tengo una camiseta corta azul y unos pantalones anchos hasta las rodillas. Siento que comienza a moverse Fer y finjo dormir. Noto cómo levanta la cabeza de la camilla y agarra mi mano con las dos suyas acariciándola con los pulgares. Me muevo aparentando que me despierto y abro los ojos encontrándome con esas dos preciosas esmeraldas.
-¿Dónde estoy?- pregunto finjiendo confusión.
-Estás en la enfermería de la universidad.
-Pero, ¿qué hago aquí?
-Había salido de clase para recoger unos papeles que me pidió una profesora y te ví tirada en el suelo del pasillo que va hasta las pistas- para un segundo y me mira- ¿Qué hacías ahí durante las clases?
-Verás, me entretuve en las taquillas y al final se me hizo tarde...
-Está bien- me dice sin mucho convencimiento.
Nos quedamos en silencio unos segundos. Miro mi mano que sigue entre las de Fer y siento que no quiero que la suelte. El sonido de la puerta rompe el silencio y nos hace mirar hacia allí. Una chica de unos treinta años, de pelo moreno recogido en una coleta y con una bata blanca nos mira y sonríe.
-Oh, al fin has despertado.
-Sí, ha sido hace apenas unos minutos.
-Bien. Y ¿cómo te encuentras?
-Sinceramente estoy un poco débil.
-Entonces te haré un chequeo para saber qué ha pasado.
Comprueba mis reflejos, la respiración, observa si tengo dolores pero algo me asusta.
-¿Podrías quitarte las pulseras para que pueda tomarte la tensión y hacerte una analítica?
-¿E-es necesario?
-Claro que sí. Tengo que saber si has tenido una bajada de azúcar o si la tensión está alterada.
Con cuidado me quito las pulseras de mi mano derecha. Cuando termino la enfermera me sigue mirando.
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Una sonata para ti
Teen FictionElisa y Fernando son amigos desde que eran niños pero con el paso de los años Elisa no lo ve como tal sino como alguien con quien quiere compartir más que una amistad. Pero, ¿cómo conseguir algo así si incluso ser amigos ha pasado a un segundo plano...