Momentos incómodos y una bronca

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Sin corregir ni actualizar

Capítulo 18

Elisa

Me despierto por culpa de los molestos rayos de sol que se filtran por los huecos de la persiana. En cuanto abro los ojos me encuentro con el precioso rostro de Fer frente a mí. No puedo evitar sonreír. Voy a bajarme de la cama para ir al baño y despejarme la cara pero algo me lo impide. Bajo la mirada y veo que su brazo me está rodeando la cintura y en seguida me sonrrojo. Pero ahí no queda todo. Al alzar la vista me doy cuenta de que mi mano está apoyada en su pecho. Es cálido y se nota que lo ejercita pero no demasiado. Intento alejarme y quitar mi mano pero inconscientemente me aferra más a él evitando que me separe. Renuncio a gastar fuerzas inútilmente. Un murmullo proveniente de mi compañero me sorprende y me hago la dormida.

Fernando

Los rayos de sol entran por las rendijas de la persiana mal bajada haciendo que me despierte a la fuerza. Abro del todo los ojos al acostumbrarme pero casi los tengo que volver a cerrar del susto. Frente a mí se encuenta Elisa dormida plácidamente. Por un momento pienso en lo bella que se ve dormida pero en seguida retiro el pensaiento de mi cabeza al ver que mi brazo está rodeando su cintura y su mano apoyada en mi pecho. Rápidamente retiro mi brazo y su mano pero sin girarme, algo en mí deseaba seguir mirándola. Después vuelvo a caer en el sueño.

Narrador externo

Minutos después de que ambos quedaran dormidos volvieron a despertarse en uno de esos momentos entre sueño y sueño en el que te desvelas momentáneamente para segundos más tarde volver a dormir. Los dos se despiertan pensando que siguen soñando y se miran a los ojos. Sonríen. Creen que están en un sueño y no les importa mostrar sus verdaderos sentimientos aunque solo sea con miradas y sonsiras. Una mano temerosa pero firme de Fernando se acerca a la mano que Elisa tiene reposada sobre la almohada.

Ella no rechaza el gesto, al contrario, sonríe con más intensidad si cabe mientras entrelazan sus dedos. Cada uno puede ver en los ojos del otro amor y dulzura, nunca expresada realmente. Se acercaban cada vez más el uno al otro, a punto estaban de rozarse sus labios pero el sueño pudo con ellos y cayeron dormidos. El agarre de sus manos se aflojó por la falta de fuerza y sus manos se separaron borrando rastro alguno de aquel instante que posteriormente recordarán como un sencillo sueño.

Elisa

Me vuelvo a despertar. Sinceramente no sé si han pasado horas o minutos desde que me desperté. Miro a Fer dormido a mi lado, se le ve muy tranquilo y más guapo si cabe. Creo que a pesar de que se supone que estamos enfadados he decidido no reprimir mis sentimientos hacia él, por lo menos conmigo  misma. Despacio me levanto de la cama (esta vez ningún brazo me impide lo contrario) y me dirijo al baño para refrescarme la cara.

Pero algo hace que me pare en seco. Llevo la misma ropa que ayer. Me doy la vuelta y entro en la habitación. Después de tal alteración que tuve ayer ya ni me acuerdo en qué parte del armario tenía guardada mi ropa. Abro una de las puertas y para mi mala suerte he abierto el lado equivocado. Por un momento pienso que puede ser ropa vieja de mi tío pero rechazo la idea al ver la inconfundible camisa negra con dibujos de espirales blancas. Su favorita. No puedo quitar la vista de su ropa y ese aroma a colonia Polo que tanto le gusta usar y que tanto me hace perder la cabeza. Reprimo la tentación de acercarme para tocar su suave camisa y percibir su olor.

Cierro el armario y abro la puerta del mío sacando una camiseta ajustada azul celeste y unos shorts blancos. Cojo también mis Vans celestes y cierro el armario. He aquí un GRAN problema. No puedo salir de la habitación con la misma ropa de ayer ya seguramente sudada, pero no pienso cambiarme de ropa delante de Fer aunque esté dormido. A fuera de la habitación comienzo a escuchar ruido. Alguien ya se ha levantado. No me queda otra que cambiarme aquí, pero tengo un plan.

Una sonata para tiDonde viven las historias. Descúbrelo ahora