Nurbanu
Estaba delante de selim después de terminar de contarle algunas cosas que pasamos juntos, pero al parecer el de verdad no recordaba nada por qué la cara que tenía ahora mismo era de total desconcierto.
- ¿Selim? - lo llamé.
El movió la cabeza a los lados, como si tratara de salir del trance en el que seguramente lo metí, no lo culpo, es mucha información que procesar.
- Es solo que, no puedo creer lo que dices - me miró directo a los ojos - es ridículo, describes a un selim completamente distinto al mío y cualquier persona en este palacio podría confirmar lo que digo.
- Y esas mismas personas pueden confirmar que yo no miento y que todo lo que digo es completamente cierto - aseguré.
- Nurbanu - me llamo suavemente, como lo hacía antes de que todo esto pasará - eres una mujer segura y hermosa, pero aún así no puedo creer que haya podido cambiar tanto por ti.
Lo mire a los ojos, aún tenía la esperanza de que él me dijera que todo esto era una broma, que me abrazara y me dijera que todo está bien, que nosotros estamos bien y que siempre lo estaremos, sin embargo eso nunca sucedió, él tan solo se quedó ahí, mirándome a los ojos, no retiro su mirada ni por un segundo y yo tampoco, sus ojos brillaban con cierta intensidad y podía jurar que ese pequeño brillo era lo único que me motivaba a seguir adelante, podía ver qué muy en el fondo de selim estaba mi selim, el selim que me daba abrazos y caricias sin cansarse, el selim que podía estar horas escuchando mis historias de cuando estuve en Venecia.
- Nurbanu, dime una cosa - se acercó un poco más y mi corazón comenzó a golpear contra mi pecho - si yo te dijera ahora mismo que quiero que te vayas de este palacio ¿Lo harías? - preguntó serio.
- No - respondí sin titubear - si realmente quieres sacarme de este palacio, solo hay una opción.
- ¿Cuál es? - preguntó de inmediato interesado.
- Tendrás que sacarme en un ataúd - dije levantandome de la cama.
- ¿Siempre has Sido así? - preguntó con una voz algo divertida - ¿Tan descarada? Ninguna persona se atreve a decirme algo como eso, quizás porque saben que eso es exactamente lo que haré si es que desobedecen una orden mía.
- No me gusta que me den órdenes.
- Entonces no se cómo es que nos casamos - comento con un suspiro - nunca me ha gustado que me desafíen y si tú realmente lo hiciste, lo de casarnos no tiene ningún sentido, no me casaría con una mujer así, de hecho no me casaría con nadie - termino de decir y pude notar cierta molestia cuando menciono nuestro matrimonio.
Mentiría si dijera que sus palabras no me dolían, pero estaba bien porque yo sabía que no lo decía aproposito, él simplemente no me recordaba, eso era todo.
- Pero lo hiciste, te casaste conmigo - dije tranquila - recordarás, estoy segura de eso.
Él se levantó de la cama y me miró de pies a cabeza.
- Si todo lo que me contaste es verdad - me miró directo a los ojos - entonces prefiero no recordar nada sobre nosotros.
Se dió la vuelta y se fue de mis apocentos, me dirigí al balcón y cerré mis ojos mientras tomaba aire, tratando de tranquilizarme, pero no sirvió de nada por qué podía sentir como algo líquido y tibio se deslizaba desde mis ojos hasta mi quijada.
Me dolía que no me reconociera y me dolía más que le molestara la idea de que nosotros estemos casados.
¿Por qué era tan difícil de aceptarlo?
Aceptaba y entendía su desconcierto, pero ¿Que necesidad de rechazarlo de esa manera?
Sabía que debía mantenerme firme en esto y lo haría, solo necesitaba un poco se tiempo a solas para calmarme.
(.....)
- Quiero ver a su majestad - dije con una sonrisa.
Uno de ellos asintio y entro para preguntar si podía entrar, antes ni si quiera hubiera tenido la necesidad de presentarme, pero ahora lo tengo, fue una orden de selim.
Me duele y mucho, pero tenía que entenderlo, soy su esposa y tengo que ayudarlo a superar esto, se que juntos podremos hacerlo, tenemos una hija de por medio, es una de las razones por las que no estoy dispuesta a renunciar a esto.
- Puede pasar sultana - dijo cuando salió.
Asentí y entre a los apocentos rápidamente.
Selim estaba sentado en uno de los muebles y tenía unos papeles en las manos.
- ¿Paso algo? - preguntó sin prestarme atención realmente.
- Solo quería venir a verte un rato - sonreí.
- Tuvimos la charla en la mañana - levanto la vista - solo han pasado algunas horas - dijo mirándome fijamente.
Me quedé callada por un momento sin saber que decir ante esas palabras.
- Solo dime por qué estás aquí.
Su atención volvió a los papeles que tenía en la mano.
Ya había tenido suficiente.
Me acerque a él molesta, arrebate los papeles de sus manos sin ningún cuidado alguno, creo que incluso se arrugaron, no sabía se eran papeles importantes, pero no me importaba ahora mismo.
- ¿Que es lo que te pasa?
Se levantó de su asiento y gritó muy cerca de mi rostro.
- Préstame atención - exigí.
- No es la manera de pedir atención - volvió a gritar - ¿No tienes modales?
- No tengo modales con las personas que no respetan y tú no me estás respetando selim.
- ¿Por qué tendría que hacerlo? ¿Olvidas a quien tienes frente a ti?
Su mirada era fría, jamás me había visto así, incluso en el inicio su mirada no fue tan afilada como la que tengo ahora frente a mi, pero no tenía intenciones de retroceder.
- También olvidas a quien tienes frente a ti selim - rete.
- ¿A quien tengo frente a mi? Estuve averiguando algunas cosas como me lo pediste - se acercó a mí - la mayoría dijo que no eras más que una interesada.
- Cuida lo que vayas a decir selim - advertí.
- Prostituta veneciana - murmuró - así de dicen ¿No?
Bien, si me llamaban así, pero jamás me había importado, no antes de que fuera selim quien lo mencionara, apreté los dientes buscando calmar el dolor que sentía mi corazón, sentía un nudo en la garganta, las ganas de llorar llegaron a mi, pero no era el momento, ni el lugar.
- Pueden llamarme como quieran, no me interesa, pero yo sé que jamás tuve ese tipo de intenciones cuando me acerque a ti selim y se que muy en el fondo de ti tambien sabes que lo que digo es verdad.
- ¿Que importa más? ¿Lo que una sola persona diga o lo que muchas personas digan? - preguntó.
- ¿Desde cuándo el poderoso y cruel sultán selim se deja llevar por los rumores? - me acerque a él de la forma más desafiante que pude - ¿Eres tan fácil de manipular? - murmure contra sus labios.
Su cara demostró perfectamente su molestia, fue tanta que llevo a agarrarme por el cuello por unos segundos.
- Lárgate - dijo con voz sería - lárgate antes de que te mate.
- ¿Por qué no lo haces? - desafíe como siempre lo hacía.
- Solo cállate y lárgate de una maldita vez - volvió a decir.
- Como ordene, su majestad.
Mi despedida fue en tono distante y pude ver qué mi tono de voz lo afectó en cierto modo o quizás solo era yo buscando esperanzas de que él aún me quisiera, sea cual sea el caso, no quería estar más tiempo ahí así que salí de los apocentos lo masa rápido de pude.
No estaba saliendo como pensé.
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Lo que lograste cambiar
Short StoryUn emperador dominante y una exclava indominable ¿Que pasará?