Selim
Mi corazón latía fuertemente conforme el carruaje dónde venía nurbanu se acercaba a nosotros.
No era porque yo esté emocionado, eso no tenía nada que ver, era el simple hecho de que estaba impaciente por volver a mis apocentos, eso era todo.
- Recuérdame porque estás aquí.
Mihrimah hablo como si pudiera leer mis pensamientos, quizás lo hace y yo no lo sé.
- Por qué simplemente es mi deber como sultán.
Trate de responder lo más serio posible, pero creo que no funcionó porque Mihrimah tenía una pequeña sonrisa burlona en el rostro.
- Claro hermano, lo que tú digas.
Aunque ella decía eso yo podía ver una sonrisa divertida que trataba de ocultar.
- ¿Que es tan divertido? - pregunté algo molesto de la situación.
- Es divertido ver cómo tratas de ocultar las ansias que tienes por ver a nurbanu.
- No tengo n...
No pude terminar de hablar porque el carruaje se detuvo justo delante de nosotros.
Mi corazón comenzó a latir más rápido y eso ya parecía algo imposible, estaba ansioso.
Las puertas del carruaje de abrieron y cuando pude ver a nurbanu, pude ver qué Mihrimah no mentía cuando dijo todo sobre Nurbanu.
Ella no era la misma, no habíamos cruzado ni una sola palabra, pero podía darme cuenta que no era la misma persona.
Lo primero que hizo fue dirigirse a Mihrimah para saludarla, ni me dedico ni una sola mirada, ni una sola, realmente comenzaba a arrepentirme de haberla enviado a ese lugar y ni si quiera había pasado mucho tiempo desde que llegó.
Mihrimah y Nurbanu cruzaron algunas palabras, que no pude oír, llegó el momento en el que Nurbanu se dió la vuelta y alzó la mirada para que pudiera verme directamente a los ojos, la frialdad con la que me miraba hizo que un escalofrío recorriera mi cuerpo, ella solía sonreírme siempre que me veía, no importaba que tan triste este, ella siempre tenía una sonrisa para mí, ella tenía la sonrisa más hermosa del mundo.
- Su Majestad.
Su saludo fue totalmente frío y distante, lo único que pude hacer fue mirarla, no había cambiado de opinión respecto a lo hermosa que era, de hecho creo que nunca podría cambiar esa opinión mía.
¿Cómo una mujer podía ser tan hermosa?
- Espero que tenga un buen día, si me disculpa iré con la sultana Mihrimah a ver a mi hija.
Ella se dió la vuelta para irse, quería detenerla, quería que se quedara, quería decirle que hablemos un momento, no sabía de qué hablaríamos, yo solo necesitaba que se quedará conmigo, pero lo único que salió de mi boca fue la estupidez más grande del mundo.
- ¿Quien te dió el permiso para hacer eso?
No paso ni un segundo para que yo me arrepintiera de lo que dije, pero ya no servía de nada retractarme, ya lo había dicho.
Nurbanu se dió la vuelta y me miró con mucha más frialdad que la anterior vez, si es que eso era posible.
- Si no me va a dejar ver a mi hija, entonces no entiendo cual fue su motivo para traerme a este lugar, mi hija es el único motivo por el que estoy aquí, es la única razón que me ata aquí.
- ¿Que?
No pude controlar que esa palabra saliera de mis labios.
¿Cómo podía decir eso? ¿Yo no era nada para ella?
- ¿Que otra razón tendría para venir hasta aquí?
Quería responder que yo, que yo era una de las razones por las que estaría aquí, pero lo único que hice fue bajar la cabeza.
Por primera vez desde que me convertí en sultán, baje la cabeza, baje la cabeza ante otra mujer que no es mi madre y en estos momentos me preguntaba.
¿Que tanta influencia tiene esta mujer en mi como para hacerme bajar la cabeza como si fuera un perro arrepentido?
- Has lo que quieras - murmure.
No podía y tampoco quería decir nada, simplemente me dirigí al palacio solo.
Me molestaba está situación, me molestaba y dolía más de lo que quería, pero yo me lo había buscado.
- Su majestad.
Escuché una voz risueña llamarme, voltee con una sonrisa, pero rápidamente se borró cuando me di cuenta que no era nurbanu.
Era la mujer con la que había estado hablando algunas veces, tenía el cabello castaño y los ojos de color claro, era todo lo contrario a nurbanu, pero en la actitud y la voz eran completamente idénticas, sin embargo, yo sabía perfectamente que la mujer que tenía en frente, no es y nunca será Nurbanu.
Nurbanu es única, nadie podría igualarla, nunca.
- Esma - murmure con clara decepción de mi voz.
- ¿Cómo ha estado? - sonrió - escuché que una visitante llega al palacio hoy, supongo que estará ocupado con esos asuntos ¿Cuando se irá?
¿Cuando se irá? Se supone que se quedaría solo un tiempo, pero ¿Realmente quiere que se vaya? No, no quería eso y estaba completamente seguro, pero tampoco quería decir que se quedará a mi lado, no quería parecer así de vulnerable ante ella.
- No lo sé, pero no será pronto - aseguré.
- Entiendo, escuché que es una mujer muy hermosa - comentó - pero seguro que no es más hermosa que yo ¿Verdad su majestad? - preguntó con una sonrisa inmensa en el rostro.
- Es la madre de mi hija, claro que es más hermosa que tu y todas las mujeres de este mundo esma. - respondí con simpleza.
Su sonrisa se borró de inmediato, pero yo no tenía tiempo para estás cosas así que me dirigí a mis apocentos de una ves por todas.
Hoy había sido un mal día y comenzaba a creer que habría más dias malos para mí.
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Lo que lograste cambiar
Short StoryUn emperador dominante y una exclava indominable ¿Que pasará?