27.- Poniendo orden.

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Lisa les dejó hotcakes en la mañana, la verdad era que estaba un poco sorprendido de que tomara tan bien que su hijo había consumido marihuana, pero al mismo tiempo sabía que, por mucho que Lisa quisiera a Larry y se preocupara por su bienestar, tampoco era mamá cuervo y lo dejaba disfrutar su vida siempre y cuando lo hiciera con cuidado.

Larry estaba con dolor de cabeza y le sorprendió cuando se encontró con Sally.

—Hombre, dime qué no dije nada vergonzoso— pidió severamente preocupado— Todo se siente borroso. Y por Dios, tengo tanta hambre y sed...

—Nah, llegué y estabas guardando un lienzo, parecías un poco ido, pero te limitaste a agarrarme como cama y contarme como caíste en esta terrible pendiente— no estaba mintiendo del todo.

—Oh, bueno. Entonces está bien, supongo— parecía que le creía—. ¿Hoy no hay cita con Travis?

—No, mañana va a volver a venir, pero hoy nos vamos a dedicar a limpiar ahí arriba.

—Agh, es verdad. ¿Y si mejor sólo la quemamos la casita? Ya sabes, así nos ahorramos el trabajo.

Ese comentario le dió escalofríos. Se obligó a pensar en algo más.

—Mañana es el juicio— murmuró, y eso le causó muchos más escalofríos. Sacudió la cabeza, cerrando los ojos con quizá demasiada fuerza.

—¿Estás bien?

—Si— odió que su voz sonara rota.

—Hey, con calma. Aquí estoy— le aseguró, posando su mano sobre su hombro.

—Lo sé. Y no te libras de limpiar.

Larry hizo un puchero que logro alejar su mente de otras ideas.

El cuarto de Larry seguía oliendo un poco a marihuana, pero no tanto, Lisa había dejado la puerta abierta toda la noche, seguramente después de que ambos se quedarán dormidos, y la colcha y las sábanas estaban lavándose. De todas formas dejaron abiertas ambas puertas para que el aire entrara y saliera.

—¿Por qué no lo hiciste aquí afuera?— preguntó Sally una vez subieron las escaleras hacia la casita del árbol.  Después de que Larry comiera como si no lo hubiera hecho en varios días.

—No planeaba fumar— aceptó casi apenado— el padre de Todd me dió el porro, me explico cómo se usaba, que realmente no es gran ciencia, pero parecía contento de explicarme, y la idea era guardarlo, pero estaba pintando y, no lo sé, me pareció tentadora la idea de calmar mi mente un rato.

No creyó que fuera apropiado preguntar en que estaba pensando.

Subieron a la casita con bolsas y una escoba, prometía ser una tarde larga y pesada, pero le había agarrado el gusto a agarrar un lugar y limpiarlo. Lo que no podía hacer en su mente lo hacía en la vida real y había algo catártico en eso.
Aunque Larry no parecía estar muy seguro.

Primero bajaron absolutamente todo, menos el baúl enorme y el cabinete, para facilitar el trabajo hicieron una pequeña polea, donde Larry ponía las cosas desde arriba y Sally las recibía abajo. Y después de un buen rato por fin la casita quedó vacía.

Larry bajo y juntos observaron la pila de cosas con los brazos cruzados. No podía creer que en pocos meses se hubiera acumulado tanto. La primera vez que subieron juntos había cosas, pero no eran tantas. O quizá sólo estaban ordenadas y ahora que las ponían fuera y sin ningún acomodó parecían más. Algunas estaban rotas, resultado del huracán de rabia que había ocurrido hace pocos días. Esas cosas definitivamente debían irse.

—¿Cuál es el plan ahora?— Larry parecía un poco más animado, como si esto pudiera ser un nuevo comienzo, y de cierta forma lo era.

—Deberíamos revisar que es lo que ya no quieres— sugirió mirando al rededor. Estaba seguro que la mitad de cosas que había ya ni siquiera recordaba que las tenía.

Sólo un mal sueño | Sally Face | LarrisherDonde viven las historias. Descúbrelo ahora