35.- Cuando lo tuvo claro.

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Esa noche no tuvo insomnio, y no supo si era gracias a las pastillas, a qué la depresión se había asustado lo suficiente, o simplemente que Larry lo abrazo con fuerza.

Sin importar el motivo tuvo la esperanza de que lo peor había pasado y que el bajón no había sido más que un pequeño bache.

E incluso si no fuera el caso, ese día fue complemente de ambos.

Era evidente que Larry estaba frustrado a más no poder. Sin pintar, ni jugar, incluso parecía triste de no poder limpiar.

—Hombre, no pensé que fuera a ser tan irritante— gruño tirándose en el sofá, a un lado de Gizmo. No tardó en estirar la mano para acariciarlo—. Al menos puedo hacer esto.

Sonrió enormemente al verlos juntos. Mantenía que ambos eran su mayor contento en la vida. No tardó en unirse a ellos, recargandose en el hombro de su amigo.

—Pudo ser peor— no estaba seguro de que eso fuera verdad del todo, pero era lo que siempre se decía la gente.

—Quizá. De todas maneras no puedo creer lo aburrido que es no poder hacer... nada.

—Podemos ver televisión— sugirió mirando a Gizmo.

—Mmh...

—Podemos dormir.

Recibió un gruñido como respuesta.

—Estoy sin ideas— admitió cerrando los ojos.

Por un buen rato sólo pudieron escuchar los ronroneos de Gizmo.

Ahora que estaban solos y que su mente estaba un poco menos pesimista, quizá era buen momento para retomar el tema del que estaban hablando cuando Todd llegó la noche anterior. Por otro lado sentía que no podría llegar a mucho sin que llegara al punto de arrepentirse.

—Vamos a la casita— habló Larry antes de que él pudiera decidirse.

—¿Del árbol?

Asintió mientras se levantaba. Por supuesto que Sally era el único que tenía ganas de volver a la casa del profesor.

Parecía seguro, por lo que no se animó a cuestionar si verdaderamente quería ir a ese lugar.

De nuevo estaban cayendo diminutos copos de nieve.

—El lago va a estar congelado mañana— comentó sin detener su paso.

—Me gusta como se ve cuando está congelado— Sally lo había convencido de ponerse guantes, pero se veía incómodo y estaba seguro de que se los quitaría en cuanto subieran las escaleras—. Quizá a Neil también le guste.

—Es probable.

Antes de subir fue inevitable notar las manchas de sangre seca en el árbol. No quiso mencionarlo, pero se hizo la nota mental de ir a limpiar esas zonas,  rasparlas de ser necesario.

Una vez subieron y se acomodaron, Larry, como pensó, se quitó los guantes, aventandolos a un lado con una mano mientras con la otra sacaba un cigarro.

Lo miró después de quitarse la prótesis.

—Mi madre dijo que esperara a que asistiera a la plática para volver a la marihuana, pero jamás dijo nada de los cigarros— se excusó, encogiéndose de hombros mientras sacaba un encendedor y prendía la punta.

El humo no tardó en salir, dando vueltas y subiendo de forma casi hipnotizantemente al techo, Larry siguió el trayecto, como si quisiera comprobar hasta donde podía llegar.

Por otro lado, Sally se sentó en el suelo, recargandose en el baúl y admirando el espectáculo.

Conocía bastante bien a su amigo, y estaba seguro que lograría mantener su nuevo gusto bajo control. En cualquier caso él se encargaría de que no fuera un problema a la larga.

Sólo un mal sueño | Sally Face | LarrisherDonde viven las historias. Descúbrelo ahora