6.- No es una S. Es un 5.

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Le contó todo. Desde que llegó a su casa y su padre le dijo que había recibido una carta, hasta que se quedó dormido hasta muy tarde respondiéndola. Una y otra vez. No quería pensar en todo el papel que había gastando.

—Con razón no te levantaste a tiempo— comentó Larry. No parecía molesto. ¿Por qué lo estaría? Quizá no le agradaba Travis, pero Sally únicamente estaba siendo cortes, y tampoco era un problema que hablara con él.

—Soy un asco escribiendo cartas— contestó en su defensa—. Y si no la escribía ayer, la hubiera tenido que escribir en clase. Eso hubiera sido peligroso.

En ese momento se encontraron frente el árbol. No era difícil de localizar, como había dicho Travis, era un árbol que estaba justo en la línea que dividía Nockfell del bosque.
No era un lugar con carteles de cuidado y una línea prohibiendo el paso, pero era bien sabido que se recomendaba no entrar solo y menos a altas horas de la noche. A diferencia de otras zonas del mismo bosque o del Lago Wendigo, que podían llegar a ser un buen lugar para pasar el tiempo, esta parte del bosque era lo contrario, los arboles estaban tan juntos que apenas si te dejaban ver, eran altos y había un montón de animales con los que nadie querría encontrarse si se ponían muy territoriales. Quizá eso lo hacía más atrayente.

Volviendo al árbol, era más que nada un esqueleto enorme. Ya no crecían hojas, estaba seco, ni siquiera los animales querían entrar ahí. Quizá se podían llegar a ver algunos insectos escalando, pero eso era porque los insectos simplemente tenían demasiadas agallas y no necesitaban de mucho para llamar a un lugar hogar.
Por el costado se podía apreciar una grieta que mostraba lo hueco que se encontraba.

Lo observó un momento, analizando.

No quería dejar la carta en la abertura y que se lo traga el fondo. Travis era alto, pero dudaba que pudiera estirar el brazo al fondo sin lastimarse y quizá ni siquiera alcanzaría a rozar la carta en caso de caer acostada, sin mencionar que la probabilidad de que una araña (o varias) esperaran a sus presas ahí dentro era demasiado grande como para considerar meter cualquier cosa.

—Dámela— pidió Larry, como si hubiera leído su mente.

Se la entregó sin dudarlo y observó como su amigo se estiraba para atorar el envoltorio en una rama alta. Se alejó un par de pasos.

Parecía estar segura, y lo mejor era que no se notaba a primera vista. Considerando que raramente alguien se detenía ahí, estaba completamente a salvo de los ojos curiosos.

—Que listo— le agradeció con un gesto.

—Espero que Travis sepa apreciar esto y no siga siendo un cabrón.

Había algo en su expresión mientras miraba la carta.

—Sólo necesita un empujoncito para ser mejor persona— dijo, como había hecho varias veces antes. Le dio la espalda al árbol, listo para emprender el camino de regreso.

—Yo siempre he sugerido empujarlo, y jamás me has dejado— bromeó, siguiéndolo de cerca.

—No es lo mismo, salvaje— soltó con humor.

—Entonces deja que Ash lo haga, ella sería más considerada.

Levanto una ceja, aunque Larry no pudiera ver el gesto.

—¿Desde cuándo?

—Puede que tengas un punt... Espera, ¿ese no es el maestro de matemáticas?

Su marcha se detuvo y siguió la mirada de su amigo.

Ahí, saliendo de una tienda un tanto lejana, estaba un hombre alto, con los mismos lentes de sol que usaba en la clase a pesar de que estuviera nublado, iba bien vestido, pero sin el traje que había llevado a la escuela. Aún así resaltaba mucho entre el resto de personas. Le llegó una duda.

Sólo un mal sueño | Sally Face | LarrisherDonde viven las historias. Descúbrelo ahora