13.- Bajo ataque.

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Sally asintió. Comprendía perfectamente lo que decía su padre, y la verdad era que nunca había pensado en eso.

Comenzó temer por Travis, porque aunque hasta ahora habían sido muy cuidadosos, sabía que a veces no se puede ser lo suficiente y a veces se pueden cometer pequeños errores.

—Lo sé, papá, voy a mantenerlo presente— respondió.

Platicaron un poco más, pero en cuanto advirtió que una de las familias se estaba preparando para irse se volvió a poner ansioso. Ya era tarde y el lugar se comenzaba a tintar de dorado. Quizá hubiera podido ser un paisaje lindo de admirar, pero no pudo evitar sentir que el pasto iba a comenzar a mancharse de rojo.
Pareció que su padre se dio cuenta y lo alentó a levantarse para recoger todo.

El camino de regreso fue tranquilo, más que nada porque su padre le ofreció una píldora para la ansiedad que lo tranquilizó lo suficiente como para que se acurrucara en el asiento y se quedara dormido a los pocos kilómetros.

Cuando llegaron ya estaba oscuro. Por un momento pensó en ir a preguntarle a Larry cómo había ido la investigación, pero los ojos le seguían pesando y sin darse cuenta ya estaban en casa y la idea de ir al ascensor sonaba demasiado engorrosa.

—Mañana me iré por la tarde, antes de que se oscurezca— mencionó su padre mientras guardaba el sobrante de pizza en el refrigerador—. Ve a dormir, mañana temprano podemos desayunar algo y podemos ver una película.

Sonaba bien.

Le hubiera gustado arrancarse la prótesis y el ojo de vidrio y tirarlos en el suelo para sólo tumbarse en la cama, pero ambas cosas tenían que ser tratadas con delicadeza, así que dejó la prótesis en el buró y luego se quitó el ojo, era una suerte que hubiera dejado de necesitar un espejo para retirarlo de forma rápida y precisa. No le dio tiempo de recordar cuando recién se lo dieron y necesitó la ayuda de su padre para colocárselo y quitárselo cuando se recostó en la cama y casi automáticamente se quedó dormido.

La noche estuvo llena de pesadillas que, si era honesto, pudieron haber sido peores. A la mañana siguiente hizo hot cakes con su padre y terminaron viendo películas. Larry no se comunicó en ningún momento, y si bien pensó en llamarlo él, temió que fuera demasiado sospechoso que de repente se encerrara en su cuarto.

—Justo a tiempo— suspiró su padre estirándose y mirando el reloj en su muñeca—. Debería irme ahora que todavía hay luz.

Sally lo miró desde el otro lado del sofá con Gizmo en las piernas. Acaban de ver una película que su padre consideraba de las mejores, era evidente que sus gustos no eran muy similares, pero el día en general había sido bueno.

Acarició la pierna de su gato. No sabía cómo sentirse, pero definitivamente no estaba contento.

—Volveré pronto— le prometió poniendo una mano en su cabeza, como si le hubiera leído el pensamiento.

Asintió.

Se despidieron en la puerta de los apartamentos, y se rehusó a entrar hasta que el pequeño vehículo desapareció a la lejanía.

Ahí estaba esa sensación de vacío y de que pasaría mucho, pero mucho tiempo antes de que volviera a verlo.

Cuando el ascensor se abrió se encontró a Lisa. Traía puesto su overol de trabajo y en su mano cargaba una caja de herramientas, supuso que iba en camino a reparar algo.

—Hola, Sal— saludó con una sonrisa y ojos cansados— ¿Todo bien?

Sintió que había algo más en su pregunta.

—Hola, Lisa. Todo está bien, mi padre te manda saludos— no era mentira, su padre le había pedido que se despidiera de su parte, al parecer había tratado de verla, pero jamás llegaron a coincidir.

Sólo un mal sueño | Sally Face | LarrisherDonde viven las historias. Descúbrelo ahora