25.- Tarde en pareja.

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Ir al supermercado con Larry era divertido. 

Desde que su padre se había ido, se había vuelto una tradición ir juntos.
Siempre se comportaban, pero parecía que los empleados seguían sin confiar en que sólo eran compradores normales, pues cada que volteaban había alguien vigilando que no se metieran nada al bolsillo. A Sally no le gustaba, pero a Larry no parecía importarle y simplemente se ponía a tontear como si sólo fueran ellos dos los únicos en la tienda, jamás hacía nada por lo que verdaderamente pudieran regañarlos, todo con lo que se ponía a jugar eran cosas que verdaderamente iban a comprar, y por lo tanto, no le afectaba a nadie más que a él si les ocurría algo.
Se reían y charlaban, pero también comparaban los precios y la calidad, a veces probaban nuevos productos sólo para no quedarse en la monotonía. En momentos como esos Sally en verdad deseaba poder irse de los apartamentos y tener su propia vida.

Quizá lo que más le gustaba era que entrar ahí se convertía automáticamente en un pase para olvidarse de cualquier cosa que pudiera molestarlos.
Por lo que al salir ambos se sentían tranquilos y frescos. Pensó que quizá así se sentían las personas después de salir del spa, pero jamás lo podría comprobar.

—Dame esa y tú llévate esta— sugirió Larry.

Aceptó porque apenas habían salido y ya sentía como el plástico le estaba asfixiado los dedos.
Afortunadamente no llevaban muchas cosas, porque las pequeñas gotas de lluvia ya comenzaban a estrellarse en el pavimento.

Eran tan pequeñas que no lamentaron no haber llevado un paraguas. Lo peor que podía pasar era resfriarse un poco y hasta ahí.

—¿Tu padre se ha comunicado contigo?— preguntó Larry de repente, mirando el cielo, dejando que las gotitas de lluvia le cayeran en el rostro.

—No— fue imposible no sonreír al verlo antes de regresar la vista al frente—. Sigue mandando dinero regularmente, así que supongo que está bien, pero ninguna noticia de cuando vaya a venir de nuevo.

No tenía idea de cuánto tiempo había pasado desde la última vez, pero los eventos extraños habían sido imparables y simplemente le había sido difícil encontrar un momento para pensar en eso o siquiera extrañarlo. Lo hacía, pero no tanto como la primera vez que se fue.

—Mañana va a venir Travis a la casa— soltó recordando que no le había avisado a su amigo.

Una gota de lluvia logró colarse por la parte de arriba de la prótesis, no supo si le gustó la sensación de lluvia, o si odió no poder quitarla.

—Oh, ¿A qué hora?

—¿Creo que a las 4? ¿5?— sacudió la cabeza, apresurando la caía de la gota—, no va a ser temprano, pero tampoco muy tarde.

—Va. Voy a aprovechar para limpiar la casita del árbol— pensó en voz alta.

—No. Eso lo hacemos juntos el miércoles— no estaba a discusión.

—Bien, entonces iré con Todd a decirle lo que paso— se sentía raro volver a hablar del tema, pero no parecía estarle dando la misma importancia que antes—. No pudo ir, pero estoy seguro que le interesaría saber. Quizá hoy dijeron alguna actualización del caso.

—Me parece un buen plan. Me avisas que te dijo.

—Cuando termines me hablas, o bajas— pidió—. No quiero entrar y encontrarme alguna escena que no debería ver.

No le gustó el comentario.

—No vamos a hacer nada— se quejó, frunciendo el ceño.

—No me lo jures— pidió con una sonrisa burlona. Aunque sus ojos no parecían sonreír en lo absoluto.

Sólo un mal sueño | Sally Face | LarrisherDonde viven las historias. Descúbrelo ahora