24.- Las muñecas.

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El ático era dolorosamente contradictorio.
Esperaba encontrar una sala de tortura, como mínimo un lugar sucio, con manchas de sangre y herramientas, cadenas en el suelo, tenía una imagen mental tan definida que por un momento se sentía como si acabará de entrar al salón equivocado.

Frente a él vió un suelo tapizado con tapete, al igual que abajo, sólo que el de abajo era de un color oscuro y aquí había un rosa pastel, además que se veía mucho más suave, tanto que en otra situación habría deseado acostarse y dormir un buen rato. Las "paredes" era la forma de triangulo que que se veía en el techo de la casa por fuera, estaban pintadas con un rosa un poco más claro, se complementaban con estrellas y flores amarillas. Cada esquina tenía un animal de peluche enorme, y unos pocos más pequeños. Todos se veían muy elegantes, con moños y a veces con saquitos.

—¿Sally?— llamó Larry desde abajo, se escuchaba ansioso.

—Lo siento— se disculpó, gateando un poco para poder subir completamente y permitir que su amigo continuara su camino.

En la pared más lejana había una cama tamaño grande, con una colcha azul, parecía simular el cielo en uno de sus mejores días, con nubes estampadas y un círculo brillante que seguramente pretendía ser el sol. Sobre ella había una ventana circular, tapiada con tablas de madera.
Del lado derecho, detrás de los peluches, había varios rollos, como de plástico, se preguntó para que eran, no parecían quedar con toda la estética.

Apenas se animó a investigarlos un poco más cuando escuchó un chillido elevarse sobre la quietud previa. Lo conocía tan bien que fue casi ridículo lo mucho que lo asustó al principio. Cómo era de esperarse, frente a ellos se elevó una figura sangrienta y llena de músculos, no fue hasta que estuvo completamente erguida que la piel apareció, junto al cabello y la ropa, y una chica considerablemente más alta que él apareció.

—Tu eres Sal Fisher— no era una pregunta, pero su voz no sonó agresiva, sólo apagada.

—Hola— saludó, sintiendo como Larry se volvía a aferrar de su camiseta—. ¿Fuiste tú quién...?

—No— aceptó. Los fantasmas mostraban unos colores mucho más opacos que los seres humanos, y aún así los ojos de está chica brillaban con tal intensidad que no cabía duda de los ojos acaramelados que había tenido en vida—. Pero ya viene.

Su rostro se veía acabado, como si no hubiera dormido en años, se notaba delgada y desnutrida, su cabello tenía una coleta baja y el vestido, similar al de las muñecas de abajo aunque un poco menos exagerado, le quedaba flojo. Estaba descalza y podía ver qué tanto sus tobillos como sus brazos tenían pequeños moretones.

—Ustedes fueron quienes estuvieron aquí.

—No te escuchamos... — susurró, con todo el pesar de su corazón. Quiso revisar a Larry, pero no podía separar sus ojos de la figura frente a ellos.

—No los culpo. No pude gritar, no pude golpear, sólo pude escuchar. Y me sentí tranquila— aseguró, ablandando su mirada—. Sabía que iban a hacer algo. Lo sabía.

Apenas acabo de decir esas últimas palabras, otra vez escuchó un chillido, pero no era uno, eran varios, sonando al mismo tiempo, en coro. Quiso mantenerse firme, pero sus manos se abalanzaron a sus oídos y sus ojos se cerraron con fuerza, la falta de agarre en su camisa le indicó que Larry estaba haciendo lo mismo.

Pronto paro, y cuando levantó la vista se encontró con 3 fantasmas más... 4. No quiso ver a ese último, e incluso si hubiera querido, el pequeño niño se escondió detrás de una de las chicas.

—Fui yo quien llamó— habló una de las recién llegadas. Su voz era bastante golpeada y no parecía feliz, pero algo le decía que no estaba enojada del todo. Por lo menos no con ellos. A diferencia de la primera, su vestido estaba mucho más simple, y parecía que lo habían hecho manos inexpertas, su pelo estaba suelto y enmarañado, su garganta estaba moreteada y su cara estaba morada e hinchada. Parecía más joven que él—. Vinieron por él. La policía se lo llevó, pero no alcanzaron a sacarla a tiempo a ella.

Sólo un mal sueño | Sally Face | LarrisherDonde viven las historias. Descúbrelo ahora