2.- Sólo un sueño, pero por si acaso...

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Un día nuevo llegó y... Bueno, se notaba que Larry estaba preocupado.

Sally sabía que no era muy saludable de su parte seguir buscando con tanta vehemencia pruebas de que, quizá, su sueño era más que sólo eso, pero no podía evitarlo. Necesitaba estar completamente seguro.

—¿Y si era una premonición?— preguntó molesto.

Larry jamás lo había hecho enojar, pero ahora estaba comenzando a frustrarlo.

—Hombre, sabes que siempre estoy de tu lado, incluso si no termino de entenderlo, o no creo que en ciertas cosas. Pero tienes que parar un momento. Estás persiguiendo algo que no existe.

Sintió ganas de golpearlo, pero inmediatamente se fueron y sólo dejaron arrepentimiento.

Bufó, recargándose en la pared y dejándose caer en el piso de madera.

La antigua casa de la señorita Packerton estaba vacía ahora, apenas había llegado la mudanza para llevarse los últimos muebles.
Todo ocurrido demasiado rápido.

El miércoles habían entrado a la casa y encontrando una habitación llena de cabras muertas, ¿Cómo había hecho para meterlas sin que nadie se diera cuenta? Nadie lo sabía ¿Por qué las tenía? También era un misterio. El jueves la policía había llegado a la escuela antes de que terminara la primera hora, pidiéndoles que se fueran a sus casas. El viernes había venido un enorme camión de mudanza (mismo día que Sally y Larry se la habían pasado mirando el techo), y hoy, sábado, Sally se la había pasado desde temprano buscando en todo el apartamento una señal de que quizá todo su sueño había sido un mensaje, una advertencia.

Larry suspiró en silencio, y pronto se sentó a su lado.

—Es sólo que... Tiene sentido, en serio—murmuró mirando un punto lejano.

—Yo lo sé—le aseguró, recargando sus antebrazos en sus rodillas.

El lugar apestaba a humedad y sangre seca, y eso que los policías habían limpiado el lugar "perfectamente". Sabía que, al igual que el apartamento de Charley, el olor se quedaría impregnado por días, semanas, quizá meses. O años. El edificio era viejo y era fácil que los materiales fueran mucho más fáciles de remplazar que de limpiar o reparar.

Sentía que quería llorar de coraje. Claro que deseaba creer que estaba exagerando y que nada paranormal, más de lo que podían ser un par de fantasmas, estaba ocurriendo en los apartamentos, quería creer que el culto no era más que una invención de su mente, que no existía un escondite enorme bajo el edificio o la iglesia. Quería creer que estaban bien, a salvo, y que sólo debían dedicarse a ser jóvenes tontos que se divierten. Pero no estaba seguro de que tan dispuesto estaba a arriesgarse y terminar pagando las consecuencias con las personas que más amaba.

Si su sueño se convertía en una realidad...

Cerró los ojos, contó hasta 10 y soltó todo el aire de sus pulmones, muy lentamente.

—Lo siento— se disculpó en cuanto pudo relajar su pulso, atrayendo sus piernas a su pecho, quitándose la prótesis y dejando que su cabello, nuevamente despeinado, le cubriera el rostro antes de enterrarlo en sus rodillas. Se abrazó a sí mismo, haciéndose bolita—. Sólo tengo miedo de que haya sido una señal y —sorbió— e ignorarla pueda hacer que se vuelva realidad todo... todo eso.

—Lo sé— repitió Larry. Sally no era el único frustrado.

El castaño se sentía inútil. No sabía que decirle, e incluso si lo supiera, sentía que no serviría para tranquilizarlo y hacerlo olvidar el tema.

—¿Qué te parece si vamos al apartamento clausurado?— le preguntó, dándole un empujoncito con su hombro—. Dices que en tu sueño ahí había una entrada ¿no? Investiguemos.

Sólo un mal sueño | Sally Face | LarrisherDonde viven las historias. Descúbrelo ahora