Bitter| myg.✓

diecisiete

⎯ ¡Niñas no corran!⎯ exclamó para después suspirar cansado.⎯ Con razón no tuve hijos.

Love y Aimee corrían delante de él, moviendo sus tiernos vestidos de un lado a otro al igual que el cabello gracias al viento. YoonGi cargaba sus pequeñas mochilas, la de Peppa Pig de Love y la de La sirenita de Aimee. La única que se había mantenido en silencio y seguía sus órdenes había sido Maddy, que caminaba sujetando su mano derecha con delicadeza y tenía el pulgar de su otra mano en su boca, ella solita llevaba su propia mochila de La sheriff Callie.

No era que a Min le molestara que las dos niñas corran y se diviertan delante de él. Lo que le pasaba era que tenía miedo de que se caigan y lastimen, o aún peor, que crucen la calle sin mirar y un auto se las lleve por delante. Fuera de que si les pasaba algo la responsabilidad caía completamente en él, por no haberles prestado atención, tenía que admitir que cada que se acercaban al final de una acera el pecho se le llenaba de preocupación por miedo a que les pase algo.

No pudo evitar pensar que en algún momento podría ser padre y encontrarse en las mismas situaciones, pero presentía que quizá su niño o niña serían más relajados porque él es así, y le gustaría criarlos de esa manera, aunque podía ser un poco aburrido pero era lo más cómodo para todos. Es la primera vez que mandan a YoonGi a hacer algo como esto, cuidar de infantes él solo, una cosa era estar en la casa junto a Victoria o Fred, sabía que podía decirle a ellos en cualquier momento y ya está, pero ahora estaba solo, y para peor, en la calle, que habían más peligros que en un lugar cerrado. Lo habían mandado así de una, sin una preparación previa o algo por el estilo, y Min no sabía muy bien cómo poner límites a las dos menores que corrían delante de él, porque tampoco podía gritarles y regañarlas, no es nada de ellas, ni siquiera el tío. Aparte de eso, lo menos que quería era que se tiren al suelo a hacer berrinche.

Sintió un leve apretón en su mano y miró a Maddy, que estaba algo despeinada por haber jugado en el colegio, así que llevó su otra mano y corrió un pequeño cabello que se metía en su rostro. Se extrañó ante eso, lo había hecho de una forma tan inconsciente y paternal que hasta llegó a plantearse si en su vida tuvo problemas paternales, como para actuar como un padre ahora; siendo un claro "no" la respuesta. Si bien su padre no fue como el de películas, el que te ayuda con chicas, te enseña a manejar, o le hacen bromas a tu mamá, no había sido un mal padre, quizá sí algo ausente, pero no para formar un trauma en YoonGi.

⎯ Suga...la tía Victoria les dice que no les permitirá ver televisión y hacen caso.⎯ habló Maddy viéndolo. YoonGi no había entendido bien.⎯ Es el regaño que usa para que mi hermana y Love hagan lo que ella dice.

⎯ Oh...⎯ entendió y al instante volvió a pegarles el grito, como cuadras anteriores. Lo malo de todo esto era que aún no podía manejar por la condición de sus manos, y si bien la escuela no quedaba tan lejos de la casa de Victoria, sí comenzaba a sentirlo como una tortura.⎯ ¡Love, Aimee, si no vienen aquí no verán más la televisión!

Como si fuera magia, las dos pequeñas se detuvieron al instante y se miraron entre ellas para después verlo a él. Fueron caminando hasta YoonGi en silencio, y cuando llegaron fue Love quien tomó su otra mano, para que después Aimee sostenga la de ella y caminen los cuatro juntos. Min suspiró e internamente le agradeció a Maddy, ahora iban caminando tranquilos mientras Aimee hablaba de su día en el colegio y el mayor la escuchaba.

⎯ ¡Me están enseñando a dividir!⎯ comentó y Yoon la miró, prestándole atención. Capaz podía tomarlo como una pre-lección para cuando sea padre.⎯ Y pude hacerlo bien, me pusieron una A.

⎯ ¿En serio?⎯ preguntó como había escuchado a Fred y Victoria hacerlo tantas veces.⎯ Me alegro, linda.

El resto del camino, que no era muy largo, había sido tranquilo. Las pequeñas le contaban pequeños sucesos del día y a YoonGi solo le bastaba decir "¿En serio?" O un "¿Ah si?" Para que ellas sigan la conversación de manera tranquila, pero la verdad era que él ya se había olvidado de la mayoría de cosas que contaban, hablaban tanto que te terminabas perdiendo.