Siento como acarician mi nariz y me remuevo. Luego esa caricia se pasa a mi mejilla y luego a mis labios.
Una risita hace que abra los ojos, mis labios se estiran al verlo. El me mira fijamente sin parar las caricias.
—Hola—susurro.
—Hola, tenemos que hablar.
Mi sonrisa se borra, y ahí va el rechazo nuevamente—Claro—me incorporo, sentándome en la cama—Te escucho.
—Quiero conocerte, salir contigo—lo miro, una esperanza se posa en mi—Pero no te prometo una relación.
Adiós a esa esperanza, desvió la mirada de el y observo el librero que está frente a la cama.
—Yo...no se cómo te parece está situación, pero es lo único que te puedo ofrecer.
Asiento con la cabeza—Amigos con derecho—lo miro—Es lo que quieres ¿No?
Se incorpora en la cama—Nunca dije eso.
—¿Pero te referías a eso?—le pregunto.
Asiente lentamente con la cabeza. Le sonrió y me levanto de la cama—Lo siento pero no puedo.
—¿Por qué?
—Por que no quiero—lo miro, su ceño está fruncido—Lo siento Michael, pero va a ser demasiado incómodo tener una relación así
Y me vas a crear nuevas iluciones.
—¿No va a ser más incómodo, no tenerla y quedarnos con la ganas?
—No—contesto brusca—No, de hecho va a ser mejor.
Para mi salud mental.
Se encoje de hombros, restándole importancia—Esta bien, si así tú lo quieres.
Auch.
—Okey—logro musitar por el nudo que se formó en mi garganta—Y Michael—me mira—Jonathan pasará a recogerme al trabajo, vamos a terminar los preparativos de la fiesta.
Salgo de la habitación, intento cerrar la puerta lo más lento posible. Aún es temprano y no quiero que nadie me vea salir de su habitación.
(...)
Abrazo mis rodillas, el agua caliente cae en mi cuerpo, mezclándose con mis lágrimas.
La burbuja que me protegía anoche, se rompió, haciendo que su propio dueño me dañara.
Aún no puedo creer como una simples palabras pueden doler más que un puñetazo.
Su desinterés, la forma en la que solo no quiere nada comigo.
Soy atractiva.
Pero tal vez no lo demasiado para mantener una relación estable.
Por más que las lágrimas salen el peso en mi pecho, no desaparece. Sigue ahí sin darse por vencido.
Coloco una mano sobre el, intentando calmar mi respiración.
Tengo miedo.
Miedo a lo que pueda pasar, miedo a que en uno de estos días caiga nuevamente en donde me costo tanto salir.
Miedo a perder la estabilidad que tanto me costo tener por un hombre.
Dicen que si quieres amor, primero tendrás que pasar por el dolor.
Pero he pasado por tanto dolor que no se cuándo llegará ese amor. Y me estoy cansando de esperarlo.
Me obligó a ponerme de pie, un hombre no va a arruinarme la vida. No lo va a hacer.
Pero me siento agotada, llorar agota demasiado. Pero prefiero estar agotada que aguantar todo el día las ganas de hacerlo.
Me pongo de pie, un mareo me azota haciendo que me recarge en la pared. No he comido nada.
Dos toques es la puerta.
—¡Ya voy!—grito.
Tomó una toalla y me tapo con ella, salgo del baño. Fernanda me espera sentada en mi cama con una enorme sonrisa—¡Adivina qué me pasó!
Sonrió—¿Que paso?
—Adivi...—frunce el ceño—Tienes los ojos rojos ¿Estabas llorando?
Niego con la cabeza—No, me entró shampoo en los ojos. ¿Que paso?
—¡Ryan y yo vamos a salir!—brinca en la cama—Estaba todo nervioso cuando me lo pidió.
¡Eso es Ryan! ¡Se un caballero! No un patán que te ofrece ser amigos con derechos, como tú mejor amigo.
Mi sonrisa se engancha—¿Un Ryan nervioso? Eso es nuevo.
—¡Si! Pero...—su sonrisa se borra—No losé.
—No empieces con tus peros y mejor ver preparando la ropa que te vas a poner.
Sonrie—Te dejo cambiar, me va a recoger saliendo del trabajo.
—Cualquier cosa me llamas.
—Eso haré.
Sale de la habitación.
(...)
Me recargo en la caja registradora, el peso en el pecho sigue ahí, pero es menos que en la mañana.
Luis me sonrie—¿Todo bien?
—Si claro—sonrió—¿Que tal Ximena? ¿Por qué no vino hoy?
Luis hace una mueca arrugando su nariz—No era nada serio.
Alzó las cejas—¿Cómo que nada serio?
Se encoje de hombros—Eso fue lo que me dijo ella.
—Oh—trago grueso—Lo siento yo...
—No te preocupes, ya pasó, además...—mi teléfono suena.
—Un momento—Luis asiente y me deja contestar—¿Diga?
—Hija—mi sonrisa se borra—¿Dónde están tu y Jace? Los he estado esperando.
Mi pulso se acelera—Yo...tu...Claudia.
—Escuchame, se que nuestro odio es mutuo. Pero estoy en el cementerio y al ver la tumba de tu padre...me ha hecho saber, que tienes que saber cómo murió.
—Te escucho—logro musitar.
—Tu abuela te decía que el murió salvando le la vida de una persona. Y así fue. Un día Jace, tu, tu padre y yo estábamos en el parque, el jugaba contigo, hasta que Jace llamo su atención. Solo te descuidamos un segundo y tú ya estabas en medio de la calle—hace una pausa y vuelve a hablar—El corrió tan rápido al ver qué un carro se acercaba a ti con gran velocidad, lo último que vi fue como te empujó antes de ser arrollado por ese carro—me lo cuenta bruscamente.
Doy unos pasos atrás hasta chocar con la caga registradora. El peso en mi pecho vuelve, robándome el aliento.
—La policía afirmó que el conductor estaba bajo drogas y alcohol, lo encerraron en la cárcel. Y se que no debo odiarte pero me es inevitable. Me quitaste al amor de mi vida.
Una punzada aguda en el pecho me suelta un quejido. El teléfono cae al piso y sujeto mi pecho con la mano.
—¿Chíara?—Luis se acerca a mi, dejando a medias el café que estaba sirviendo—¿Estás bien? ¿Que pasa?
—Me duele...—musito, las lágrimas invaden mis ojos—Mucho—cierro los ojos intentando contener un grito.
Me inclino hacia abajo cuando lo que era al principio una punzada se vuelve un dolor fuerte.
No me deja respirar.
¿Que me está pasando?
Por favor desaparece, quiero estar bien.
Luis coloca una mano sobre mi espalda y empieza a hablar, un zumbido hace que no lo logré escuchar, mis pies se debilitan de pronto y todo se vuelve negro.
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<3
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De la noche a la mañana.
Teen FictionTu vida puede cambiar de la noche a la mañana, una noche puedes estar en un bar bailando con un desconocido, cuando de pronto un tiroteo los interrumpe y el desconocido te da la opción de irte con el para salvar tu vida, decides aceptar ya que tiene...