CAPÍTULO 28.

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Michael.

Suspiro recargando mi espalda en la silla. Ryan habla acerca de lo que pasó con Arthur y las pruebas que tenemos, acerca de que el es inocente.

No puedo dejar de pensar en la discusión de la mañana. En la forma en que rechazo mi estupidez. No puedo dejar de pensar en ella.

En la forma en que duerme, en los suaves ronquidos que suelta al dormir. La forma en que se aferraba en mi.

Soy un idiota.

—¿Esta de acuerdo en eso detective Miller?—pregunta mi superior.

Vuelvo a la realidad—Si, estuve de testigo, aparte de que el señor Sandler es inocente, ya que sufre de manipulación y violación de derechos—mi teléfono suena nuevamente, lo ignoro—Si usted me lo permite, puedo obtener su testimonio...

Mi teléfono vuelve a sonar y cuelgo nuevamente. Nosé que quiere Jonathan, pero ya me está colmando la paciencia.

Mi superior, un señor de acerca 56 años mira mi teléfono—Señor Miller, creo que debe contestar, puede ser una emergencia.

—No creo...—mi teléfono vuelve a sonar.

Suspiro y contestó—Mas te vale que sea algo importante, no tengo tu tiempo, además estoy en una reunión importante, así que...

—Escucha imbecil, te he llamado por qué—el sonido de una alarma no me deja escucharlo bien.

—¿Que dijiste?—le pregunto.

—Estamos en camino hacia el hospital, Chíara se desmayo en el trabajo, su compañero de trabajo dijo que tenía un dolor agudo en el pecho y—me enderezó de la silla.

—¿Que? ¿En donde estan?—me levanto del asiento y Ryan me mira confundido.

—Vamos camino al Hospital General.

—Voy para allá.

La llamada se corta, salgo lo más rápido posible de mi oficina.

—¡Señor Miller!—grita mi secretaria—¡Tiene junta a las 3:00pm, no puede irse!

—¡Cancela todas mis juntas!—le grito—¡Ahora!

Entro al elevaron, Ryan sale corriendo de la oficina y me toma del brazo—¿Que mierda te pasa?

Entro al elevador y el me sigue, aprieto varias veces el botón de la planta baja.

—¿Michael? Joder ya—me golpea la mano—Vas a dañar el elevador ¿Que pasa?

—Chiara...—pronunciar su nombre me causa un nudo en la garganta—Ella se desmayo.

—¿Cómo? ¿Ella está bien?

Paso una mano por mi cabello—No losé, Jonathan me dijo que le dolía el pecho.

Las puertas del elevador se abren y camino lo más rápido posible hacia mi auto. Me adentro a el —Ni creas que vas a manejar en ese estado—me dice Ryan empujandome al asiento de copiloto.

—¿Por qué?

—Tus manos están temblando, tienes que calmarte—prende el motor.

Me acomodo en el asiento—Solo maneja lo más rápido que puedas—musito.

¿Dolor en el pecho?

Ella no me dijo nada en la mañana.

Cómo te iba a decir si fuiste un imbecil con ella—reprocha mi conciencia.

—¡Joder Ryan muévete!—le ordeno—¡Manejas como una puta tortuga!

Ryan acelera, pasándolo los límites de velocidad—Si nos paran, es tu culpa.—me reprocha.

De la noche a la mañana.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora