CAPÍTULO 20.

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Muevo la pierna nerviosa, mientras muerdo mis uñas. Estamos sentados en los sillones. Estamos conformados en una rueda, Michael está frente mio, Harry a mi lado derecho, Jace a mi lado izquierdo. Carmen está del lado derecho de Michael con una cobija entre las piernas, Ryan está del lado izquierdo de Michael junto a mi amiga.

Son las 3:28am y nadie se ha animado a dormir. Solo tenemos las lámparas de los muebles de la sala prendidas, lo demás está oscuro. El sonido del chillido de un grillo resuena una y otra vez, estamos en un silencio profundo mirándonos unos a otros. Lo único bueno aquí es que hoy es sábado.

—Ya déjense de tonterías, aquí no hay señales paranormales. —interrumpe el silencio mi hermano —Solo exageran.

—Si a ti te hubieran jalado el pelo no dirías lo mismo—digo con pánico—No exageramos además se escucho como se rompía algo en la plata de arriba.

—¿Y alguien ha subido a la planta de arriba?

Niego con la cabeza, nadie se ha atrevido a subir al segundo piso. Más que Fernanda y Ryan, ya que Fernanda tenía que terminar de bañarse.

Suspira—Ya duerman tranquilos, no va a pasar nada, se los aseguro.

Harry alza una ceja—¿Y cómo estás tan seguro?

Jace se encoje de hombros—Porque yo soy ese espíritu que quitó la luz y los espanto.

Asiento con la cabeza—Eso tiene logi—abro los ojos analizando lo que acaba de decir—¿Que tú qué?

Jace suelta una carcajada dejándonos atónitos a todos. Michael se cruza de brazos, y se recarga contra el respaldo del sillón. —Lo sabía, era sospechoso que no estuvieras en casa.

Golpeó la cabeza de Jace—Por haberme jalado el cabello.

—¡Auch!—se queja sobando su cabeza—Fue una bromita.

—Una bromita que nos ha desvelado a todos—habla Ryan—Dejaste a la pobre Fernanda sin agua caliente.

Carmen se ríe—Todo ha estado conforme al plan, soy una docena de maricas—se acurruca en su sillón.

—Como—Michael frunce el ceño—¿Tú estabas en esto abuela?

—Si—bosteza—Yo fui la que le dijo a Jace que bajara la palanca de la luz y entrará por la puerta trasera de la cocina.

Alzó las cejas—Entonces por eso no te vi, te saliste por esa puerta—Jace asiente—¿Cómo no me di cuenta de todo esto? Con razón tu no estabas asustada.

—Así es—susurra Carmen recostada—Ya duerman, mañana hablaremos.

Lo único bueno de estos sillones es que son tan grandes y cómodos que cabemos todos recostados. Hasta dos personas caben si me pongo de lado.

Me recuesto sobre el sillón y me dejó arrullar por los brazos de morfeo.

(...)


Me doy la vuelta recostándome de lado, siento como se recuestan a lado mío, debe ser Jace.

Intentó reconciliar el sueño cuando siento como una mano acaricia mi brazo con lentitud. Un estremecimiento recorre mi cuerpo al sentir las yemas de sus dedos deslizándose de arriba hacia abajo sobre mi brazo.

Su cuerpo se pega más a mí y no tardó en reconocer el perfume de Michael. ¿Qué está haciendo?

Siento como hunde su nariz sobre mi pelo y aspira fuertemente soltando un suspiro.—¿Por qué entraste de la noche a la mañana a mi vida castaña? ¿Por qué me haces sentir así? Hay tantas preguntas que quisiera hacerte pero no puedo...no me atrevo por qué estoy seguro que tú no sientes esto. Y mi orgullo solo me deja decirte esto cuando estás en medio de un sueño. Y se que también pensarás que esto es parte de un sueño.

Quiero hablar y decirle que está equivocado, que también siento lo mismo. Pero las palabras no salen, es como si solo pudiera escuchar y no decir nada. El sueño está encima mío, morfeo no me quiere dejar ir, así que me rindo y caigo nuevamente en sus brazos.

(...)


Miro por la ventana de la sala, el día está muy nublado, parece que va a llover. Camino hacia la cocina y me encuentro solo con Harry, Carmen y Michael. —Buenos días

—Buenos días—me responden Carmen y Harry en unisonido..

—¿Qué bueno tiene este día?—pregunta Michael mirándome con cara de pocos amigos. Me congelo en mi lugar, su mirada me traspasa.

—¡Michael!—chilla Carmen.

—¿Qué?—contesta de mala gana y se levanta del comedor. Pasa por la cocina haciendo que su hombro choque con el mío, doy un paso atrás y miró a Harry con confusión.

—¿Todo bien?—pregunto sentándome en el mismo lugar que se sentó Michael.

Carmen suspira y pone una mano sobre su rostro—Su mamá, Jocelyn mi hija, falleció este día y le debe de traer muchos recuerdos, pero no era para que te contestar así. Es un grosero.

—A él le pegó más que a mí—habla Harry bebiendo un trago de su café—Michael se pone así en estos días, pero ya se le pasara.

—Entiendo y perdón por preguntar, no debí tocar un tema tan delicado.

—Descuida tú no sabías—Harry se levanta de la mesa, está vestido con un pantalón de mezclilla y una playera negra—Te espero en el carro abue.

—Sí cariño en un momento te alcanzo—dice eso y Harry se va de la cocina dejándonos a las dos solas.—Jace me dijo que tenía que salir a revisar algo acerca del colegio y que nos alcanzaba en el supermercado, espero y no te moleste.

—No claro que no, Jace es buen cargador de bolsas—sonrió—Y ¿Fernanda?, desaparecieron todos

—Oh ella me dijo que debía acompañar a Ryan a hacer algunas cosas—sonríe—No me quiero imaginar lo que van a hacer, pero bueno. ¿Gustas acompañarnos o te quedas con el amargado de mi nieto?—me pregunta divertida.

—Me quedo con el amargado de su nieto—bromeó—Tengo que revisar algunas cosas acerca de mi universidad.

Carmen asiente con la cabeza—Está bien querida, adiós.

—Si, con cuidado—digo viendo como se marcha. Esta señora me recuerda tanto a mi abuela.

¿Estará bien Michael? Tal vez pase por su habitación en un rato para ver cómo se encuentra. Debe estar tan mal.

(...)


Camino por segunda vez al cuarto de Michael, esta vez no me volveré. Esta vez si tocaré. Me llenó de valor y tocó la puerta.

Todo se queda en silencio.

—Quien quiera que sea largo de aquí—grita.

—Eh, soy yo ¿Puedo pasar?

Un silencio se queda entre nosotros, muerdo mi labio inferior nerviosa.

—Largo Chiara.—su voz se escucha más cercana.

—Solo quiero saber cómo te encu—me interrumpe.

—No quiero de tu lástima, así que ahora ¡Largo!

Suspiro y recargo mi cabeza en la puerta—Se que conforme el pasar de los años duele más. Y solo quiero decirte que estoy para ti, se que no hay dolor más grande que el de una pérdida. Por qué ese dolor no se puede curar con ningún medicamento. Estaré en mi habitación cualquier cosa...ahí voy a estar.—me alejo de la puerta—Ah y Michael...no estás solo.

Camino de regreso a mi habitación, sé que el dolor más grande es el de una pérdida. Es cuando te das cuenta que no volverás a ver a esa persona, que ya no vas a ver cómo sus ojos se cierran al sonreír. No vas a sentir sus brazos rodearte. Cuando crees que la vas a encontrar en el mismo lugar de siempre y vas y no está, es la peor de las sensaciones. Por qué es ahí cuando te das cuenta que no fue una pesadilla, si no la realidad.


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De la noche a la mañana.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora