Izan
Oigo la puerta cerrarse cuando él se marcha. Lanzo una leve risa, mientras niego, al recodar esa mirada de desconcierto. Todavía no decido que me divierte más, si cuando es una fierecilla respondona, o cuando me mira anodado, con su mirada fuera de orbita.
Cierro el libro y lo dejo a un costado, sobre el sofá. Tomo el vaso que se encuentra sobre la pequeña mesa, a un lado. Doy un trago y quedo con mi mirada fija en el fuego que todavía arde en la chimenea. Es verano, pero aún así siempre la mantengo encendida. La casa es fría y yo soy alguien muy friolento, consecuencia de uno de los tantos problemas que vengo acarreando de niño.
Desvió mi mente de esos recuerdos que me molestan e irritan. No me gusta recordar que una parte de mi puede llegar a ser débil. Yo no puedo permitirme eso. Tengo que ser fuerte y mantenerme firme, solo así seré un gran líder para mi clan.
En cambio, me enfoco en otro pensamiento. Mi abuelo. Hacia un tiempo que no pensaba en él. Sonrío ante el recuerdo. Mientras mis hermanos solían ir a campamentos de verano, viajes con sus amigos, o lo que sea que les surgiera, yo amaba ir a casa de mi abuelos y quedarme solo con ellos dos por un mes. Me consentían, a veces demasiado, pero en ellos no me fastidiaba, al menos no luego de que una vez yo les replicara molesto sobre eso, y el abuelo me respondiera "No lo hacemos porque te veamos como un niño débil. Sino porque eres nuestro favorito." Eso me hizo sonreír. "Es un secreto" agregó después.
Creo que nunca fui consiente de lo mucho que me amaba, hasta ese verano...
Hace una semana que estoy aquí, y no dejo de sentir esa opresión en el pecho. Cada vez que intento decir las palabras, estás tan solo no salen de mi boca, se quedan allí atoradas. Soy un maldito cobarde. Pero es que hay tanto en juego. No se si podría soportar su mirada de decepción. Aunque lo peor sería perderlo, sin duda.
- Jaque. - anuncia, luego de mover su ficha. Yo sigo observando el tablero pensativo. - ¿Qué sucede contigo? - me pregunta, haciendo que levante mi mirada y la pose en esos ojos grises, iguales a los de mi madre, que me observan con preocupación. - ¿Tienes algún problema? Sabes que puedes decírmelo. - hace una pausa. - Aunque si se trata de consejos románticos, tú abuela es mejor para esos. Aún me pregunto como es que logré que se casara conmigo.
- No es eso. - niego. Mis ojos comienzan a arderme del esfuerzo para contener las lagrimas.
- ¿Y que pasa entonces, pequeñajo?
- Es que... no se como decirlo.
Sonríe dulce. - Pues usando las palabras, que para algo nos hemos esforzado tanto en tu educación.
Lanzo una leve risa. - Que divertido. - digo con sarcasmo. Esconde una sonrisa, mientras niega. - ¿Qué? - pregunto con curiosidad.
- Me recuerdas mucho a tú abuelo. - responde. - A Kian.
- ¿En verdad?
- Si. - responde. - Pero tienes el encanto de tú padre, y por suerte la inteligencia de tú madre.
- Y la tuya. - agrego. Ríe. Se forma un silencio. - ¿Te puedo hacer una pregunta?
- Claro. Te responderé lo que quieras, menos mi próximo movimiento.
Sonrío, pero luego quedo serio. - Tú siempre has defendido las causas justas, los derechos humano, has alzado la voz por todo aquel que no la ha tenido. Eres algo así como un justiciero.
- Vaya, no me infles tanto el ego.
- ¿Te costo aceptar que mamá eligiera a papá... a esa vida? - sigo preguntando. - Iba en contra de todo lo que tú creías y defendías.
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Hijo de la Mafia (Mafia Marshall IV)
RomanceTodo cambia en la vida de Vittorio Salvatore, cuando una noche su camino se cruza con el del peligroso jefe de la mafia, que controla todo en su ciudad. Un hombre imponente, cruel, poderoso, que no le tiembla la mano al momento de disparar a lo que...