Capítulo 57

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Vittorio

El corazón me late con fuerza al estar parado frente a la puerta. 

Es tan solo un paso la distancia que hay entre donde estoy, y estar dentro. Un paso. Es lo que necesito dar. Lo vengo posponiendo desde un buen rato, pero ahora es el momento. Estoy listo. 

¿Por qué me tiene que costar tanto dar un simple paso? 

Cuando estoy a punto de dar la vuelta para marcharme de vuelta al departamento, alguien se detiene a mi lado. 

- ¿Necesitas ayuda? - me pregunta el muchacho que me observa con atención, puede que de unos 15 años. 

- No. - me apresuro a responder. - Eh, yo... solo pasaba... y... eh... - no consigo formular una oración coherente. 

- Oh, no te preocupes. - me habla con una voz amable y una suave sonrisa. - Todos en el centro hemos pasado por lo mismo. Cuesta dar el primer paso, pero la Doc Robins dice que es el más importante, porque ahí reconoces que necesitas ayuda. Y eso es siempre lo más difícil. 

- Yo... yo... vengo a verla a ella... eh... me mando mi amiga Beth y...

- ¿Beth? ¿Conoces a Beth? - me pregunta con una enorme sonrisa. 

- Si, somos amigos. - respondo. - ¿Tú la conoces? 

- Si, todos adoramos a Beth. Ella siempre da los talleres de arte. 

Sonrío. - Es la mejor para eso. 

- ¿También estudias arte? - pregunta con curiosidad. 

- No. Periodismo. - respondo. 

- Vaya. - dice asombrado. - Soy bastante malo para escribir y para leer. ¿Crees poder enseñarme? - me pregunta. - ¿Serás voluntario? 

- No lo había pensado, pero me encantaría ayudarte. 

Me dedica una enorme sonrisa. - Gracias. Así en la escuela dejaran de llamarme cerebro de alpiste. - dice. - ¿Quieres que te acompañe con la doctora Robins? 

- Claro. - accedo. - Eso... eso me encantaría. 

- Ven. - me toma del brazo y nos encaminamos hacia adentro. 

Yo lo sigo, mientras él sigue hablando animado y con gran velocidad y elocuencia. Y eso me hace sentir más acompañado. 

Por dentro el centro se encuentra repleto de grandes mesas circulares, rodeadas de sillas de colores, dónde hay diferentes grupos de chicos, de varias edades. Algunos escriben, otros dibujan, también están leyendo, o jugando juegos de mesas. Me sorprendo al ver la gran variedad con la que cuentan. 

- Vaya... - se me escapa en un susurro. 

- ¿Verdad que si? Esto lo ha logrado la doc en dos años. - comenta. - Antes este lugar solo había ratas, hasta que ella tomo el cargo y consiguió benefactores, además de voluntarios. 

- ¿Viven aquí? - pregunto mientras seguimos caminando por las instalaciones. 

- Algunos, los que no tienen familia. Otros venimos a pasar el día, cuando salimos de clases y nuestras casas son un infierno. 

- Lo lamento. - digo apenado. 

Se enoje de hombros. - Está bien. Se que todo estará bien. Las cosas mejoran a la larga, ¿verdad? 

Quedo sorprendido al oírlo hablar así. 

- Si... - respondo, aún asombrado. Él me mira y me sonríe. 

- Elliot, ¿con quien vienes aquí? - pregunta una mujer parándose frente a nosotros. 

- Doc, él es un amigo de Beth. - responde. - Lo encontré afuera y lo acompañe hasta aquí. 

Hijo de la Mafia (Mafia Marshall IV)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora