Vittorio
Las semanas pasaron.
Novak continúo en la unidad de cuidados intensivos, hasta que por fin despertó y cuando su estado paso a "fuera de peligro" lo pudieron pasar a una habitación. Lo primero que pidió fue verme. Sentí que me volvió el alma a los píes cuando entre y lo vi sentado en la cama. Me sonrío con lágrimas en los ojos y dijo "Vittorito". Después de eso no necesitamos decir más, tan solo nos abrazamos, aferrándonos al otro, y sollozamos juntos.
Y de alguna forma eso me hizo recomponerme. Necesitaba de ese contacto con él. Con la unica persona que estuvo allí y vivió lo mismo que yo.
Fuera de mi habitación había constantemente hombres haciendo guardia, incluso algunas veces me encontraba con Kirian o Astor, quienes entraban a hacerme compañía, mientras jugábamos a las cartas. Ellos no preguntaban nada. Y estaba agradecido por eso. Y una parte de mi se sentía aliviada de que no fuera Izan a hacer esas guardias.
Me quitaron los puntos de las suturas en el rostro, aún así me quedaron dos cicatrices que me atraviesan, una a cada lado.
Me miro en el espejo y me doy miedo de mi mismo. Entre eso y los dos yesos en mis manos, que me inmovilizan por completo, parezco salido de una película de terror. La primera vez que me observe no pude evitar comenzar a llorar. No por el aspecto en si, sino lo que representan.
Todo mejoro para mi cuando vinieron a quitarme el yeso, o eso creí que sucedería, pero cambió cuando me percaté de que no puedo moverlos, al menos no como solía, y mi mano perdió gran porcentaje de su funcionalidad. Apenas si puedo limpiarme el trasero, mucho menos volver a escribir.
Mantuve la cordura hasta que los guardias dejaron de ser invisibles y comenzaron a ser mis niñeras, asistentes y enfermeras. Y sin que se los pidiera. "Son ordenes del Señor Markov" me respondieron cuando les pedí que me dejaran en paz. Por lo que aproveche el recambio de turno, y me autodi de alta.
Astor me había traído hoodies nuevas y pantalones de chándal. Así que me vestí con eso, me calce, me subí la capucha y me largue de allí.
Cuando salí del hospital y me sentí aliviado. Al oír eso ruido caótico de la ciudad, al sentir el sol en mi cara, al oler el aroma de la comida de los puestos ambulantes. Me invadió el sentimiento de agradecimiento, de felicidad... el estar vivo. Después de años, por fin, en ese insignificante momento, me sentí feliz de estar con vida, de seguir aquí.
Comencé a caminar sin rumbo. Hasta que le pregunte a alguien al pasar que día era y me respondió. Y ahí fijé un destino.
Nunca creí que me sentiría tan feliz de verlo, como cuando llegué y lo vi apoyado en la pared, junto a la puerta de entrada.
Sus ojos se abrieron muy grandes cuando me detuve frente a él.
- Vittorio, ¿Qué te sucedió? - pregunta mi padre en shock. - ¿Estás bien?
- Tranquilo papá, estoy bien. - respondo. - O al menos ahora lo estoy. - agrego.
- Pe... pero... ¿Qué... qué sucedió? - me mira pasmado.
Trago. - Que... que me metí con las personas equivocadas. - mis ojos se ponen llorosos. - La cague. Otra vez.
- Ay Vitto. - se acerca más a mi y me abraza, algo tenso al principio, pero se relaja cuando apoyo mis manos en su espalda. Se aparta levemente para mirarme. - Vittorio, hijo, no podemos seguir así con está incomunicación. - sigue en un tono molesto. - Parece que la unica forma de dar contigo es venir aquí los miércoles.
- Estoy sin celular, pero ya lo solucionare. - digo. - Ahora no importa, vamos con mamá.
Necesito contención. Necesito a mis padres. Quiero estar con ellos, nosotros tres, al menos por un momento. Aunque mi madre ni recuerde quién soy. Pero no importa, me basta con su presencia.
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Hijo de la Mafia (Mafia Marshall IV)
Roman d'amourTodo cambia en la vida de Vittorio Salvatore, cuando una noche su camino se cruza con el del peligroso jefe de la mafia, que controla todo en su ciudad. Un hombre imponente, cruel, poderoso, que no le tiembla la mano al momento de disparar a lo que...