Capítulo 46

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Vittorio

Requirió una gran voluntad de nuestra parte para levantarnos de la cama y vestirnos nuevamente. Pero tuvimos que hacerlo antes de que la familia de Izan notará nuestra prolongada ausencia y vinieran por nosotros. Y lo ultimo que queremos es que sepan que nos largamos de la fiesta para tener sexo. 

- ¿Me ayudas? - le pregunto extendiéndole el listón del moño. - Hoy me lo hizo Novak. 

- Claro. - lo agarra, para luego pasarlo alrededor de mi cuello y comienza a anudarlo, con la misma concentración que su hermano. 

La belleza de Izan es tan dominante. Es imposible mirarlo y no sentirse poseído por ese rostro y esas manos. Es algo incomparable, nunca me había sentido tan cautivado por una persona, como por él. Y lo tenía aquí mismo, frente a mi, y hasta hace no muy poco estaba desnudo. 

- Deja de mirarme tan fijo. - agrega con una sonrisa arrogante, aún con su vista baja. 

- Es que no puedo creer que acabo de estar con alguien como tú. - respondo sin pensar. Me mira. - Y tus ojos... Dios... me enloquecen, desde esa noche que te conocí que no puedo apartar mi mirada de ti. Y ahora me doy cuenta de que ya no pasa por si puedo o no, sino que no quiero. 

Apoya sus manos en mi cuello y me besa, a lo que se lo sigo. Es como si me diera energía, y vida. 

- Yo también me sentí cautivado por ti esa noche. - menciona, cuando se aparta. - Al ver esa determinación en tú mirada, y la firmeza en tú voz. Nunca nadie me había hablado de la forma que tú lo hiciste, y eso logro excitarme de una forma que jamás otro hombre pudo. Y eso solo con hablarme, te podrás imaginar lo que sentí hace un rato atrás, al estar encima tuyo, dentro tuyo, al tocar tu piel, al sentirte. 

Vuelve a besarme. Yo me aferro a sus caderas, para mantenerme en píe, ya que siento mi cuerpo doblegarse, al igual que mi voluntad para volver a entregarme a él. 

Salimos de la habitación y nos encaminamos a la salida, para volver a la boda. Estoy por atravesar esa división entre las luces de la fiesta, con la oscuridad de los jardines que no se ocupan, cuando Izan me agarra de la muñeca, deteniéndome, y me tironea, acercándome a él. Me estampa contra la pared. Toma mi rostro entre sus manos y une sus labios con los míos. Me mira con una sonrisa, sin soltarme.  

- Necesitaba hacer eso al menos una vez más antes de regresar. - dice con su voz ronca, pero suave. Su boca acaricia la mía al hablar. 

Yo también tomo su rostro y vuelvo a besarlo. Succiono esos labios húmedos y cálidos. Nuestras lenguas se encuentran en un roce que consigue encenderme. Me aparto, pero sin alejarme de él, a lo que lanza una queja. Las puntas de nuestras narices de tocan. 

- Si seguimos así más que regresar a la fiesta, regresaremos a la habitación. - digo, sin quitarle la mirada de encima, aún acariciando el rostro del otro. 

- En estos momentos no me interesa la fiesta, sino volver a tenerte sobre mi cama, completamente desnudo y entregado a mi. 

- Deja de hablar de esa forma, que ya me estoy poniendo caliente. 

Lanza una carcajada que resuena en mis oídos y logra que me recorra una felicidad por todo el cuerpo al oírlo. Río con él. Dejo un beso corto en sus labios y me alejo. Izan me mira dolido. Vuelvo a reír. 

- Vamos. - me encamino hacia la fiesta, no tarda en alcanzarme el paso y quedar junto a mi. 

Nos acercamos a nuestra mesa, dónde los demás siguen allí. Quedan en silencio y posan su mirada en nosotros cuando nos sentamos junto a ellos.  

- ¡Ahí están! - exclama Kai. - Hasta que al fin llegan, se han perdido la comida. 

- Algo me dice que ya comieron. - comenta Astor pícaro. - Pero el uno al otro. 

Hijo de la Mafia (Mafia Marshall IV)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora