Capítulo 22

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Vittorio

Es ya de noche cuando tocan la puerta de la habitación. Me decido a ignorarlo, mientras continuo acostado en la cama, fumando y tan solo viendo el techo, como lo he hecho todo el día. Pero siguen insistiendo. 

Suspiro con fastidio. - Largoooo. - digo decaído.

Hoy he tenido uno de esos días en los que no me apetece hacer absolutamente nada. Ni ver a nadie, o estar en compañía, mucho menos hablar. Tan solo quiero quedarme tirado en la cama, desperdiciando el tiempo. Lo he hecho por años, ¿Qué le hace un día más? ¿No? 

- Anda Vittorito. - oigo la voz de Novak. - Soy yo, tú genial amigo. 

- No estoy con ánimos. Vete. - pido. 

- Te he traído cosas. Son especialmente para ti. - sigue diciendo. Quedo callado. - Anda. - vuelve a pedir, con algo de suplica. 

Me paro con pesar y me dirijo a la puerta. Le doy vuelta a la llave y abro, para encontrarlo sonriente en el marco de la puerta. Entra y yo cierro. 

- ¿Día difícil? - pregunta, luego de observarme por unos segundos. 

- Yo diría que semanas difíciles. - doy una calada. 

Hace una mueca de preocupación, y cuando parece que está por decirme algo, pareciera que hace un clic, y se arrepiente. Otra vez se le forma esa sonrisa vivaracha en su rostro. 

- ¿Te gusta leer? - pregunta en cambio, levantado la bolsa que tiene en una de sus manos. 

Meneo la cabeza. - He tenido mejores momentos con la lectura. 

- Pues, en ese caso, es un buen momento para reconciliarte. - los saca de la bolsa y me extiende la pila de cuatro libros. Me llevo el cigarrillo a los labios y los tomo, mientras voy leyendo los títulos. - Al menos se te pasará el tiempo.

- Gracias. - digo. Levanto la vista. - No son de ti hermano ¿verdad? 

Luego de ese ultimo encuentro en la biblioteca, no quiero saber nada de algo que provenga  de allí, mucho menos de él. 

- No. - responde, lo que me alivia. - Aunque no lo creas fui a una librería y te los compre. Elegí los títulos con mucho entusiasmo. Y eso que no soy muy de la lectura. 

- Vaya. Que romántico. - comento. - Si la circunstancia fuera otra sería como si me hubieras regalado flores. - me acerco al escritorio que está delante del ventanal que da al jardín, y los dejo allí. 

- Eso no es todo... - sigue diciendo a mis espaldas, lo que me hace girarme de vuelta hacia él. Me extiende un sobre. - Esto también es para ti. 

- ¿Qué? ¿Mi acta de defunción? - pregunto divertido, agarrándolo. Abro y saco lo que hay dentro. Quedo sorprendido al ver lo que es en realidad. 

- No, peor. - responde divertido. - Una invitación a mi boda.

Levanto la mirada y la poso en la suya. Me dedica una sonrisa dulce. Yo sigo muy pasmado. 

- ¿Enserio quieres que vaya? - pregunto extrañado. 

- ¿Y por qué no? - sigue diciendo. - Se que no es muy usual todo esto, y que para ti no debe ser fácil, porque no elegiste estar aquí, pero en parte siento como si fuéramos amigos. 

Río. - Ya, claro. - digo con sarcasmo. 

Me mira con su semblante firme. - Lo digo enserio. - continúa. - Me agradas. Y más allá de lo que aparento, la verdad es que la mayoría de las personas no me caen bien. Pero... contigo tuve un buen presentimiento. 

Bajo la mirada. - Yo que tú no me confiaría tanto conmigo...

- No seas tan duro contigo mismo. - dice, logrando que levante mi mirada y la pose en él, me sonríe dulce. 

- Gracias. Si no fuera por ti, ya hubiera perdido la cabeza aquí dentro. - hago una pausa. - No suelo agradarle a las personas, normalmente genero el efecto contario, tienden a alejarse de mi. La verdad es que, creo que ni a mis padres les agrado últimamente. 

Ni yo mismo me agrado. - pienso para mis adentros, pero no lo digo en voz alta. 

- ¿Quieres hablar de eso? - me pregunta. - No se si soy bueno dando consejos, pero si escuchando. Puedo ir por unas cervezas y nos emborrachamos. 

Niego. - No. No quiero hablarlo. - digo. - Además, no bebo alcohol. 

Hace una mueca. - Bien... - susurra suave. 

Me observa con esos ojos tan transparentes, que en parte siento como si pudiera leer mis pensamientos, o peor, como si fuera capaz de ver toda la mierda que tengo dentro. Aparto la mirada, un tanto incomodo, y le presto atención a la invitación. 

- Oye, pero esto no es aquí... - menciono extrañado al percatarme de la ubicación donde será la boda. 

- Que bueno que lo notas con tiempo, Vittorito. - comenta riendo. 

- Pues... ¿crees que tú hermano me deje salir con tiempo? - pregunto. - Tendré que llegar a dedo, porque dudo que siga conservando mi trabajo, ni hablar de que me paguen mi ultimo sueldo, y no tengo tantas millas acumuladas como para poder sacar un pasaje gratis, o con descuento. 

Vuelve a reír. - Tú no te preocupes por esos detalles menores, serás nuestro invitado. Viajaras con nosotros. 

- Que, ¿tienen un avión privado? - bromeo. 

- De hecho, ya que lo mencionas, si. 

- Ah, que va. - digo. - Yo apenas si tengo una bicicleta. Si es que Bass no la vendió para pagar mi parte de la renta. 

- Vi a tú amigo, por cierto. - dice. - Lo fui a ver, y le aseguré que estabas bien. Y me dijo que te dijera que no le ha dicho nada a tú padre. 

Suspiro. - Que alivio oír eso.

- ¿Tan mal se llevan tú y tu padre? 

Meneo la cabeza. - Es una historia complicada... - suspiro. - ¿Qué hay de ti? ¿Cómo es la relación con tus padres? - pregunto. 

- Mi padre siempre ha sido muy sobreprotector, en especial con Izan, pero...

- ¿Por qué en especial con él? - lo interrumpo extrañado. 

- Oh diablos... - susurra para si mismo. - Eh... También, una historia complicada. 

Y cuando estoy por preguntarle para seguir indagando en el tema, me interrumpe la abrupta oscuridad. No puedo evitar lanzar un gritito. Novak lanza una carcajada. 

- ¿Le tienes miedo a la oscuridad? - pregunta divertido. 

- Ay, cállate. - comento con fastidio. - ¿Qué ha pasado? 

- Pues... se ve que se ha ido la luz. - oigo su voz alejarse. 

- Novak. - lo llamo, aún quieto en mi lugar, sin moverme. - Novak. - repito, pero este no responde. 

Carajo. Ojalá me lleve el diablo. 

Hijo de la Mafia (Mafia Marshall IV)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora