Vittorio
- Entonces... - comienza a decir, sentado en el borde de mi cama, mientras yo me encuentro a un lado, parado, guardando mi ropa en un bolso. - Así que... ¿te vas? - pregunta intentando sonar neutro, pero percibo la tristeza en su voz.
Lo miro. - Si. - respondo en un susurro.
- Sino venía, ¿pensabas despedirte maldito hijo de puta? O te ibas a ir sin decirle a nadie, como la última vez. - me reprocha Novak con el ceño fruncido.
- Te dije que lo lamentaba, ya me disculpe por haber actuado como un idiota esa vez. - me excuso, entre tanto doblo la ropa y la metro dentro. - Y respondiendo a tú pregunta, claro que iba a despedirme.
Hace una mueca. - No me gustan las despedidas. Me suena a que uno no va a volver a ver a esa persona.
- Pero ese no es nuestro caso. Eres la persona más importante de mi vida, y no puedo estar sin ti. Puede que ya no nos veamos todos los días como solemos, pero hablaremos seguido. Prometo ser mejor con el celular. Además, tú vendrás a verme... a dónde sea que esté. Y yo iré a verte a ti, que me encantaría conocer Sevilla cuando te vayas a vivir allí.
- Aún no se que diablos haré con mi vida. - suspira frustrado.
Le dedicó una suave sonrisa. - Ni yo, mi amigo, pero... comienzo a amigarme con la idea de no saberlo, y empezar a disfrutar del pánico que provoca tener la vida por delante.
Me observa con atención, y sus ojos brillosos. - Te noto bien.
Meneo la cabeza. - Lo intento, en verdad lo hago.
- ¿Y cómo vas con la psicóloga? - pregunta.
- Bien. - respondo. - No es como si en dos semanas me va a borrar años de haberme comido todo, sanar toma tiempo, pero es un inició, y me ha dado unos cuantos consejos que me han abierto los ojos. Y pensando en ello se me ocurrió este loco plan.
- ¿Dejar todo e irte solo con un bolso te parece loco? ¿En serio?
Río. - Hijo de puta. - le muestro mi dedo medio, logrando que lance una carcajada.
- De ti no me sorprende, Vittorito. - sigue. - Nunca me pareciste muy cuerdo. Y creo que por eso te quiero tanto.
- ¿Cómo van tú y Amir? - pregunto luego de un silencio.
Noto como se tensa. Traga. - Estamos en ello... - responde. - Él... él me tiene una paciencia, no se rinde.
- ¿Cómo habría de hacerlo? Sabe bien lo que tiene enfrente. - digo. - Ustedes se aman, y ese amor es más fuerte que todo. Más incluso que toda esa mierda que nos hicieron vivir.
- ¿Y qué hay de ti y de mi hermano? - pregunta luego de un prolongado silencio.
- Es diferente. - respondo cortante. Me siento a su lado. - Amir y tú están en lo mismo, y aunque así fuera desde que empezaron a estar juntos, que saben todo lo que los rodea, se enamoraron de todo lo que abarcan el otro. - comienzo a decir. Suspiro. - Yo no me enamoré del jefe del clan Markov, aquel me arrojo al mar, o que me mantuvo encerrado en su casa. No tengo un maldito síndrome de Estocolmo. Me enamoré del otro Izan.
- Él que era en Italia... - menciona.
Asiento al percibir que tiene razón. - Si. - afirmó. - Llegué a olvidarme quién es él, y todo eso que lo rodea. Hasta que lo recordé, a la fuerza.
- Vitto... - dice, pero se detiene. Inhala y lanza ese suspiro pesado. - Izan no es... no es Nolan. - pronuncia ese nombre con dificultad.
- Jamás insinuaría eso. - sentenció firme. - Pero... - y la voz me falla al intentar seguir. - ¿Me vas a decir que tú hermano no es capaz de hacer algo así con otra persona? Y va más allá de si se lo merece o no.
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Hijo de la Mafia (Mafia Marshall IV)
Roman d'amourTodo cambia en la vida de Vittorio Salvatore, cuando una noche su camino se cruza con el del peligroso jefe de la mafia, que controla todo en su ciudad. Un hombre imponente, cruel, poderoso, que no le tiembla la mano al momento de disparar a lo que...