Capítulo 58

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Vittorio 

- Entonces... - comienza a decir, sentado en el borde de mi cama, mientras yo me encuentro a un lado, parado, guardando mi ropa en un bolso. - Así que... ¿te vas? - pregunta intentando sonar neutro, pero percibo la tristeza en su voz.

Lo miro. - Si. - respondo en un susurro.

- Sino venía, ¿pensabas despedirte maldito hijo de puta? O te ibas a ir sin decirle a nadie, como la última vez. - me reprocha Novak con el ceño fruncido.

- Te dije que lo lamentaba, ya me disculpe por haber actuado como un idiota esa vez. - me excuso, entre tanto doblo la ropa y la metro dentro. - Y respondiendo a tú pregunta, claro que iba a despedirme.

Hace una mueca. - No me gustan las despedidas. Me suena a que uno no va a volver a ver a esa persona.

- Pero ese no es nuestro caso. Eres la persona más importante de mi vida, y no puedo estar sin ti. Puede que ya no nos veamos todos los días como solemos, pero hablaremos seguido. Prometo ser mejor con el celular. Además, tú vendrás a verme... a dónde sea que esté. Y yo iré a verte a ti, que me encantaría conocer Sevilla cuando te vayas a vivir allí.

- Aún no se que diablos haré con mi vida. - suspira frustrado. 

Le dedicó una suave sonrisa. - Ni yo, mi amigo, pero... comienzo a amigarme con la idea de no saberlo, y empezar a disfrutar del pánico que provoca tener la vida por delante.

Me observa con atención, y sus ojos brillosos. - Te noto bien.

Meneo la cabeza. - Lo intento, en verdad lo hago.

- ¿Y cómo vas con la psicóloga? - pregunta.

- Bien. - respondo. - No es como si en dos semanas me va a borrar años de haberme comido todo, sanar toma tiempo, pero es un inició, y me ha dado unos cuantos consejos que me han abierto los ojos. Y pensando en ello se me ocurrió este loco plan.

- ¿Dejar todo e irte solo con un bolso te parece loco? ¿En serio?

Río. - Hijo de puta. - le muestro mi dedo medio, logrando que lance una carcajada.

- De ti no me sorprende, Vittorito. - sigue. - Nunca me pareciste muy cuerdo. Y creo que por eso te quiero tanto.

- ¿Cómo van tú y Amir? - pregunto luego de un silencio.

Noto como se tensa. Traga. - Estamos en ello... - responde. - Él... él me tiene una paciencia, no se rinde.

- ¿Cómo habría de hacerlo? Sabe bien lo que tiene enfrente. - digo. - Ustedes se aman, y ese amor es más fuerte que todo. Más incluso que toda esa mierda que nos hicieron vivir.

- ¿Y qué hay de ti y de mi hermano? - pregunta luego de un prolongado silencio.

- Es diferente. - respondo cortante. Me siento a su lado. - Amir y tú están en lo mismo, y aunque así fuera desde que empezaron a estar juntos, que saben todo lo que los rodea, se enamoraron de todo lo que abarcan el otro. - comienzo a decir. Suspiro. - Yo no me enamoré del jefe del clan Markov, aquel me arrojo al mar, o que me mantuvo encerrado en su casa. No tengo un maldito síndrome de Estocolmo. Me enamoré del otro Izan.

- Él que era en Italia... - menciona.

Asiento al percibir que tiene razón. - Si. - afirmó. - Llegué a olvidarme quién es él, y todo eso que lo rodea. Hasta que lo recordé, a la fuerza. 

- Vitto... - dice, pero se detiene. Inhala y lanza ese suspiro pesado. - Izan no es... no es Nolan. - pronuncia ese nombre con dificultad.

- Jamás insinuaría eso. - sentenció firme. - Pero... - y la voz me falla al intentar seguir. - ¿Me vas a decir que tú hermano no es capaz de hacer algo así con otra persona? Y va más allá de si se lo merece o no.

Hijo de la Mafia (Mafia Marshall IV)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora