Capítulo 3 -Familia

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Adam

Son las 8:30 cuando por fin llego a la oficina, me instalo en mi oficina y comienzo con el papeleo atrasado que tengo reviso mi correo y veo un correo de un remitente con el cual no quiero nada, de solo pensar que desea que le responda como si nada mi enfado crece a niveles enormes, la ridiculez y la desfachatez de la gente es demasiada para mi gusto. Dios, ahora se supone que debo de aguantar sus estupideces lo borro sin siquiera intentar abrirlo. No necesito ni siquiera leer sus palabras porque para mí siempre serán mentiras que no puedo tolerar y que no deseo escuchar. No quiero tener nada que ver con ella y eso es una decisión tomada, no tengo porque perdonar, aunque todo el mundo diga que es bueno porque yo veré que me conviene y que no.

No sé qué busca, pero algo dentro de mí no quiere ni saber la razón mientras otra parte de mi quiere saber para poder acabar con esto de una vez por todas, pero creo que si le doy la opción de hablar conmigo las cosas no se detendrán hasta ahí y lo menos que quiero es que se sienta con el derecho de inmiscuirse en mi vida, ella no tiene ningún derecho de intentar contactarme luego de lo que paso, si fuera sensata hubiera decidió nunca volver a cruzar palabras conmigo porque no hay nada que decir. Esto es una situación muy complicada, sé lo que quiero y eso no incluye tener que hablar con personas del pasado, no hay forma de que lo haga porque nunca hago cosas que no deseo así que sus intentos por hablar conmigo no van a funcionar de ninguna manera.

Me levanto y me sirvo una taza de café mientras intento olvidar el enojo de tener que lidiar con esa mujer tan temprano, me enferma que no entienda que no deseo saber nada de ella, es tan difícil de entender que después de lo que paso no la quiero ver, no puedo imaginar que no recuerde lo que hizo y que piense que estaré feliz de volver a verla porque ni en mil años yo podre olvidar lo que hizo. Quizás no la odie con todo mi ser, pero eso no va a borrar la situación en la que nos vimos envueltos por sus estupideces. Sería muy estúpido de mi parte si acepto hablar con ella después de lo que sucedió, y no quiero darle el gusto de que vuelva a mi vida porque ella no es más que un mal recuerdo de cuando me porte como un imbécil viendo más allá de lo importante.

Comienzo a beber mi café intentando olvidarme de ella cuando la puerta de mi oficina es abierta sin siquiera tocar y me molesta más que no tengan la decencia de tocar la maldita puerta y cuando veo quien es la persona que ha abierto entiendo que puedo lanzarle la taza a la cara sin que me demande, pero no lo voy a hacer porque no será algo que pueda solucionar con tanta facilidad y no tengo la paciencia suficiente para lidiar con esos problemas. Debo de admitir que detesto con todo mi ser que entren a mi oficina sin tocar, además es una falta de modales hacerlo, no importa quien sea al menos deben de comportase a la altura de la situación.

Le doy una mirada de enfado y intento no sacarlo a patadas de mi oficina.

—Buenos días—dice como si fuera un angelito caído del cielo—, parece que no tienes tan buen humor, que mal.

En este momento me enfada su buen humor, lo cual me deja como una persona demasiado inmadura e idiota por molestarme por el buen humor de alguien, pero tiende a irritarme con facilidad.

—Que te he dicho sobre entrar a mi oficina sin tocar—intento con todas mis fuerzas no lanzarle la taza a la cara—, sabes que lo detesto y lo sigues haciendo.

Hace un puto puchero como si eso fuera a salvarlo. A veces me siento que hablo con un niño pequeño que cree que al parecer lindo se librara de sus regaños, pero es una lastima que Hugo no sea un niño así que no lo dejaré pasar por ningún motivo.

—¿Qué te cuesta perdonarme una tan sola vez? —inquiere—, no es como si entrara todos los días sin tocar.

Todos los días entra a mi oficina como si fuera la suya, no toca, se tira en mi sofá y pide bocadillos disque para hacerme compañía mientras trabajo, a veces me pregunto porque no lo dejo perdido en un bosque, pero luego recuerdo que es estupendo en su trabajo y que no voy a conseguir un remplazo que se compare a él. Podrá ser una persona infantil, demasiado alegre y todo lo que quieran, pero es estupendo en su trabajo y eso no es algo en lo que pueda mentir porque su eficacia en el trabajo me calla la boca siempre.

Solo por tiDonde viven las historias. Descúbrelo ahora