Capítulo 38 -La oficialización.

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Luisa.

Son casi las cinco de la tarde lo que hace que me recueste en mi silla porque ha sido una larga tarde para mí que he pasado haciendo demasiadas cosas, creo que me merezco un poco de tranquilidad, aunque sea un poco de tiempo, y no es que diga que se deba de holgazanear en el trabajo, pero que son cinco minutos de descanso. Ahora que lo pienso fue un fin de semana bastante agradable y me gustaría que se repitiese algún otro día, creo que fue una buena idea ir a la playa, además de que la playa siempre es un buen lugar para descansar y relajarse. Podría referirme a la playa como mi lugar favorito de relajación y es que es muy divertido ir a la playa, y quien diga lo contrario a lo mejor nunca ha disfrutado realmente ir a la playa.

Bueno, es de admitir que me apetece ir a cualquier plan con la única condición que sea Adam el que me acompañe ¿será que me estoy volviendo una novia pegajosa? Lo cierto de esto es que no tengo porque negar que quiero estar siempre pegada a Adam, y si alguien tuviera un novio como el mío creo que tomaría la misma decisión porque así es como son las cosas, además del hecho de que no me interesa ser etiquetada como una novia empalagosa porque no es algo de mi interés. Mi pequeño momento de tranquilidad es irrumpido porque un repartidor entra con un arreglo de rosas a nuestro departamento y como la persona curiosa que soy salgo de mi oficina a ver quién es la afortunada de recibir un arreglo de rosas rojas. También es un hecho que todo el mundo es curioso cuando cosas como estas suceden.

Le doy un buen repaso al arreglo, este viene en forma de corazón, chocolates y parece bastante grande, pero quizás no lo sea tanto, bueno digamos que parece bastante costoso. Las personas del equipo están a la espera de que diga el nombre de quien es el afortunado o afortunada, pero él nombre parece que sigue recuperando el aliento y lo cierto es que nadie lo está apurando porque debe de estar muy cansado. No creo que sea tan malo que haga un momento de espera mientras que nos llena de un poco de emoción sobre este asunto. El hombre por fin respira con tranquilidad y creo que ya es momento de que hable.

—Buenas tardes—saluda un poco cansado— ¿Quién es Luisa Moore? —inquiere y todos me observan—, le han mandado esto.

Me acerco tranquilamente hasta donde se encuentra el hombre recibiendo el arreglo que efectivamente no pesaba como lo sospeche, la sonrisa se me vuelve enorme, ya que recibir flores se siente irreal y ya quiero saber que dice la tarjeta, también es que noto a la perfección la mirada curiosa de todo el que está presente en este departamento, pero no es que vaya a contarles quien fue el que me mando este detalle tan significativo para mí. Es obvio de quien es este arreglo, pero las palabras que diga sobre esto me tienen a la expectativa, quizás esto sea porque Adam siempre dice cosas lindas.

—Gracias.

Es lo único que digo bajo la atenta mirada de mis compañeros que parecen que quieren saber quién es el que me envió esto, pero lastima se quedaran con las ganas. No creo que sea prudente decir quien me envió el arreglo y tampoco es que desee contarles porque en realidad lo que quieran y deseen no me interesa demasiado así que no pienso decir ni una sola palabra, les tocara quedarse con la curiosidad porque de mi boca no van a obtener respuestas de ningún tipo. Tampoco es que me lleve demasiado bien con ninguno como para contarles lo que sucede.

—Puede firmar el papel de entregado—pide con una sonrisa amable.

Dejo las flores en un escritorio que está libre completamente para no tener problemas a la hora de firmar. Tomo el papel donde debo de firmar y plasmo mi firma ahí para que él pueda retirarse, se despide con una sonrisa amable y se la devuelvo. Sale del lugar y por mi parte tomo mis flores caminando hacia mi oficina mientras que las miradas de mis compañeros no disminuyen, pero no es que me interese demasiado. Llego a mi oficina cerrándolo la puerta para evitar que la gente chismosa cuchichee más de lo que ya lo hace, mis manos buscan la tarjeta con dedicatoria porque es obvio que debe de traer una diciéndome cual es el motivo de tan sorprendente regalo. Encuentro la tarjeta y la abro con rapidez, el papel es en un color marfil, las letras parecen doradas con una letra cursiva que se ve simplemente elegante. Mi sonrisa se vuelve grande al leer su contenido.

Solo por tiDonde viven las historias. Descúbrelo ahora