Capítulo 25-Una reunión.

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Adam.

La sensación de tenerla sobre mí es más de lo que puedo soportar, pero a pesar de ser una posición un tanto subida de todo tengo instalada una sensación extraña en mi pecho que me hace sonreír como un bobo y debo de aceptar que Luisa me tiene como quiere, estoy a sus pies si es que puedo decir eso y ella ha conseguido mucho de mí, ha conseguido algo que no creí posible. Una de mis manos esta sobre su espalda mientras que la otra le acaricia el cabello en una caricia suave, la verdad es que quisiera poder quedarme así con ella toda la mañana haciendo cosas más interesantes porque siendo sincero, aunque tengamos una hora o minutos de haber aceptado que nos gustamos y queremos intentar algo las ganas siempre han estado presentes en todo lo que hemos compartido en este departamento, y no miento sobre ello. No soy tan cobarde para no admitir que he deseado arrancarle la ropa a Luisa cuando la veía con un vestido negro que suele gustarle mucho y que me vuelve loco, pero nunca lo había aceptado porque sería extraño si lo hacía.

En ese momento éramos amigos y la sola mención de esos pensamientos era extraña así que no podía aceptarlos abiertamente, además la verdad sobre esto es que no quería aceptarlo en voz alta porque parecía un pecado, obviamente no era un pecado pensar en Luisa como una mujer, pero si lo encontraba malo porque era mi amiga y no podía cruzar la línea que se había trazado desde el principio. Ya que estoy siendo sincero debo de admitir que también era porque tenía la estúpida regla que era mejor no involucrarme en una relación ni involucrar mis sentimientos por las cosas siempre se complican cuando eso sucede, pero teniendo en cuenta en la situación que me encuentro es un hecho que nunca iba a poder con Luisa, no iba a poder huir todo el tiempo de las cosas que me hace sentir. Claro que podía engañarme a mí mismo diciendo que no era más que algo pasajero, pero la realidad es que mi corazón no mentía cada que la veía así que era cuestión de tiempo para que llegara a mi limite y tuviera que aceptar que mis sentimientos pueden llegar a ser muy fuertes.

Sin embargo, en este momento tengo muy claro que puede llegar a enamorarme de Luisa Moore y es casi imposible que eso no suceda porque estoy cayendo por ella y no hay mentiras en lo que digo, es una mujer demasiado maravillosa como para no darme cuenta de que Luisa es todo lo que puedo querer para mi futuro, un futuro que sea veía extraño e impredecible, pero con ella todo se puede esperar que sea bueno. Luisa se remueve en mí y la veo levantar la cabeza y sus ojos me observan fijamente y puedo decir que por esos ojos color miel podría ser capaz de hacer cualquier cosa, me da una sonrisa que me hace plasmar una sonrisa en el rostro lo cual me parece demasiado romántico, pero no sé puede evitar porque es como me hace sentir Luisa y no tengo ganas de oprimir lo que siento cada vez que estoy con ella porque eso sería demasiado absurdo de mi parte. Tengo planeo ser lo más transparente posible con ella en cuanto a cómo me siento porque ella merece saber que ella me hace sentir muchas cosas y todas son buenas.

—Deberíamos desayunar—murmura sin dejar de apartar la mirada de mí—, por más que me guste estar sobre tu pecho creo que sería buena idea que desayunemos.

A mí tampoco me molesta la idea de tener sobre mi pecho de ninguna manera así que no tendría objeciones si ella quisiera permanecer más tiempo así, pero la realidad es que tiene razón porque deberíamos desayunar si no queremos llegar tarde al trabajo y a la reunión que tenemos en pocas horas, técnicamente hablando no tenemos demasiado tiempo para estar acaramelados como los novios que somos y si me lo preguntan a mí eso suena como una muy mala idea, pero que se le puede hacer, supongamos que nuestras responsabilidades son muy importantes así que hay que cumplirlas.

—Tienes razón, Luisa.

Ella me observa y tiene una sonrisa malvada en su rostro, la verdad es que quizás sea momento para prepararme para lo que dirá. Siempre dice algo extraño cuando dibuja esa sonrisa en su rostro, supongo que la conozco demasiado bien como para no darme cuenta de ello.

Solo por tiDonde viven las historias. Descúbrelo ahora